Capítulo 29

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Cuando Bonnie y yo entramos al instituto el día siguiente me sentí tan extraña que quería huir de allí lo más rápido que pudiese.

Justin estaba hablando con uno de sus amigos en el aparcamiento. No supe qué hacer y sólo me ruborice y me limite a mantener mis ojos centrados en el asfalto de la carretera. ¡Oh, Dios esto era horrible!. Por lo menos cuando Tyler y yo rompimos fue en buenos términos porque prometimos seguir siendo amigos, pero con Justin sólo sería extraño por un tiempo ya que lo habíamos dejado con una pelea en vez de mutuo acuerdo.

Durante las primeras clases, parecía que quería evitarme. En cualquier momento que mirara en su dirección él miraba a otro lado o se giraba para hablar con alguien más para que no fuese a querer ir hasta donde él estaba, no es que yo lo tuviese planeado de todos modos pero creo que estaba tratando de asegurarse.

Quizás era más fácil para él pretender que nada había pasado, pero yo preferiría ,por lo menos, quedar como amigos. Estaba realmente intrigada sobre mi hora de castigo en el almuerzo, tanto que prácticamente no podía pensar en nada más, eso hizo que mi mañana se pasara volando.

Compre un sándwich y me dirigí a la sala de clases de Liam con una gran sonrisa en el rostro, sólo porque podría pasar tiempo con él durante una hora. Cuando llegué a la puerta rece para que pudiésemos estar solos.

Repentinamente se me ocurrió algo: ¿y si habían castigado a alguien más y tenía que estar ahí por una hora y realmente hacer mis deberes? Eso sería un muermo.

Dudé con mi mano alzada si debía golpear o no la puerta. Técnicamente él me había quitado el castigo entonces si había alguien más ahí podía irme a la cafetería. No tendría que quedarme realmente a hacer deberes.

Estaba perdida en mis pensamientos, cuando sentí dos manos en mis hombros que me hicieron saltar y gritar. Me gire para ver a Liam detrás de mí riendo en silencio.

-Tenías que haber visto tu cara, ¡Increíble! Era perfecta para una foto – sonrió él -.

Inclinó la cabeza hacia la puerta, que yo aún no había golpeado o abierto

-¿Vas a permitir que entremos o la revancha será en el pasillo hoy? - preguntó torciendo una sonrisa -.

Mordí mi labio inferior mientras mi estómago comenzó a saltar. La palabra «revancha» tenía que significar que estábamos solos, de otra forma no lo hubiese dicho. Sonreí ampliamente y empujé la puerta para abrirla casi saltando dentro porque estaba muy feliz.

Me volví hacia él y rió.

-Estaba pensando que podríamos lanzar pelotas de baloncesto en vez de chocolate, es más fácil de limpiar – se encogió de hombros -.

Me reí.

-No estoy segura de que puedas meter una pelota de baloncesto en tu boca, Liam – bromeé -Aunque supongo que no puedes meter muchos trozos de chocolate tampoco.

Él sonrió ampliamente y sacó un lote de papel reciclado enrollando, dejándolo en el escritorio cerca de mí. Asintió hacia un pequeño aro que estaba puesto en la pared, directamente sobre el cubo de basura.

-La primera persona en llegar a diez gana -Sonrió felizmente -.

Comenzó a apuntar hacía el cubo de basura para intentar lograr tres puntos, yo sólo reí al mirarlo. Era tan infantil a veces, pero yo realmente adoraba eso de él.

Las siguientes dos semanas pasaron exactamente igual, Justin continuaba mirándome de lejos con una expresión un poco herida cada vez que estaba cerca de él, lo que por supuesto me hizo ganarme un montón de miradas de su club de admiradoras porque el precioso Justin estaba triste.

Aunque al parecer no se había demorado mucho tiempo en reemplazarme. Tenía una chica diferente a su lado todo el tiempo rogando por su atención.

Para ser honestos, probablemente él estaba feliz de que hubiésemos terminado, por lo menos habría llegado a primera base con un par de ellas.

Liam continuaba siendo agradable conmigo, era extraño tener una conversación normal con él sobre algo aleatorio sin importancia. Cada vez que me miraba, mi corazón se aceleraba. Yo realmente disfrutaba poder hablar con él de vez en cuando. En sus clases él era el profesor, pero si lo veía en el pasillo o algo, era más como mi viejo Liam.

Las dos semanas pasaron tan rápido que casi no noté que habían transcurrido y entonces llegó el temido juego de paintball.

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