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—¡Puta madre, Joel!

Zabdiel no ha parado de gritarme desde la sala, pero yo me niego a levantarme del suelo del sótano.

Hay una alfombra a un lado del sillón, pero me gusta más el piso frío.

—¡CA-LLA-TE! —grito y me retuerzo en la alfombra.

—¡Tenemos que irnos, te vemos mañana!

Me quejo mientras cubro mis oídos y me hago bolita, esperando el sonido de la puerta cerrarse, pero solo escucho las pesadas pisadas de Zabdiel bajar por las escaleras.

—Por cierto, es la una y media —dice con una sonrisa burlona.

Abro los ojos de golpe y me levanto para correr al baño.

—¡Joder! —grito mientras me quito la camisa sudada y el resto de mi ropa para meterme a bañar.

—¡Adiós! —gritan Zabdiel y Christopher mientras me lavo el cabello.

No me baño tan bien para quitarme el olor alcohol, y no puedo ponerme loción, así que me pongo a hacer un poco de ejercicio para sudar una vez salgo del baño.

No es suficiente, incluso yo huelo el alcohol y perfume barato de la puta que con la que cogí anoche, pero me conformo y me pongo un poco de desodorante para luego salir sin maleta al auto, acelerando un poco para llegar a la escuela un minuto tarde.

—Carajo, carajo, carajo... —murmuro mientras corro a la cancha.

Todos están sentados, algunos hablando entre sí mismos, otros, como Erick y Sebastián besándose.

—¡Sebastián! —exclamo inevitablemente cuando mete descaradamente su mano entre los muslos de Erick.

Me provoca un escalofrío y la bilis se me sube, y miro a otro lado para quitar mis ganas de vomitar, esta vez, literalmente.

Villalobos se despega bruscamente de Colón, quién lo mira confundido.

—Veo que no sabe cumplir su palabra.

—Profesor, y-yo...

—Se quedará en la banca, servirá las bebidas —le digo mientras voy por el carrito de balones.

—¡Qué? ¡No! P-Pero...

—De veinte vueltas a la cancha y luego limpie los balones de la bodega —ordeno, tomando un balón y lanzándoselo a Manuel—. Si reprocha estará afuera del equipo, su calificación bajará y se llevará dos días de suspensión.

Se levanta molesto, quitando bruscamente la mano de Colón que estaba en su espalda.

Mientras camina a la bodega Erick solo mira apenado al suelo, apretando sus manos entre sus muslos, evitando mirarme.

—Colón, si no calma su calentura le comento que todavía hay otros castigos en la cancha.

Ni siquiera me mira, se limita a asentir mientras aprieta sus puñitos y escucha la risa de los demás.

—Primero jugará el equipo femenil. Para las prácticas algunos equipos serán de seis, ¿de acuerdo? Escojan sus equipos —ordeno con voz rápida.

Las chicas se colocan en grupos, la mayoría estando con sus amigas y las que sobran metiéndose al equipo sin tener otra opción.

El equipo femenil es bueno, las chicas trabajan más en equipo a pesar de que son más bajitas y fallen la mayoría de los tiros.

[...]

El equipo varonil lleva jugando más tiempo, la clase acabará en diez minutos y solo el equipo de Erick ha conseguido cuatro puntos.

—Colón, quítate —le digo desde la orilla, pero me ignora y corre hacia Manuel—. ¡Erick! —grito cuando es tacleado por el chico, quién corre y encesta un punto a su equipo.

—¡Eso es falta! —grita uno de los chicos.

—¡Eres de mi equipo! —grita Manuel.

Erick solo mira al techo y se cubre el rostro con frustración.

—Cállense —ordeno mientras me acerco a Colón y golpeo su muslo ligeramente con mi pie—. Levántate y sé un hombre, no fue para tanto.

Se acomoda la camisa y se levanta, sujetándose de mi brazo cuando se marea un poco.

—Le dije que no fue... Carajo, váyase a limpiar —digo cuando un hilito de sangre cae por su nariz—. Que sensible es su cuerpo, Colón —quito su mano de mi brazo y camino hacia los demás.

[...]

Dentro de dos horas tengo que entregar los nombres del equipo, pero aún no tengo el número que le tocará a cada quién.

—Los uniformes estarán el lunes, solo necesito los nombres con su número de jugador —dice el director, entrando de sorpresa a mi oficina y sobresaltándome.

Acomodo las cosas desordenadas con nerviosismo e intento acomodar mi cabello. Aún huelo a alcohol y ni siquiera me he bañado.

—S-Sí, ya tengo los nombres. Solo... solo deme un poco más de tiempo —le pido, buscando la hoja donde anoté los nombres.

—Señor Pimentel, tuvo bastante tiempo —hace una mueca al oler el alcohol—. ¿Estuvo bebiendo?

—¿Q-Qué? No, no, l-le quité la cerveza a un estudiante en el estacionamiento y la derrame en el piso, lo siento —me excuso rápidamente.

El viejo pone sus manos en la cintura mientras ve el resto del lugar.

—¿Se puede saber a quién vio? —pregunta.

—No lo sé —me encojo de hombros—. No va en basketball, supongo que es un estudiante de último año.

—Esos adolescentes... —dice poniendo los ojos en blanco.

—¡Aquí está! —exclamo, encontrando la hoja en el último cajón.

Él me mira esperando y yo sólo borro mi sonrisa.

—El lunes tendrá la hoja en su escritorio a primera hora, promesa.

—Señor Pimentel... —me mira molesto.

—Es que toma más tiempo de lo que cree. Hay jugadores muy buenos y hay que calificar, hacer mediciones, opciones... por favor —ruego sintiendo vergüenza.

—Primera vez que me falla, señor Pimentel.

—Y última vez, también —sonrío inocentemente.

Niega y camina a la puerta.

—Lunes a primera hora, sin falta, ¿entendido?

—Lo prometo —sonrío mientras sale.

Y cuando cierra la puerta y estoy seguro de que se fue, comienzo a insultarlo entre dientes.

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Gabbb.

Gym || Joerick || ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora