Todo

XXIX

          ANAJU

Lo vi aparecer con la respiración acelerada y la cara sonrojada. Parecía haber corrido una maratón. Eva me miraba a mí para luego mirar a Hugo. 

- Bueno cuquiños os dejo que habléis -se acercó poco a poco a Hugo y la oí susurrar- Más te vale no hacerle daño porque sino te las verás conmigo, Hugo -él la miraba sorprendido- Y ahora ves a por ella 

Dirigió su mirada hacia mí y sonrió antes de marcharse. Sentía una enorme presión en el pecho, un nudo en la garganta que no me dejaba articular palabra. 

- Anaju -poco a poco se acercaba a mí- Siento haberte hablado así antes... 

- No pasa nad...

- Sí pasa, sí. He sido un gilipollas pero la simple idea de que tu... bueno... de que vosotr... -parecía no encontrar las palabras adecuadas- Lo siento, no sé cómo lo hago pero siempre acabo jodiéndolo todo y alejándote de mí, cuando quiero todo lo contrario

- Hugo, sabes como soy y por mucho que hagas, siempre voy a estar aquí. Te lo dije hace tiempo y lo sigo manteniendo

Me estrechó entre sus brazos sin darme tiempo a reaccionar. Ahí era donde quería estar, siempre. Al separarnos nuestras miradas se cruzaron, callaban muchas cosas pero ahí estaban de nuevo esas ganas de tenerle, de abalanzarme sobre él. 

          HUGO

Su olor embriagaba mis sentidos, sus ojos analizaban cada milímetro de los míos. Sentía como si pudiera leer mi alma. Y es que Anaju siempre ha sido capaz de comprenderme a un nivel tan profundo que ni yo mismo he logrado jamás. Quería confesarme, decirle que la quería pero las palabras no salían. No podía pretender llegar después de tanto tiempo, confesar lo que sentía y esperar que ella se lanzara a mis brazos. Primero debía curarme a mí mismo y conseguir su perdón, antes de entregarme completamente a su merced. 

Ambos fuimos hacia el escenario donde Ivan esperaba para ensayar nuestra actuación. Nos miraba, atento, expectante de saber si por fin había dado el paso. Me acerqué a él y le pedí disculpas de nuevo por haberle hecho perder el tiempo de esa manera. 

- No he sido capaz de decírselo, Ivan... Quiero hacer las cosas bien -susurré

Me entendía y, en cierta manera, parecía alegrarse de que quisiera ir poco a poco. No quería dar ningún paso en falso porque sabía que cualquier error, la alejaría de mí para siempre. Volví a mi posición y en cuanto nuestras miradas conectaron, el resto del universo desapareció. Nuestros cuerpos se movían al son de la música, atraídos por el otro, buscando cualquier excusa para tocarnos y sentirnos. Nuestros labios estaban a un milímetro de rozarse, nuestros latidos acompasados retumbaban por toda la sala, notábamos nuestra respiración el uno sobre el otro y nuestra mirada no lograba ver otra cosa que no fueran nuestros labios. 

Fueron segundos, minutos tal vez, hasta que volvimos al mundo real en el que Ivan nos miraba con la boca abierta, abanicándose con los papeles que tenía en las manos. 

- Madre mía chicos... yo creo que está perfecto. Que calor 

Consiguió sacarnos una carcajada. La miré y la veía con las mejillas sonrojadas, sonriendo de esa forma tan bonita que tenía, con la capacidad de alegrarle la vida a cualquiera.