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—Sé que no te dejé hablar ayer —hablo antes de que Zabdiel me cierre la puerta en la cara—. Pero si te importa Erick, querrás escucharme.

—¿Dónde está él? —pregunta molesto.

—Fue a visitar a su madre antes de irse —respondo mientras me muerdo el labio inferior.

—¿Qué? —abre la puerta completamente y me mira aún más molesto—. ¿Cuándo se irá?

—Esta noche —digo con una mueca y Zabdiel se talla los ojos.

—Joel —suspira pesadamente—. Creo que lo mejor es que dejemos esto ya —ahora yo lo miro confundido—. Estoy harto de pelear con alguien casi a diario por cualquier estupidez. No recuerdo la última vez que pasamos un día entero sin pelear el uno con el otro.

—Zab... —intento.

—No, Joel. Hablo en serio —se endereza y toma la manija de la puerta—. Si quieres hacer una última cosa bien, trae a Erick antes de que se vaya. Christopher y yo queremos verlo una última vez .

—Déjame al menos explicarte por qué...

—Ya... Joel, no me importa más, ¿bien? —dice y yo no digo nada más, lo miro expectante, esperando que diga que es una broma. Pero no dice nada más. Solo cierra la puerta en mi cara y yo me quedo ahí por lo que parecen ser horas, aunque solo sean minutos.

[...]

—Hola —digo con una pequeña sonrisa y limpiándome los ojos cuando veo a Erick entrar a la estación de policías.

Erick hace un movimiento con la cabeza y se para a un lado mío mientras que el policía se detiene enfrente mío.

—Estamos viendo si hay un hospital adecuado para tu madre a donde irás, así podrías visitarla las veces que sean necesarias. Es importante mantener a la familia unida cuando pasas cosas cómo estas —explica, viendo a Erick como si yo no estuviera aquí.

El policía mira el reloj en la pared y finalmente me mira a mi.

—Recuerden que tienen que estar aquí a las ocho —me dice y yo miro el reloj; 02:15 p. m—. Por ahora es todo de mi parte —finaliza y se da la vuelta para irse.

Yo miro a los lados, asegurándome de que no haya mucha gente viéndonos y tomo la mano de Erickin para salir del lugar a pasos apresurados hacia el auto, el cual tuve que estacionar debajo de unos árboles ya que no había más lugar en el parque que estaba adelante. Y ahora tenía un poco de mierda de pájaro.

—¿Cómo está ella? —le pregunto, apretando ligeramente su mano y dejando que se de la vuelta para subir al auto.

—Mal —responde y se encoge de hombros mientras entra al auto—. Dice que quiere ver a Erito —es extraño ver a Erick hablar sobre su padre con su nombre.

—Los chicos quieren verte, ¿q-quieres ir a verlos tú? —pregunto mientras enciendo el auto.

Erick asiente y yo aprieto el volante con fuerza al notar que no me mira para nada. No sé qué tenga, pero prefiero no alterarlo ni hacerlo decirme qué tiene para que termine mal todo, así que me limito a apretar lo labios y conducir con el radio en volumen bajo.

—¿Podemos ir por mis cosas antes? —pregunta cuando estaciono el auto afuera de su casa—. Necesito ir por algo para devolvérselo a Christopher.

—Sí, seguro —sonrío un poco aunque no me vea y me quito el cinturón de seguridad.

Salgo del auto. Hace tanto frío que puedo sentir la diferencia de temperatura cuando algunos rayos de sol tocan mi piel. Erick se ve más pálido de lo normal, su nariz está ligeramente roja y su cabello se mueve un poco con el viento ya que ha dejado el beanie en el auto.

—No tienes que venir conmigo —me dice cuando estamos en la puerta de su casa.

—¿Por qué? —pregunto e intento mirarlo a los ojos. Es alto para su edad, pero aún así tengo que bajar un poco la mirada para verlo a la cara aunque él evite mirarme, viendo lo que sea, menos a mi.

Sus mejillas enrojecen un poco y se muerde el labio inferior mientras piensa una excusa. Sus labios están más rojos de lo normal por el frío, ligeramente morados.

—Joel, mi casa no es como las demás —castañea por el frío—. N-no hay... —finalmente me mira—. No hay fotos familiares, todo es un desorden. Hay cosas rotas, cervezas vacías en el suelo. Podría incluso afirmar que hay drogas, pero... supongo que los policías se las llevaron anoche. Además...

—Erick, está bien, ¿de acuerdo? No me importa como esté tu casa, sé quién eres y no voy a juzgarte por dónde vives... Suena hasta ridículo.

—¿Puedes al menos... cerrar los ojos hasta subir? —pregunta nervioso y yo suspiro con pesadez. Pero asiento, cerrando los ojos después.

Escucho a Erick abrir la puerta y tomar mi mano para entrelazar nuestros dedos y entrar, regresando un poco después para cerrar la puerta.

Intento no hacer una mueca o cara de molestia al sentir el olor a cigarro o algo podrido, me sorprende que la ropa de Erick no huela como este lugar. Él tiene un olor más dulce y nada amargo.

—Cuidado —murmura cuando casi caigo al subir el primer escalón de las escaleras, pero él ni siquiera me advirtió que ya íbamos a subir.

Toma mi otra mano y me ayuda a subir el resto de las escaleras como un inválido. Pone su mano sobre mis ojos cuando estamos arriba y yo me cruzo de brazos para luego quitar su mano, recordando que arriba ya podría ver.

—Me gustas —le recuerdo y al momento veo como las comisuras de sus labios amenazan con moverse hasta formar una sonrisa.

—¿Por qué dices eso ahora? —pregunta mientras se da la vuelta y camina hasta la puerta blanca al final del pasillo.

—Porque sabía que te haría sonreír —digo poniendo un brazo entre la puerta y él antes de que entre. Sonriendo un poco de lado, ni siquiera me fijé en cómo era el alrededor. Solo podía fijar mi atención en él y en cuán inseguro se sentía de sí mismo en su propia casa—. Y me gusta tu sonrisa, Erickin.

Entonces deja de esforzarse por no hacerlo y sonríe hasta que sus dientes se ven. Así que yo también sonrío y quito mi brazo para dejarlo pasar y entrar después de él, sintiendo el cambio de ambiente al momento.

Su cuarto está limpio, las paredes son blancas y lisas. Hay un librero con libros de adolescentes y juegos de mesa a un lado de la ventana. En el suelo hay una alfombra gris, hay un armario cerrado y un tocador blanco con un espejo grande. Su cama tiene una cobija rosa pastel con un elefante de peluche pequeño sobre la almohada, lo cual me llega a parecer tierno.

—Eres más ordenado que yo —admito, recordando que hay ropa sucia en el piso de mi cuarto.

Erick ríe un poco y saca una maleta debajo de su cama, abriendo el cierre y dejándola sobre la cama para comenzar a meter ropa.

—Al final del pasillo hay un armario, ¿podrías traerme la maleta negra que está ahí, por favor? —pregunta mientras se acerca al tocador y comienza a abrir un cajón para sacar ropa.

—Claro —asiento con la cabeza y me giro sobre mi mismo para caminar a la puerta café del armario.

Abro la puerta y enciendo el pequeño foco del techo. Hay muchos abrigos y zapatos viejos, pero no veo ninguna maleta, así que comienzo a mover un poco las cosas hasta que estoy seguro de que no hay ninguna maleta ahí.

—¡Erick, no hay nada aquí! —grito, aún buscando vanamente.

—¡Seguro? —pregunta y escucho nerviosismo en su voz—. ¡Debe estar por ahí, la deje a un lado del abrigo rojo!

Pero dejo de buscar y camino al cuarto de Erick entrando por sorpresa y con el semblante serio. Y en cuanto él me ve cierra la maleta con fuerza, lanza la ropa que tenía en manos hasta el otro lado de la cama, donde yo no pueda verla. Pero logro ver el borde una camiseta rosada y ligera en la orilla de la cama.

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Gabbb.

Gym || Joerick || ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora