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—Doy asco —me digo a mí mismo, viéndome en el espejo.

He llorado toda la noche por Emilia. Verla me hace daño, me he acostumbrado a estar lejos de ella y verla de un día para otro no es nada fácil, aún la extraño.

Me doy una ducha rápida y salgo antes de terminar llorando en el piso. Me visto con una camisa blanca y un short negro.

Meto otro cambio de ropa a mi maleta, una toalla, una botella de agua y desodorante. Tomo mis llaves y bajo para desayunar un cóctel de fruta.

Entro a mi celular y veo los efectos de Snapchat, aunque nunca público nada. Me gusta ver los efectos tiernos o graciosos.

Cuando termino de desayunar dejo el plato en el fregadero y salgo al patio con mis cosas.

—¡Entrenador, entrenador! —escucho a Erick gritar.

Abro la puerta del auto, lanzando mi maleta al asiento del copiloto y miro hacia la calle, donde Colón viene corriendo del lado contrario. Cruzando sin mirar a los lados.

—¿Cómo demonios sabes dónde vivo? —pregunto con irritación una vez llega a mí.

Él jadea, apoyándose en sus rodillas e intentando hablar.

—Christopher... Él... M-me dijo... —se levanta, apretando su abdomen.

—Lárgate antes de que te atropelle —digo con fastidio y me subí al auto. Pero antes de que cierre la puerta, Erick me detiene tomándome del brazo.

—Becky...

—¡Ya, Colón! Estás fuera del equipo al igual que ella. Pueden meterse al club de canto, o de cocina, yo que sé...

—No... —traga saliva—. Le dirá al director... Lo que... Lo que pasó —aprieta su pecho y toma aire.

—¿De que habla, Colón?

—Sabe que usted fue el que me golpeó, lo dedujo, no sé —se quita y yo salgo del auto, azotando la puerta con rabia.

—Hija de la...

—Hoy le dirá al director —finalmente logra hablar bien.

—Dime que puedes detenerla —digo tomándolo de la camisa para levantarlo.

—Ella... Ella no quiere, dice que no es justo, no sé, no me importa.

—¡Mierda! —lo suelto, empujándolo y dejándolo caer al húmedo césped.

Hasta entonces noto que Erick lleva jeans negros, una camisa también negra y converse blancos.

—Creí que la ropa de chico no era lo tuyo.

—Si venía a su casa vestido como me gusta seguramente mis tripas ya estarían esparcidas en el asfalto, ¿no? —pregunta, levantándose y sacudiendo sus manos.

—Convéncela de no decir nada si no quieres que tu papi te rompa la cara de nuevo —advierto.

—¡Basta! —grita—. Me da lo mismo si me golpea, Joel —sus ojos se ponen rojos e intenta empujarme, pero él es débil y apenas me muevo—. Me importa una mierda si me golpea, estoy tan acostumbrado a los golpes que hay lugares donde me golpean tantas veces que los moretones se repiten hasta que parecen cicatrices.

—No me importa —le digo, regresándole el empujón.

—Que me golpee, entrenador —se limpia las lágrimas cuando salen—. Pero no puede echarme de casa. Me lo advirtió, si me echan de la escuela, él me echará de casa —se limpia la cara con la camisa y la tierra mancha la prenda.

—¿Y qué quieres que yo...?

—Digamos que Becky mintió. N-No sé... Que se confundió.

—¿Qué ganaría yo, zorrita?. —pregunto sonriendo ante la idea de que todo aquello le pase.

—No sé... Y-Yo...

—¡Tengo una idea! —exclamo victorioso y él me mira con miedo.

—¿Tiene un plan? —pregunta con su labio inferior temblando y sus ojos rojos.

—Solo lo haré si aceptas —me recargo en el auto y me cruzo de brazos.

—Dígame que es —pide.

—Acepta.

—Primero dígame qué es.

—¿No quieres? De acuerdo, suerte con tu vida de vagab...

—¡Bien, bien, acepto! —grita, tomando mi brazo antes de que entre al auto.

Volteo a verlo con una sonrisa que se vuelve una mueca. Su cara ya está sucia por la tierra y lágrimas mezcladas, su labio no deja de temblar y su pecho sube y baja intentando tomar aire.

—Zabdiel y Christopher me dijeron que eres bueno en basketball, no les creí, pero... Necesito buenos jugadores, y si solo es una broma de ellos, también te afectará —digo seriamente.

—¿Quiere que juegue en el equipo?

—Espera —pongo una mano enfrente—. Antes que nada, dejarás de usar ropa de chica en la escuela.

—¿Qué?

—No volverás a ver a Zabdiel ni a Christopher.

—Pero...

—Y si vuelves a intentar algo como lo que pasó en mi oficina, le diré al director.

—Sí, pero...

—Ya habías aceptado, idiota. Ahora sígueme —le digo, dándole un suave empujón para que me siga hasta el patio trasero, donde tomo mi balón de basketball.

Le lanzo el balón y él lo atrapa en un movimiento en seco.

—¿Puedes jugar en jeans o le pido un vestido a la vecina? —pregunto.

Erick me mira con ese triángulo en su boca y solo gira el balón.

—¿Qué haremos? —pregunta mientras rebota el balón varías veces.

—Crear un grupo y hacernos famosos, idiota —digo sarcástico—. Vamos a jugar. Y como sé que ni de broma me vas a superar. Veré si vales la pena para estar en el equipo.

—¿Habla en serio, entrenador?

Le quito el balón en un movimiento brusco y lo lanzo a la cesta. Cae en el centro sin rozar el aro y sonrió viendo hacia atrás.

—¿Quieres más comentarios sarcásticos?

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Ya saben, comenten y denle mucho, muchísimo amors.

Gabbb.

Gym || Joerick || ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora