Durante los días posteriores Liam y yo habíamos seguido quedando. Casi diariamente.
Ir al cine, pasear por los alrededores de la ciudad, comer en algún restaurante hasta que no pudiésemos más... ese tipo de cosas tan casuales que se suele hacer cuando comienzas a conocer a alguien. Entre nosotros dos había una especie de atracción que nos hacía querer vernos a cada momento, era algo que aun no había podido experimentar con otra persona pero que con Liam podía sentirla cada vez más fuerte.
Aparcó su jeep frente a mi casa y apagó el motor.
-¿Vas a invitarme a entrar? - dijo Liam con voz coqueta -.
Mordí mi labio inferior por un segundo antes de decir alguna palabra.
-De acuerdo – asentí - ¿Por qué no? Mis padres están en casa así que puedes entretenerte con ellos en el salón. ¿Cuál es tu fuerte, ayudar a mi padre en la cocina con su última receta culinaria o mejor comentar con todo lujo de detalles el reality de la semana con mi madre?
Él se río y me desabrochó el cinturón de seguridad. Se giró para abrir su puerta haciendo un gesto de que aceptaba mi invitación.
-¡Espera! ¿en serio? - en mi tono de voz podía notarse el pánico que sentía -.
¿Esta loco? Ni en sueños voy a dejar que conozca a mis padres. Aun es pronto para que mi padre lo asustara. Ni si quiera él llevaba calzado cómodo para correr a la otra punta del estado si mi padre le daba por amenazarlo con sacar un arma. Un arma que por cierto no tenemos en casa... así que tendría que innovar y usar cualquier utensilio de cocina.
No quería imaginar que cara pondría Liam si papa le mostrara la batidora con actitud amenazante.
-¡Liam, ven aquí! - dije rápidamente – creo que es un poco pronto para conocer a mis padres.
Torció una sonrisa mirándome con los ojos muy abiertos, pareciendo incrédulo.
-¿No crees que eso es un poco incoherente? - se encogió de hombros – tu ya has conocido a los míos.
Puse los ojos en blanco y asentí.
-En mi defensa diré que tus padres no amenazarían con colgarte de los tobillos si alguna vez me hicieses algo – sonreí – y eso es lo mínimo que te diría mi padre.
-Suena aterrador – dijo pensativo -.
-Soy su única hija – entrecerré los ojos -.
Su mano se movió de nuevo hacia la puerta y la cerro de un portazo.
-Bien, lo dejaremos por esta noche entonces – me sonrió con timidez -.
Solté una carcajada.
-Miedica -Bromeé intentando que no notase el alivio en mi voz-.
Me incline sobre él, tal y como había echo en días anteriores, y presioné mis labios sobre los suyos una vez más. Liam llevó su mano a mi cabello haciendo que mi cuerpo quemara y vibrase de la emoción contenida.
Aun no sabía como este chico era capaz de estar haciéndome esto a mi, como podía haber llegado a mi vida como una refrescante tormenta de verano. Pero lo que más me dolía pensar era que si también acabaría disipándose de mi vida poco a poco, como suelen hacer todas las tormentas.
¿Terminaría su recuerdo dejando en mi vida nubes grises? O por el contrario mi cielo se mantendría despejado al recordarlo, a la espera de la próxima tormenta que me sorprenda.
-Entonces.... - me preguntó esperanzado - ¿Mañana por la noche?.
Asentí con la cabeza sonriéndole mientras salté de su jeep. Prácticamente corrí por el camino de graba que llevaba a mi casa. Me giré cuando llegue a la puerta para despedirlo con la mano antes de entrar a mi casa.
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No sé qué somos
Novela JuvenilApril es una chica de 17 años, que disfruta del verano antes de su último año de instituto. Ella como toda adolescente esta en esa edad en la que un no siempre puede llegar a ser un sí, incluso colarse con carnet falso en una discoteca con sus amiga...