Capítulo 35

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El jueves por la mañana, Liam me llevó al instituto. Lo había estado haciendo todos los días durante las últimas cinco semanas; le había puesto a la señorita Teller la excusa de que necesitaba llevar a su madre a trabajar y por eso no podía acercarla más. Todavía la llevaba a su casa después de clase, pero al menos las mañanas eran mías, esos quince minutos de viaje, en cualquier caso.

Todos los días me recogía y luego me dejaba al final de la calle del instituto, así que podíamos pasar unos minutos juntos antes de comenzar el día.

Cuando subí a su jeep, se estremeció y me miró suplicante.

-April, por favor, deja de usar faldas en el instituto -rogó, con los ojos recorriendo mis piernas, una expresión de dolor en su rostro – si me tientas de ese modo, no podre controlarme para no terminar besándote en cualquier esquina.

Me reí y puse los ojos en blanco.

Casi nunca llevaba faldas, me encantan pero son muy incomodas, solo lo hacía los días en los que sabía que lo vería después de clase, con la esperanza de que pudiera ser capaz de seducirlo un poco más de lo normal. No era que hubiera funcionado hasta ahora, pero nunca se sabía, tal vez un día la visión de un poco de piel lo empujara más al borde.

-Oh, déjalo, Liam. Me pondré lo que quiera -le contesté, sonriendo con la mirada-.

Él suspiró y encendió el coche, apretando el volante demasiado para ser cómodo. Me esforcé en no ruborizarme cuando lo sorprendí, varias veces, mirando furtivamente mis piernas. Me reí.

-¿Aún vas a salir con Dylam mañana por la noche? -preguntó Liam -.

Asentí.

-Claro -le contesté -.

Casi pude oírlo poner los ojos en blanco, pero mantuvo su mirada fija en la carretera.

-¿Dónde te lleva esta vez? -preguntó -.

Me reí y puse mi mano sobre su pierna, apretándole la rodilla ligeramente y haciendo que sus manos apretaran el volante aún más.

-Deja de comportarte como un niño pequeño solo porque salgo con tu hermano, somos amigos y aunque tú no me crees cuando te lo digo, no pasamos toda la noche hablando sobre ti -le dije, luchando por no sonreír – no eres tan interesante.

Liam odiaba el hecho de que me llevara bien con su hermano y que saliera con él algunas noches los viernes. No es que estuviera celoso de Dylam ni nada por el estilo, sino que pensaba que su hermano me estaba contando secretos y cosas de su infancia.

Por supuesto, no ayudaba que Dylam le dijera que hacía eso precisamente, sólo para hacerlo sentir paranoico.

-Oh, preciosa, sé que lo haces porque no puedes evitar pensar y hablar de mí todo el tiempo – bromeó -.

Me eché a reír y me incliné sobre el asiento, luchando con el cinturón de seguridad para poder plantarle un beso en la mejilla.

-En realidad, sí lo hacemos, pero no quiero que te preocupes por lo que me diga – entrecerré los ojos -eras un chico muy divertido y lo que hiciste con la planta que tenia tu madre en el salón...

Me interrumpí, riendo. Su rostro giró bruscamente hacia mí, con una expresión conmocionada, parecía que había olvidado por completo que estaba conduciendo.

-¡Mira la carretera! -le ordené, riendo -.

Esa era una de las muy pocas cosas que Dylam me había dicho, pero en realidad no hablábamos mucho sobre Liam, después de todo. Generalmente hablábamos del instituto, de sus conquistas pasadas o sus fracasos, o sólo veíamos una película.

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