Mi cuerpo aún tiembla ligeramente mientras entro a mi casa. Me siento débil y abrumado. Solo ceno con cereal y subo a mi cuarto para descansar un poco, aún que no puedo pegar ojo e imagino que así es el día a día de Erick. Me siento impotente al no poder ayudarlo, pero sé que pronto terminará.
¿Y sobre los besos? Nadie sabrá. Él estaba asustado al igual que yo, sí, me dejé llevar por el momento. Pero no mentiré más y no negaré que también lo necesitaba. Desde que me besó en el sótano sentí que lo había dejado mal. Como si se lo hubiera negado. Y Erick tenía razón, yo no había dicho la última regla. No le había prohibido nuevamente que me besara o me hiciera algún tipo de contacto sexual. Pero no es como si por no decirlo pudieras ir besando a quien sea por la calle.
—Mierda... —me quejo cuando la alarma suena y despego mi vista de mis zapatos para ver el reloj.
Nueve de la mañana y no he dormido nada. Me siento cansado, pero aunque lo intente no puedo dormir.
Me levanto y me pongo unos shorts blancos Nike, mis audífonos, tenis y una camisa holgada para ir a correr.
Subo todo el volumen y apenas escucho mis pisadas contra el asfalto. He llegado a la calle de la casa de Erick, pero antes de girar para entrar, me giro y corro en dirección a la escuela. Ni siquiera me siento tan cansado físicamente. Algo adentro no me deja avanzar, solo me pide que me acueste o haga algo que me ayude a sentirme mejor. Pero no puedo pensar en qué me haría sentir mejor, así que me obligo a correr hasta que mis pies duelen y caigo de rodillas en la entrada de mi casa.
—Puta madre... —jadeo mientras tomo la manija y me apoyo en esta para entrar a casa.
Preparo la cafetera y luego subo a bañarme.
Me pongo básicamente la misma ropa, pero limpia y de otros colores, no quiero estar mucho tiempo en la escuela después de los entrenamientos y el cambiarme y bañarme consumen más de treinta minutos.
Para cuando termino de desayunar ya son las doce en punto, así que salgo en mi auto y conduzco hasta la escuela. El director siempre es el primero en llegar, su auto es el único que veo diariamente en el estacionamiento hasta el momento.
—Adelante —habla su ronca voz del otro lado de la puerta una vez toco con mis nudillos.
Ahora la piel de mi mano está de diferentes colores, me duele hacer fuerza, pero es un dolor soportable. Me gusta sentirlo para recordarme que soy fuerte, por más insignificante que pueda ser el dolor.
—Buenas tardes —saludo después de entrar.
—Señor Pimentel —sonríe un poco y señala un asiento, ofreciéndome asiento.
—Gracias —murmuro y me siento donde señaló.
—¿A qué se debe su visita? —pregunta, dejando a un lado el papeleo que tenía en el escritorio.
—No es algo bueno —me encojo de hombros y hago una mueca, no sé cómo explicar lo sucedido—. Ayer... hubo un caso de abuso en los vestidores del gimnasio... ¿casi?
Su expresión cambia por completo, siento que así me vi cuando fui testigo de lo que pasó ayer.
—¿De qué habla?
—Sebastián Villalobos. Va en último año, como la mayoría de mis estudiantes. Estaba en los vestidores con otro chico —trago saliva—. Erick Brian Colón, c-creo que sabe de quién hablo.
—Efectivamente. Tuvo varios problemas con él, ¿no es así?
Me siento avergonzado, pero asiento con la cabeza.
—Pero no vine por eso. El chico, Sebastián, lo arrojó contra los casilleros, y considerando la estructura muscular de cada uno se imagina que Colón casi salió volando —me rasco la nuca e inhalo aire—. Después... é-él —gruño e intento no imaginarlo de nuevo—, casi lo obliga a tener un acto sexual. Un oral, específicamente —aclaro y lo miro esperando su reacción.
Él se queda expectante. Parpadea un par de veces y luego niega ligeramente.
—¿Sebastián dijo? ¡Él es un estudiante promedio! Muy tranquilo. Tal vez un poco mujeriego, pero...
—Lo sé, he visto su historial —interrumpo—. Pero Erick se lo dirá, él presentará cargos.
—¿No cree que es un poco exagerado?
—¿Alguna vez vio la mirada de alguien que estuvo apunto de ser violado? —él niega—. Pues yo tampoco. Porque le aseguro que no es la primera vez que Sebastián le hace algo así. Erick sufrió abuso. Tal vez no hubo penetración, pero no es el único tipo de abuso sexual que existe —me levanto molesto, hablar de sexo cuando eres un adulto es fácil. Aunque aún se me hace un poco incómodo considerando que hablo de dos hombres—. Pediré la expulsión de Sebastián y yo me encargaré como testigo de ayudar a Colón a presentar cargos.
—¡Bien, bien! —exclama y se levanta—. Pero no lleve esto más allá de la escuela, ni prensa, ni televisión, ni nada de eso, ¿entendido? Le pido discreción.
Asiento con la cabeza. Tampoco quiero sentirme observado y sé que Erick mucho menos, se sentiría peor.
—Llamaré a los padres de Sebastián ahora mismo, y lo veré a usted y al joven Colón mañana en la mañana —asegura y toma el teléfono de su escritorio.
—De acuerdo. Sí —no tengo nada más que decir, así que salgo.
En el pasillo de regreso al gimnasio veo rostros muy desconocidos a mi alrededor. Entreno a los equipos después de un horario matutino, así que casi siempre la escuela está vacía cuando terminamos.
Algunos se me quedan viendo por mi cabello y ropa, me limito a ignorarlos y avanzar.
—¿Entrenador Pimentel? —escucho la voz de Becky y detengo mis pasos para mirar a los casilleros azules de atrás.
Me mira molesta. Trae puesta una blusa blanca con algunos botones desabrochados, una falda gris un poco arriba de la rodilla y unas medias negras que puedo observar que terminan al mismo nivel de la falda cuando se mueve y está se levanta un poco.
—Becky —hablo con el semblante serio. No me molestaré en sonreír falsamente.
—¿Qué hace en los pasillos de la escuela? —pregunta intrigada.
—No es de su interés. Trabajo aquí y puedo ir a donde yo quiera, incluyendo los pasillos —aclaro de mal humor y ella se acerca a mí.
—La verdad se sabrá tarde o temprano —amenaza.
—Lo único que quiero ahora es el bien de Erick, y me importa una mierda lo que creas —mascullo, apretando mi mandíbula.
Se acerca más a mí y entrecierra sus ojos, tomando con más fuerza sus libros. Desde este ángulo podría ver sus pechos, pero me vería demasiado obvio, me metería en problemas y Becky no me resulta atractiva en lo absoluto.
—Usted golpeó a Erick —está bien, tiene ojos lindos.
—Él me hizo cosas peores —la alejo de mí—. E intenta mantener tu distancia. Tu título de lesbiana podría cambiar a urgida —digo molesto, viendo a los lados.
Observando como algunas personas se nos quedaron viendo por la cercanía. Tiene suerte de que hablé en voz baja.
Me mira algo sorprendida y yo sonrío un poco para después darme la vuelta y seguir mi camino al gimnasio.
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Denle mucho amors o lloro.
—Gabbb.
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Gym || Joerick || ADAPTACIÓN
FanfictionEn donde el nuevo entrenador de basketball, Joel Pimentel, es homofóbico. Esta novela es CONTENIDO ORIGINAL DE WellNotToday, quien borró la cuenta pero antes de hacerlo comentó que su historia puede ser adaptada, así que espero que les vaya a gustar...