Capítulo 38

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Errores fatales

Sirius miró hacia el sonido de la puerta principal abriéndose y rápidamente se puso de pie. Se apresuró a salir de la sala de estar y ver si sus amigos habían regresado de la redada y, más importante aún, si habían logrado traer a Harry con ellos. La vista que lo encontró le hizo contener la respiración. Los miembros de la Orden de aspecto abatido caminaron silenciosamente hacia el lúgubre pasillo, con la cabeza gacha y los ojos apartados el uno del otro.

Sirius miró en silencio desde la puerta de la sala mientras James y Remus entraban detrás de Kingsley, detrás de ellos estaban Lily y Damien. La mirada de Sirius se entrecerró ante los moretones esparcidos por la mandíbula y el pómulo del joven. Dejó escapar un silencioso suspiro de alivio cuando su Harry entró detrás de la Ginny de diecisiete años, apareciendo físicamente ileso. Harry miró hacia arriba para encontrarse con la mirada de Sirius. Sirius pudo leer la angustia en los ojos de su ahijado y finalmente bajó la mirada al suelo mientras Harry cerraba tristemente la puerta principal detrás de él.

Los miembros de la Orden pasaron junto a Sirius, sin decirle una palabra. Sirius esperó hasta que sus amigos se le acercaron antes de regresar a la habitación con ellos. Desde que los miembros de la Orden se marcharon para ir al Callejón Diagon y lo dejaron atrás, todo lo que Sirius podía hacer era esperar con impaciencia su regreso. Odiaba el hecho de estar atrapado a puerta cerrada mientras sus amigos y compañeros miembros de la Orden estaban peleando y arriesgando sus vidas. Pero ahora que la Orden había regresado, no quería preguntarles qué sucedió, estaba claro que habían fallado.

Se sentó frente a James, tomando nota del cansancio de sus amigos.

—¿Estaba él ahí?— preguntó en voz baja. Sabía que la única razón por la que James había ido a la redada era para ver si podía rescatar a su hijo de las garras de Voldemort.

James asintió, aparentemente incapaz de hablar. Sirius vio la mano de James mientras se movía para descansar con cautela en su estómago, haciendo una mueca de dolor.

—Lo siento, Cornamenta— Sirius susurró.

Todavía tenía que estar al tanto de lo que había sucedido, pero podía ver en la forma rota de sus amigos que había sido malo.

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Voldemort observó a sus seguidores salir de la cámara principal. Asintió una vez a Bella, indicándole que ella también podía irse. Su única mujer Mortífaga se inclinó ante él y se fue.

Cuando la puerta se cerró, el autoproclamado Señor Oscuro se volvió hacia la única persona que quedaba en la cámara con él. Harry había tomado asiento mientras los hombres de su padre se despedían. Ahora que estaban solos, Harry miró hacia arriba para encontrarse con la mirada del mago oscuro.

Voldemort se quedó donde estaba, preparándose mentalmente para lidiar con el chico sentado casualmente frente a él. Sabía que el chico iba a tener preguntas, algunas para las que tal vez no pudiera fabricar respuestas. Sus ojos brillaron de ira al pensar en a quién había visto en el Callejón Diagon hoy. Nunca había planeado que el otro Harry regresara, no tan pronto. Su apariencia casi lo había arruinado todo, casi le costó su plan cuidadosamente pensado. Voldemort reprimió su ira al ver que el chico lo miraba con curiosidad, habiendo leído sus emociones. Apartó la mirada de él.

—Tienes preguntas, hazlas—. Ordenó Voldemort, todavía sin mirarlo.

Harry se sentó en silencio, pero sus ojos nunca dejaron el rostro del mago.

—¿Crees que funcionará?— preguntó finalmente.

Voldemort lo miró pero permaneció en silencio, esperando una aclaración.

Deepest Reflections (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora