Con total seguridad podía decir que Liam era el mejor novio que hubiese podido desear.
Ese chico era increíblemente dulce y atento, me sorprendía con pequeños detalles y me llamaba y mandaba mensajes todo el tiempo. No voy a engañaros, durante toda mi vida había odiado ese tipo de cosas. Lo reconozco, soy ese tipo de persona que suele agobiarse con facilidad cuando alguien esta todo el tiempo pendiente de ella. Siempre he necesitado mi espacio.
Pero en este caso era diferente.
Bueno más bien, él era diferente. Derivando en que de igual modo yo me sentía muy diferente.
Estaba.... estaba... enamorándome en serio de él.
Habían pasado casi dos semanas desde que me había pedido que nos convirtiéramos en una pareja oficial y cada día parecía ser mejor que la anterior. Durante todo este tiempo había pasado algunas cuantas noches en su casa. La pasión entre nosotros era algo fuera de este mundo. Lo que ponía la guinda al pastel.
La sensación que sentía al estar con Liam era algo difícil de explicar con palabras.
Pero como todo en la vida, esos días en los que podía estar despreocupada y pasar la mayor parte de mi tiempo con él llegaban a su fin.
Mi fantástico verano acababa de terminar. Solo había una cosa que podía confirmar ese hecho.
Primer día de clase. Instituto. Mierda.
Aquel día me sentía un poco triste. El instituto volvía a abrir sus puertas y era mi primer día como alumna del último curso. No quería ir a clase. Ese verano había sido tan increíble, que no quería volver a una vida normal de pasar mis mañanas en clase y ocupar las tardes haciendo deberes. Lo único que quería era pasar el tiempo con Liam.
Antes de decidirme, por fin, a levantarme de la cama, miré mi teléfono y lo revisé mientras veía que tenía un nuevo mensaje de él:
<Te eché de menos anoche>
Sonreí y le contesté. ¿Cómo podía provocar en mi la sonrisa de idiota que tenía en el rostro, con un simple mensaje?
No habíamos hablado mucho ayer, en realidad, nos habíamos pasado casi toda la tarde en su cama.
Me levanté a regañadientes y me di una larga ducha. Estando bajo el agua caí en la cuenta de que mi día iba a volverse aún más triste ya que ni siquiera podía verlo esa noche porque iba a salir con su hermano.
Suspiré y me puse unos vaqueros y una blusa blanca de manga corta que combinaban genial, me coloqué unas deportivas y me miré en el espejo, sonriendo por mi elección. Yo no era una chica que se complicaba mucho por su aspecto, por lo que ni me molesté en maquillarme. Dejé mi cabello suelto. Una vez que estuve satisfecha con la imagen que me ofrecía el espejo, me dirigí abajo a desayunar.
Mi madre estaba haciendo tortitas con miel al igual que cada primer día todos los años.
-Ven a desayunar, cariño – dijo, sonriéndome – estas guapísima.
Me reí incomoda.
Guapísima no era exactamente el término que me aplicaba a mí misma; aunque últimamente había empezado a sentirme más guapa por como Liam parecía mirarme. Cuando me observaba con esos ojos en los que se leía claramente la palabra adoración, era muy difícil no sentirse especial. Él había impulsado mi autoconfianza varios niveles hacía arriba.
-Eres mi madre, es normal que digas eso —Bromeé - es tu obligación.
Ella sonrió y dejó un plato de tortitas sobre la mesa frente a mi.
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No sé qué somos
Teen FictionApril es una chica de 17 años, que disfruta del verano antes de su último año de instituto. Ella como toda adolescente esta en esa edad en la que un no siempre puede llegar a ser un sí, incluso colarse con carnet falso en una discoteca con sus amiga...