XV

1.1K 56 69
                                    

20 y 21 de Mayo de 2020

                  ANAJU

Esa carta... esa carta me llegó tan adentro que si en algún momento pensé que no era capaz de quererlo más, me equivocaba. Se había abierto en canal, como nunca antes había hecho. Al fin y al cabo, él se comunicaba a través de la música y esta vez lo hizo con palabras. Dándoles todo el peso que para él significaban. No sabía si era verdad que sus palabras eran para todos, pero yo las sentí tan para mí que me lo creí de principio a final. 

Pero en mi interior la sensación era agridulce. La pena por la marcha de Gèrard, el subidón de no estar nominada, la llorera con las palabras de todos y cada uno de nosotros, la carta de Hugo y mis miedos al pensar que podían ser para Eva. Todo me provocaba esa terrible sensación. ¿Y sabéis qué? Por primera vez en mucho tiempo, preferí quedarme con las buenas y disfrutar de lo que estaba pasando, más que pensar en lo que pasaría más adelante. 

En cuanto nos despedimos de Ricky y de Noe, se fue a la terraza a fumar. Sabía que necesitaba tiempo. Abrirse de esa manera públicamente tenía que haber sido realmente complicado. Me fui a ponerme el pijama. Estaba agotada tanto física como psicológicamente después de todo el día. Nia ya estaba tumbada y Eva se había echado en la cama de Gèrard, junto a Flavio. Ambos estaban tristes por su marcha y se necesitaban el uno al otro. Sam esperaba a Flavio en su cama, dándole su espacio y su tiempo. Por lo que sospechaba que Bruno y Mai debían estar con Hugo o bien en alguno de sus rincones secretos, en los que dar rienda suelta a lo que sentían.

Me tumbé con Nia para consolarla. Gè era muy importante para ella y, aunque yo lo echaba de menos, sabía que ella tenía una relación mucho más estrecha. Apareció Bruno en la habitación haciendo tonterías y conseguimos reírnos de tal manera que hasta la barriga nos dolía. Poco después, entró Mai con Hugo a la habitación. Me miró, tumbada con Nia y decidí ir a mi cama. Le di varios besos a esta última y me tumbé haciéndole señas para que viniera a mi lado. Esa noche lo necesitaba. Necesitaba sus brazos, sus besos, su olor, a él.

Su sonrisa casi me mata, al igual que él al tumbarse de un salto. Me abrazó mientras hablábamos con Nia, Bruno y Mai en voz baja. Poco a poco, la habitación iba quedándose en silencio. Estábamos abrazados, él con uno de sus brazos rodeándome por los hombros y el otro apoyado en la almohada, tras su cabeza. Yo estaba de lado, con mi cabeza en su cuello y una de mis piernas por encima de las suyas. Una de mis manos reposaba bajo mi cabeza y con la otra le acariciaba la cara y el cuello suavemente. 

Con esa misma mano, le giré la cara para mirarme. Necesitaba hacer lo mismo que él, decirle con palabras lo que estaba significando para mí todo ese tiempo, aunque con ello me diera de bruces contra el suelo. 


- ¿Escribes muy bien, lo sabías? 

- ¿Te ha gustado? -la mano que se recostaba bajo su cabeza, apareció en mi cuello para tocarme el pelo y erizarme la piel

- Mucho. Ha sido precioso, Huguito... Ya te he dicho que me has hecho llorar...

- No era mi intención 

- He llorado porque me han llegado muy adentro tus palabras, Hugo... Esta semana ha sido muy especial para mí y todo gracias a ti

- ¿Ah sí? -dijo mordiéndose los labios y sin apartar su mirada de los míos

- Sí... Me haces sentir querida, escuchada y cuidada

- Y voy a intentar todo lo que está en mi mano para que te sientas así toda la vida


Lo besé mientras mis lágrimas caían poco a poco, mojándonos a ambos. No podía creer que todo lo que había soñado durante tanto tiempo, estuviera ocurriendo. Quería parar el tiempo, quedarnos así para toda la vida. Eso, precisamente lo que teníamos, era lo que yo entendía como amor. Querernos tan bonito, respetándonos tanto. 

TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora