L - FINAL

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En el capítulo anterior...


              HUGO

Los nervios se apoderaban de mí. Por fin había llegado el día y me encontraba en el altar, frente a cientos de personas, esperando a verla aparecer con su vestido blanco, llenando con su luz todo a su paso.

De pronto, la marcha nupcial congeló mi corazón. Era la hora. Iba a prometer pasar el resto de mi vida con Anaju. Quizás la promesa más fácil que haya podido hacer jamás.

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             ANAJU

¿Cómo empezar a escribir sobre uno de los días más inolvidables de mi vida? Resulta complicado expresar lo que pude llegar a sentir en ese momento. 

Si os soy sincera, no sé ni por dónde empezar. 

Pasé toda la noche sin poder pegar ojo. Ni yo misma entendía porqué estaba tan nerviosa. Casarme con Hugo no iba a cambiar absolutamente nada entre nosotros. Solo cambiaba de ojos afuera. Un simple trámite para asegurar nuestro futuro. 

Pero no podía evitar sentir como mis piernas flaqueaban en cuanto mis pies tocaban el suelo. Nunca fui una niña que soñara con el día de su boda o con encontrar al príncipe azul. Siempre he sido bastante realista. Bueno... ya me conocéis. Aún así, desde que nos prometimos no hacía más que pensar en ese día y en las ganas que tenía de convertirme en su mujer. 

Y ahí me encontraba, frente al espejo, con el vestido que meses atrás había aparecido en mi vida como por arte de magia ante mi indecisión. Era perfecto. Y aún lo hacía todo más perfecto el lugar en el que me encontraba. Mil sensaciones recorrían mi cuerpo al estar allí. 

Cuando Hugo y yo nos planteamos dónde celebrar la ceremonia, lo tuvimos claro. Queríamos volver al lugar que vio nacer nuestras primeras miradas, nuestros miedos, nuestras ganas, nuestro amor. Recordaba todos y cada uno de los segundos que pasamos entre esas cuatro paredes y se me encogía el corazón. Cuánto habían cambiado las cosas. 

Estaba preparada para afrontar lo que iba a ser uno de los mejores días de mi vida. Salí de aquella sala, aquella que fue testigo de muchos de nuestros momentos. La sala de Capde siempre iba a tener un hueco en mi corazón. 

Sabía que unos pasos más allá, mamá, Cristina y mis damas de honor me esperaban ansiosas por verme. No pude evitar que las lágrimas salieran de mis ojos al ver la emoción y el amor con el que me miraban. En seguida me rodearon con sus brazos Mai, Nia y Sam entre sollozos, mientras mamá rebuscaba en su cartera algún pañuelo que le permitiera secarse los ojos. 


- Jujiti estás impresionante -dijo Mai besándome la mejilla con el mayor cuidado que os podáis imaginar

- Estoy muy orgullosa de ti, mi vida -mamá siempre tan sentimental

- No me hagáis llorar -dije consiguiendo que las risas inundaran la Academia


Con mi brazo entrelazado al de mamá, eché la vista atrás para mirar el que fue mi hogar durante tanto tiempo. Jamás he sido capaz de agradecer lo suficiente la oportunidad que me dieron de dedicarme a lo que tanto ansiaba. Y mucho menos de agradecer haber conocido a personas tan importantes. Para mí dejaron de ser compañeros para convertirse en mi familia. Siempre lo han sido.

Salimos del recinto juntas en dirección al coche encargado de llevarme junto a Hugo. Papá era el encargado de conducir y esperaba junto a la puerta. Sus ojos se empañaron al verme y sus labios dibujaron una sonrisa de orgullo. Fue en ese momento en que supe lo mucho que me iba a costar aguantar las lágrimas. Siempre he sido la niña de papá y verlo tan emocionado me devolvía a aquella infancia entre sus brazos. 

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