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Por suerte Erick tenía otra ropa, y ahora lleva una sudadera rosa pastel más delgada y con el cierra abierto para ver su camisa blanca debajo. Unos jeans claros como los míos, a diferencia de que los míos tienen algunos hoyos en las rodillas.

—De aquí a la calle de Zabdiel —hablo, aparcando el auto y recordándole a Erick que tiene que cargarme. Y por supuesto que no dejaría que me cargara medio camino, pero sí una cuadra.

—Terminaré como de esos osos aplastados con forma de alfombra —me mira mientras aprietas los labios. Aún están rojos y ligeramente hinchados, espero no sea lo mismo conmigo.

—Querías un empate —sonrío con malicia.

—¿No puedo mejor tomar el smoothie más extraño que Christopher y tú hagan? —ofrece, pero niego y río mientras bajo del auto.

Él baja después de unos segundos, no se ve emocionado por llegar a la banqueta pero al final lo hace y después de que cierro el auto y guardo las llaves, me coloco detrás de Erick, dejando mis manos en sus hombros y saltando rápidamente para quedar con mis piernas alrededor de su abdomen y mis brazos en su cuello. Me río e intento ver sobre su cabeza. Le cuesta mucho avanzar, y seguramente nos vemos como un par de idiotas, pero es divertido y Erick me la debe. Así que sólo río un poco más y veo como avanzamos un metro cada treinta segundos.

Estoy apunto de bajarme porque me estoy resbalando, pero el tarado solo suelta mis piernas y caigo, aunque reacciono a tiempo y no suelto sus hombros, provocando que también caiga sobre el pasto del jardín de algún vecino.

—¿Te gusta la pimienta y mostaza? Porque eso y más llevarán tu smoothie, debilucho —digo mientras me levanto y me limpio la tierra de las manos—. No puedo creer que me hayas soltado.

—Y yo no puedo creer que me hayas obligado a cargarte —dice realmente indignado, pero verlo así me provoca risa.

—Pues tú me obligaste a besarte —intento defenderme. Aunque él no me obligó, yo lo besé—. ¡Tú quisiste apostar! —grito no tan alto.

—¡Bueno! —exclama con el mismo tono de voz que yo—. Y Joel... —me habla y mira a los lados con preocupación.

—¿Qué pasa? —pregunto, también viendo a los lados para ver si hay algo o alguien que sobresalga.

—P-Pue... no... yo... —agita su cabeza un poco—. Olvídalo, perdón. Ya es tarde, vamos —y sin más se da la vuelta y gira por la esquina de la calle.

Troto hasta él y disminuyo mi paso cuando estoy a su lado. Lo miro de perfil, veo lo pequeño que es y el detalle de sus facciones. Parezco incomodarlo, así que termino por mirar hacia enfrente.

—¿Qué ibas a decir? —pregunto, metiendo mis manos en los bolsillos delanteros de mis jeans.

—Nada —asegura y mira hacia enfrente con el ceño fruncido—. ¿Crees que realmente les agrade a los chicos? —pregunta, viendo la casa de Zabdiel—. ¿O es solo por lástima, como...? —detiene sus palabras y me mira preocupado, sé que iba a decir "como tú" así que aunque ahora esté molesto, solo miro al frente y sigo caminando.

Aprieto mis dientes y mis puños dentro de mis bolsillos, evito mirarlo hasta que llegamos al jardín de Zabdiel, donde acelero mi paso para alejarme de Erick y entrar primero. No toco el timbre, solo abro la puerta y entro para dejarme caer en el sillón a un lado de los chicos.

—¡Hay un maldito timbre, Joel! —grita Zabdiel, dejando su cerveza a un lado.

—¡Erick! —grita con emoción Christopher, levantándose de su lugar y caminando a la entrada de la casa, donde se ha quedado parado Colón—. Pasa, está bien.

"¡Hola, Chris! ¡Sí, cuéntame cómo les fue en el viaje! Yo estuve bien también, gracias." pienso con sarcasmo y molestia cuando regresan a la sala.

—No puedo creer que pienses que no te quieren —murmuro hacia Erick, pero lo digo tan bajo que no me escucha nadie.

Fingir que odio a Erick frente a los chicos será fácil ahora. Quiero decir, no lo odio, pero estoy molesto sobre que piense que aún estoy con él por lastima. ¿No puedo cambiar? Al parecer solo parezco hacerlo conmigo, porque solo yo lo noto.

—Hola, Joel —saluda Christopher después de soltar a Erick—. No te dije nada el otro día, pero me gusta el azul.

Se acerca a mí y me deja un pequeño abrazo después de agitar mi cabello.

—Sí, como sea. Tengo que irme —informo, separándome y caminando a la puerta—. Nos vemos.

—¡Hey, Joey! —grita Zabdiel deteniéndome antes de que salga—. Creí... creí que te quedarías —se acerca a mí y yo alejo mi cabeza—. Christopher y tú me dijeron que cambiaste, ¿qué mejor momento que ahora? Quédate.

—Es que veré a Johann —miento—. Y después tengo que hacer cosas del trabajo.

—Joel, espera —llega Chris detrás, animado y con una sonrisa—. Creí que te quedarías a ver una película. Erick me dijo que quieres hacer un smoothie para él.

—Sí, Joel —habla Erick—. Deberías quedarte —pero no parece importarle, o al menos, su expresión es neutra.

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Gabbb.

Gym || Joerick || ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora