Veintidos

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Los viejos tiempos


DEDERICK

¡Juemadre, me he perdido en el camino!. Se supone que queda cerca del aeropuerto, pero no logro ver algún cartel o algo que me diga que voy por el camino correcto.

Observo la hora en mi reloj de mano, aún falta una hora para que la película comience. Hago memoria de la dirección y doblo a un desvío cerca del City mall. Le doy un vistazo por el rabillo del ojo y me atrapa, rayos. Su rostro dice a los cuatro vientos: «ya pasamos por aquí muchas veces». Aunque realmente han sido dos, y tres con esta.

Melody suelta una risita divertida mientras acaricia mi mejilla.

-Dederick Contreras, ¿no sabes dónde es, verdad?-Y yo queriendo hacer lo mejor para nuestra cita y lo termino arruinando.

-No, no has arruinado nada-niega-. A mí me encanta. El esfuerzo cuenta, ¿sabes?. Además, tú no conoces mucho estos rumbos, es comprensible-me da una sonrisa tranquilizadora.

-¿Cómo sabías que estaba pensando en eso?-Río.

-Bueno, tu cara lo dice todo, y lo dijiste en voz alta. No soy la única, ¿eh?-sube y baja sus cejas haciendome soltar una carcajada.

Me le quedo viendo un rato, detallando su sonrisa, Melody hace que mi ritmo cardíaco se acelere en un dos por tres. Es sencilla en el buen sentido, he notado que si la llevo a caminar por el parque con nuestras manos entrelazadas, compramos unas palomitas y nos contamos todo lo que a nuestra vida respecta, se entusiasma y lo toma de la mejor manera. No estoy diciendo que aunque ella lo vea de esa forma no me vaya a esforzar al máximo; claro que lo haré.

-No preciosa, no eres la única. Siento mucho que no esté saliendo como lo tenía planeado, pero lo positivo es que aún falta una hora para que comience.

-No hay problema, Dederick-me guiña el ojo-. Dime la dirección-asiento y se la digo rápidamente.

-¿Sabes conducir?-le pregunto con una curiosidad creciente.

No la dejaré al volante por la simple razón de que soy yo el que la ha invitado a una cita. Quiero hacerlo yo. No me molestaría ir de copiloto y que ella llevase el auto, no subestimo a ninguna mujer por eso, yo la invité, yo la llevaré a su casa sana y salva como todo un caballero que ella se merece.

-No, no puedo conducir. Mi hermano se fue a estudiar a España y ya no pudo enseñarme, así que no, si me dejas conducir, nuestra cita terminará en un hospital-reímos, me gustan sus ocurrencias.

-Te enseño cuando quieras, estoy disponible veinticuatro siete. Me tienes a tu entera disposición-le guiño el ojo mientras muerdo mi mejilla interna.

-¡Eso sería genial! Pero desde ya te daré una advertencia, usa casco para cuando ese momento llegue-niego y suelto una carcajada con ella uniéndose a mi.

Empiezo a poner en movimiento el auto, ya que, es cierto que podríamos usar el GPS, ¿pero qué creen?, este auto no lo tiene. Resulta que el dichoso lugar es más atrás del aeropuerto Toncontin, entrando a un desvío. Hay unos cuantos restaurantes y cabe decir que muy elegantes.

Así que sigo las coordenadas al pie de la letra con Melody ayudándome en el intento, claro junto con su celular también. Hasta que por fin logro visualizar el cartel en grande con una letra en carta muy colorido y lleno de luces: Los viejos tiempos.

Investigué en internet sobre qué películas habían en la cartelera, al principio se me complicó ya que varias ventanas de otras páginas se atravesaban evitandome seguir tecleando y accidentalmente entré a una de ellas enviándome a una página de compra que contenían algunos sets para grabar, pero lo ignoré y salí rápidamente para seguír con mi búsqueda que eso era lo más importante.

Dederick © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora