Catorce

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Confianza

Caminamos hacia la parte trasera de la cabaña por un pequeño camino rocoso de escalones, en ambos lados se encuentran uno que otro arbusto. Logro escuchar unos cantos de pajaros que me hacen sonreír y ver el cielo. Empiezo a sentir que mi mano se resbala debido a que comienza a transpirar junto con su agarre. Rápidamente aflojo un poco la mano de la suya para limpiarla-estoy algo nerviosa-, él se voltea por sobre su hombro.

-¿Ocurre algo?-pregunta confundido ante mi repentino movimiento, pero es que, ¿cómo se supone que no la quite?. No es bonito que la mano te sude y que el chico que te guste, se dé cuenta de ello, no señores, no.

-Oh, ¡ah!-hago un amago para restarle importancia-, no es nada, es solo que tenía algo en mi mano, pero ya lo he quitado por completo, asi que... Problema resuelto.

Me encojo de hombros. Asiente con una sonrisa torcida que me deja pasmada, tiene un toque de coquetería; me recompongo y se la devuelvo, muy segura de que mis mejillas se han arrebolado nuevamente. Seguimos por el mismo recorrido, luego nos desviamos a la derecha hasta que se queda inmóvil, haciéndome chocar con su hombro.

Veo hacia adelante el mismo punto que él observa, no veo absolutamente nada que no sea una enredadera de plantas, unas que caen sobre otras en una pared de roca. Estoy confundida, le observo por unos instantes hasta que se da cuenta. Dederick posa su mirada en mí, y sonríe negando ante mí cara de, «¿me trajiste a ver una roca con plantas sobre ella?».

-No, espera, espera-mueve sus manos-, no pienses que te traje aquí, solo para admirar lo que tienes frente a ti.

Suelto una risotada junto con él, eso sería muy raro si fuera así. Toma mi mano y con la otra aleja a un lado todas las plantas que caen como cascada. Nos adentrarnos al interior y me quedo totalmente muda, con mis ojos desorbitados. ¡Este chico! ¡¿Acaso conoce cada rincón de este país en lugares hermosos, a los que siempre me llevará y dejará asombrada?! Sí es así, pues yo más que dispuesta.

¿Cómo no la escuché antes? Diviso una pequeña cascada que cae libremente sobre el río esparciendo agua con total libertad, se ve tan cristalina que se pueden ver las piedras blancas y otras grises que están en el fondo. Cerca de donde estoy hay una que otra palmera gigante con cocos sin madurar; muchas flores que varían de formas y colores, haciendo de este lugar una maravilla. Tan fresco.

-Dederick... Esto es, vaya... Hermoso. ¡Fascinante!-Rozo delicadamente los pétalos de una rosa blanca, deleitandome de lo que veo.

-Sabía que te gustaría. ¿Sabes? Aunque no se note, me fijo mucho en ti, y tengo otro presentimiento-asiente orgulloso. Alzo una ceja y asiento para que continúe-. Los días que hemos salido juntos me he dado cuenta que te gusta todo lo que tenga que ver con la naturaleza-clava su intensa mirada en mí, la cual no soy capaz de desviar, la mantengo. No sé que decir ¿seré tan transparente?

-Estas en lo correcto, no soy hippie, eso tengo que aclararlo-ríe-, pero sí me gusta estar al aire libre, observar lo lindo de las flores coloridas, escuchar el canto de los pájaros, sentir la brisa fresca..., me inspira tranquilidad, es por eso que amo la naturaleza en general.

-Me gusta esa parte tuya, que seas tú y que no temas mostrarte ante los demás. ¿Sabes algo? Yo vengo a este lugar cuando quiero pensar o estar solo-parece ser un desahogo sin serlo del todo-, dedicarme a escuchar el sonido del agua caer y tocar mi guitarra, solo con mi soledad-empuña sus manos para luego meterlas en los bolsillos de su pantalón. Observa el agua correr en el río.

-Rick, no sabía que podías tocar la guitarra-me acerco a él, ya que tiene un semblante decaído que jamás había tenido la oportunidad de ver. Algo dentro de mí se retuerce-. Oye, puedes contar conmigo para lo que sea, si quieres hablarlo, solo hazlo; no te juzgaré, seré tu hombro y bueno... -echo una bocanada de aire con nerviosismo-Si no quieres, yo..., lo entiendo-le sonrío.

Dederick © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora