Veintiuno

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¿Autocinema?


Ya pasaron dos semanas desde mi cita con Dederick, mi mamá le agradeció la amabilidad y disfrutó el flan. Es raro que me empareje con él, por lo general una madre es más estricta en ese sentido. Tampoco hemos vuelto a saber de Verónica ni siquiera por sus redes sociales ya que Rick ha tratado de comunicarse con ella junto con sus otros dos amigos. Pero parece que la tierra se la tragó.

Miro el horario de las clases para guardar los libros y cuadernos de hoy, rayos, me toca salir casi a las dos de la tarde. Pero hay algo mucho peor, ayer por la noche me avisaron en el grupo de la clase que teníamos que llevar aprendida información sobre la tuberculosis puesto que habrá una posible charla para ganar puntos extras, solo son dos, pero algo es algo. Si la vida te da comida, hay que devorarla.

Bajo al comedor encontrándo a mi hermano y a Dederick desayunando. Sam lee el periódico en la zona de deportes mientras que Dederick termina de comer y va directo a lavar el plato que utilizó, siempre lo hace e incluso me ayuda cuando tengo que lavarlos, me he negado, pero bueno, él también se niega. Mi hermano está pronto a regresar a España y pensamos en organizarle una pequeña fiesta de despedida. Según mamá es para que se motive.

-Buenos días-sonrío-¿Y mamá?

-Se fue desde muy temprano, iba como alma que lleva el diablo, hablaba incoherencias y llevaba una manzana en su boca. Eso me recordó al cerdo navideño que le colocan una manzana en la boca en las películas.

-A lo mejor iba tarde, así como yo ahora-tiendo mi mano hacia la mesa y tomo una tortilla, un trozo de huevo en torta, dos de platano en rodajas junto con aguacate y queso terminando con otra tortilla encima para formar una burrita. La cubro con papel aluminio y la guardo en mi mochila. Por último cuelgo la gabacha en mi antebrazo para no dejarla olvidada.

-Me tengo que ir-sonrío inocente-¿Me llevas?, hoy el busito no pasará por mí.

-Enana, mamá se fue en el auto, iba tarde, así que no tomaría el bus. Ni siquiera sé por qué lo toma teniendo su propio auto-mamá tiene la manía de aprovechar a leer en el bus cuando va súper temprano a su trabajo, es por eso que de vez en cuando deja el auto en casa-. Pero tengo mi bicicleta, creo que está en el parqueo. Te la presto, pero solo por hoy.

-Josafat, ya ni siquiera la usas. Te vas en unos días y para que lo sepas, la voy a pintar de un color salmón, o tal vez fucsia, y será toda mía-sonrío con cinismo.

Está por refutar, pero Dederick se acerca a nosotros secando sus manos con una manta. Lleva su cabello húmedo, no lo noté en cuanto bajé.

-Te ayudo a buscarla y de paso te llevo en ella-me guiña el ojo frente a Sam, haciendo que éste, simule falsas arcadas.

-Cuidadito con esas manos Contreras, no quiero que vayan haciendo cochinadas en MI- recalca-, bicicleta. Tocando a mi hermana mucho menos. Y tú-me señala-, deja que mi bici sea feliz de color negro-sentencia.

¿Cómo un objeto inanimado como su bicicleta va a ser feliz? Definitivamente Samuel tiene problemas mentales. Se levanta y lanza un gran bostezo para luego marcharse a sus «aposentos», con una bolsa de zambos picantes en su mano, que ni idea de dónde sacó. Holgazán.

-Bien Dederick, vamos por la bicicleta, pero te recuerdo que para llegar al colegio tendrás que subir una cuesta un tanto empinada.

-Tú no te preocupes, yo puedo con todo. Así que mueve ese lindo trasero que yo haré lo mismo. Por lo que veo... -revisa la hora en su móvil-Vas tarde.

Siento mi cara arder. Ese modo suyo-un tanto pervertido-, me gusta. Es un efecto que sólo él produce en mí. Si algún otro llegara a decirlo, le parto su mandarina en gajos. Asiento. Nos disponemos a buscar el dicho medio de transporte, está a plena vista. Él sube para que yo me acomode en la parte de atrás, en donde yace un asiento cómodo y nos ponemos un casco, ¡ante todo la seguridad!. Rick pone en marcha la bicicleta.

Dederick © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora