Gym || Joerick || ADAPTACIÓN

29.-

En los últimos minutos de receso salí al comedor, aunque para mí eso no era común.

Había más estudiantes en los pasillos que en el comedor. La mayoría me miraban extraño. Tal vez por la ropa sudada, tal vez porque casi nadie me conocía.

Vi a Erick. Estaba sentado solo y sin comida hasta el fondo del comedor.

No había nadie con él, tenía puestos unos audífonos y un pequeño moñito azul cielo con puntos blancos en la cabeza. El cual, se quitó inmediatamente después de verme.

Tiró el moño al suelo y salió casi corriendo y llorando. Media cafetería lo observaba tal vez porque finalmente usaba ropa normal.

Me hizo sentir incómodo el hecho de que todos lo miraran, susurraran y rieran de él. Yo sufrí un tipo de acoso emocional en la preparatoria también y no es muy agradable. Así que me convertí en el abusador, aunque en esos tiempos —por suerte— no habían maricas en la escuela.

[...]

El director me contó que Becky había sido expulsada dos días por su mal comportamiento, me pidió una disculpa y luego se retiró de mi oficina.

Finalmente es jueves y ya tenía los elegidos para el equipo, por lo que llamé a todos los grupos al gimnasio después de la escuela.

—Solo diré que entre los elegidos, hay algunos que puse simplemente para completar el equipo.

Me miran con odio y yo con una sonrisa burlona.

—Escogeré a quince. Jugarán un partido, cinco contra cinco. Los perdedores del primer juego tendrán que jugar contra el tercer equipo y dos del equipo que pierdan estarán fuera, ¿entendido? —explico rápidamente mientras tomo un balón—. En una hilera, hombres y mujeres, rápido.

En menos de quince segundos ya todos están formados, así que voy por la lista y una pluma.

—Diré a los quince que entraron —apunto los nombres conforme comienzo a decirlos.

—Por estos días y lo que ha pasado, los que más destacan en el equipo son Villalobos, Camacho y Colón. Difícilmente recuerdo el nombre de los otros.

He puesto a cada uno de ellos en un diferente equipo y aunque Erick había jugado relativamente bien, su equipo perdió en ambos partidos. Ganándose bromas sobre el porqué perdieron —sus gustos— lo que me hace sentir mal por un momento; a pesar de estar tan retorcido, Erick realmente tiene cierto talento para el basketball.

—Ambas chicas se quedarán —sentencio y los tres chicos sobrantes me miran con tristeza—. Pero en el equipo femenil —me rasco la sien—. Queda un lugar para el equipo varonil.

Los chicos parecen animarse, enderezando la espalda y sonriéndose entre sí. Excepto Erick, quien sólo mira a Sebastián, pero Villalobos solo se la ha pasado hablando con algunas chicas y chicos, ignorando a Erick de la misma manera que yo desearía que empezara a hacer.

—Colón, queda como alero.

Erick hace una mueca y asiente con la cabeza mientras camina hacia el resto del equipo.

—¡Carajo! —grita un pelirrojo que no entró al equipo.

—Los que no entraron, retírense. Ya —ordeno mientras voy por una libreta y anoto el nombre de los doce jugadores del equipo femenil y varonil.

Cuando levanto la mirada, ya sólo quedan veinticuatro estudiantes, sentados en las gradas sin decir nada.

—Bien. Mañana los quiero aquí para darles sus posiciones y para comenzar a practicar. Vendrán diario después de la escuela a excepción de los miércoles. Ya están en el equipo y si quieren retirarse bajarán sus calificaciones por falta de compromiso, ¿entendido? —digo fuerte y todos asienten con la cabeza.

La campana suena y yo guardo la libreta.

—No pueden llegar tarde, mañana jugaremos un partido para designar el número de jugador. Si llegan tarde serán los últimos —hablo sin mirarlos—. Ya pueden irse —finalizo.

Sus tenis rechinan en el piso mientras salen, algunos murmurando y otros casi corriendo.

Por alguna razón, siento que Erick se quedará o que estará en la puerta observándome. Pero cuando volteo, la cancha ha quedado vacía.

Es extraño, me acusa un escalofrío en la espalda y me hace sentir incómodo.

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—Gabbb.