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Una semana después.

Aún duele.

Logro no pensar en cuando se fue, en cómo me miro y en el último beso que me dio antes de irse. Pero no logro parar de pensar en toda nuestra pequeña historia.

Me siento cada vez peor cuando recuerdo cómo lo traté, pero cuando recuerdo las sonrisas y risas que provoqué en él... ayuda un poco.

—Esto es... estúpido —comenta Emilia tomando asiento a mi lado mientras me quita mi cerveza de la mano, casi olvido que está aquí.

—Perdón por llamarte anoche —me disculpo mientras limpio las lágrimas de mis mejillas—. Estaba ebrio.

—Y aún lo estás —afirma, levantándose y tomando todas las latas de cerveza del suelo y sillones—. Estarás bien, pero... deja de llamarme tan noche y gritarme disculpas hasta que se te acaba el crédito.

—Lo lamento, en serio —me disculpo nuevamente, levantándome y quitándole las latas de las manos—. No entiendo por qué eres tan buena conmigo después... después de todo.

—Cuando estabas borracho dijiste muchas cosas —ríe levemente—. Tal vez fueron mentira o no, pero... no tenía mucho por lo que odiarte —se encoje de hombros—. Te fuiste porque te mentí, te herí e ilusioné. Y aún así pediste perdón por muchas cosas, es... difícil de explicar. Pero creo que estamos a mano.

—Eres la mejor —sonrío pequeño mientras tiro las latas al bote de la cocina.

—Por cierto, Johann llamó y dijo que vendrá más tarde —informa mientras se sienta en la barra, con los brazos recargados.

No he hablado con él después de la última vez, no cara a cara, solo por mensajes, e incluso ahí evito hablar sobre Erick.

—Genial —sonrío un poco y saco una botella de agua del refrigerador, recordando lo que Erick me dijo, cumpliré sus palabras—. Agradezco que estés aquí, quería preguntarte algo.

—Oh, ¿hablabas en serio? —pregunta y yo la miro confundido—. ¿Es algo sobre... nosotros y volver? —pregunta algo tímida, pero con sorpresa fingida.

—A-ah... ¿Te dije algo mientras estaba borracho? —pregunto, sintiendo mis manos temblar ligeramente.

—¿Tú crees? —cuestiona y yo suspiro con pesadez.

—Lo lamento, en serio... ¿puedo saber qué preguntaba?

—Una de las muchas cosas que dijiste por la llamada era algo sobre volver, o intentarlo al menos —dice con una pequeña mueca, viendo al suelo mientras juega con sus dedos—. Supongo que olvidaste la respuesta a pesar de que lo preguntaste y yo respondiera lo mismo cada vez que llamaste.

—¿Ah, sí? —pregunto, sintiendo mi corazón acelerarse por ser un idiota. Si eso le dije a ella y no recuerdo las llamadas y palabras, no quiero saber a quién he llamado aparte—. ¿Puedes repetirlo ahora que estoy sobrio? —sonrío con una mueca, fingiendo inocencia.

Ella ríe ligeramente y se levanta, tomando mis bíceps entre sus manos y negando levemente con la cabeza.

—Dije y aún digo que no —levanto las cejas y la miro sorprendido con sorpresa pura—. No soy Erick.

—Ay, Dios —digo, casi golpeándome la cara.

Ella ríe nuevamente y acaricia mis brazos mientras me da un pequeño abrazo y después se sienta sobre la barra de la cocina.

—No quiero que regreses conmigo porque Erick te lo pidió. Quiero que lo hagas porque aún me quieres —literalmente camino al refrigerador y golpeo mi cabeza con el metal, haciendo que suenen las latas de adentro—. Pero... mientras estabas ebrio hablamos mucho, ¿sabes?

Vuelvo a golpear mi cabeza aún no tan fuerte.

—Sé que eso no pasará, Joel. Pero como ves —se acerca a mí y me aleja del refrigerador, abriendo sus brazos para que vea la casa—. Aún puedo ser una gran amiga. Y eso quiero ser, si aceptas —acaricia mi espalda—. Y hablaba en serio al decir que soy buena amiga, Johann se negó más de dos veces en venir a ayudarte a limpiar tus vómitos.

—Emilia... —intento tomar sus manos, pero ella las coloca en mis hombros y sonríe de una manera tierna.

—Está bien, Joel. Estamos bien —dice y honestamente me siento mejor, realmente es como regresar el tiempo y estar en la preparatoria de nuevo.

—Eres la mejor —repito, quitando sus manos de mis hombros y abrazándola con fuerza. Entonces caigo en cuenta—. ¿Qué tanto te dije sobre Erick? —pregunto alarmado cuando me separo de ella.

—Lo suficiente —ríe y da una palmadita en mi pecho—. Tengo que irme, deja de emborracharte y... —toma su bolso—. No te preocupes, no diré nada.

—Sé que sabes guardar secretos —hablo, riendo un poco aunque ella me mira mal—. ¿Muy pronto? —pregunto, borrando mi sonrisa.

—¿Tú qué crees, asalta cunas? —pregunta, caminando a la puerta.

—¡Emilia!

—¡Adiós! —se despide mientras ríe y veo por la puerta abierta como se sube a su auto, pero cierro antes de verla comenzar a conducir.

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Nota agregada en la segunda publicación, 09/05/2021.

Querido Joel, no lleva ni 10 minutos la noticia de tu retiro de CNCO, y me duele, me duele horrible pensar que todo lo hermoso tiene un final, tristemente es la ley de la vida. Pero pase lo que pase, Joel Pimentel de León siempre, lean bien, SIEMPRE me tendrá como fan, porque se ha ganado un lugar en mi corazón que nunca perderá, le deseo lo mejor a él y a los chicos, y pues, gracias por todo Joel, espero conocerte algún día, te amo tanto, éxitos hoy y siempre. Gracias por hacerme feliz. ♥

Gabbb.

Gym || Joerick || ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora