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Sus ojos brillan a pesar de que no prendí la luz; tiene una pequeña sonrisa, casi parece paralizado.

Me mira un momento a los ojos y luego se levanta de la silla, yo bajo los brazos porque se me cansan y lo sigo con la mirada.

—No lo hagas —pido y trago saliva cuando veo que se acerca con intenciones de abrazarme.

Pero de igual manera lo hace.

Levanto mi brazo y rodeo su espalda solo con un brazo, apretando su hombro con un poco de fuerza. Evito mirarlo.

No quería que me abrazara porque sabía que regresaría el abrazo. Comenzaba a sentir lástima por él, no lástima por estar "enfermo", era diferente. De una manera "me da lástima que tengas que vivir con una persona tan asquerosa y que tu vida sea tan complicada para ser tan joven".

Mi corazón se acelera y mis manos comienzan a sudar. Su cuerpo me abraza con fuerza, su mejilla está recargada sobre mi pecho y sé que puede escuchar los latidos de mi corazón, casi puedo hacerlo yo.

—Erick, déjame —quito mi brazo de sus hombros.

—Gracias.

Entonces se separa, y siento mi corazón latir como antes.

—Ya te dije, te lo mereces —sonrío un poco y le entrego la camiseta.

—Mi papá dijo que no sirv...

—Me importa una puta lo que tu padre haya dicho, te lo mereces —digo algo molesto. Miro por la ventana y me doy cuenta que ha dejado de llover, pero está muy oscuro, ya es de noche—. Si te llevo a casa, ¿qué crees que digan o hagan tus papás? Por desaparecer, digo.

—Nada —asegura al instante a pesar de que su sonrisa se borra un poquito—. Papá estará dormido.

—¿Y tu mamá? —me atrevo a preguntar.

—Gracias por esto, entrenador —habla cambiando de tema sin previo aviso y viendo su apellido en la prenda—. No le fallaré —asegura volviendo su vista a mí.

—Eso espero —le sonrió nuevamente—. Ve por la sudadera, aún hace frío... Y tienes que lavarla, sudaste mucho —hago un puchero como los suyos en forma de burla—. Te veo afuera.

Tomo las llaves del auto y me adelanto a la puerta.

Subo al auto y a los pocos segundos veo a Colón salir por la puerta. Con la sudadera rosa puesta sobre él y las mangas enrolladas sobre sus brazos.

—Gracias por todo, entrenador. S-sé que lo hizo por sus amigos, pero... Gracias por llevarme al cine, por darme dulces, comida y dejarme dormir. Tal vez sea un idiota —ríe un poquito—, pero si necesita algo, puedo intentar ayudarlo —me sonríe y yo enciendo el auto—. Es más... Simpático y amable de lo que cree.

—Erick... —lo miro después de sacar el auto del patio. Algunos recuerdos me llegan a la cabeza y hago una mueca—. Olvídalo —suspiro—. ¿Puedes comentarme que pasó cuando eras pequeño? ¿Por qué huiste? —pregunto intentando no parecer demasiado entrometido.

—S-supongo —mira por la ventana y pasa sus dedos entre su cabello—. Creo que tenía siete... Ocho, no, nueve. Nueve años —afirma—. Sé muy poco, solo sé que mi mamá me sacó de la casa, me dijo que nos iríamos lejos de él. Y-yo estaba feliz, no puedo negarlo. Él me hacía cosas que me dolían, me hacía sentir mal. Pero al salir y subir al auto, mi papá salió de la casa y sacó a mi mamá del auto, de una manera... Fea. No me vio a mí, m-me escondí atrás y cuando se fue, salí para entrar a casa. Lo vi golpeándola, él repetía cosas tontas, absurdas —me mira.

Gym || Joerick || ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora