27. Ojalá esto no sea un sueño

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CLOE


El calor en Coruña había sido insoportable. Mis padres hoy me dejaron ir a la playa, así que, sin pensarlo dos veces, cogí una toalla, una botella de agua, el móvil y mis cascos; salí de casa dispuesta a refrescarme en las heladas aguas del Cantábrico que bañaba la concurrida playa del Riazor. Era un arenal con mucha afluencia de gente por estar en el paseo marítimo y en el pleno centro de la ciudad. Esperaba que por ser miércoles no estuviese tan saturada como de costumbre.

Abrí el portal y justo me encontré frente a frente con "mi queridísima" Lola. Me miró de arriba a abajo tras sus enormes gafas de sol con cara de asco, empujó la puerta, escupió el chicle que masca salvajemente, se agachó a tocar a Zeus con un gesto provocador y continuó su camino pavoneándose, dando tumbos con sus caderas, como si de un baile se tratase. «Puro postureo» Lo que ella no sabía es que yo tenía la capacidad de querer incondicionalmente a una persona y después de descubrir su traición, podía ignorarla hasta el punto que me daba igual su vida. Creo que ni yo misma me conocía...

Salí de la gélida agua de la playa, se entumeció cada centímetro de mi cuerpo y sentí el contraste de la húmeda y caliente brisa. Era una sensación divina. Caminé hasta mi toalla y me tumbé en el arenal junto a mi pequeño Zeus, que obedecía mis señas a la perfección. Se echó a mi lado moviendo la cola con entusiasmo y acaricié suavemente su cabeza para calmar sus ansias por llamar mi atención. Sonó mi móvil por Facetime y mis ojos brillaron de la emoción al ver quién era.

—¡Hola, rubio!

No sé por qué se me ocurrió llamarlo así, pero su amplia sonrisa apareció en la cámara y sus preciosos ojos se achinaron.

Yo también sonreí, mi emoción es indescriptible.

—¡Hola, nena!

¿NENA? Así me llamaban en clases, pero viniendo de él sonaba diferente, sonaba bonito. Música para mis oídos.

Me ruboricé al instante, este chico me sacaba los colores sin mucho esfuerzo.

—Mira dónde estoy —giré la cámara y le enseñé una panorámica de la playa.

—¡Anda, qué bien! Decidiste salir... Pues yo acabo de llegar del Vao, está frente a mi casa. Algún día te la enseñaré.

Por mí, voy corriendo rubio... Fantaseé unos segundos hasta fijar la mirada en la pantalla nuevamente.

—Uff, sí, me costó salir, pero ahora no quiero volver a casa, no quiero cruzarme otra vez con Lola.

—¿La viste? —preguntó con gesto incómodo.

—Justo entraba por el portal cuando yo salía. ¿Por?

—No, por nada, simple curiosidad —Su expresión cambió y eso me tensó, pero añadió:

—El viernes voy a Coruña. ¿Nos vemos, bonita?

—¡Pues, claro! —dije con emoción.

¡Erik venía el viernes! La alegría invadió mi cuerpo.

Lo veré nuevamente. ¿Me llamó bonita? Nunca nadie me había dicho nada así, creo que no pegaré ojo hasta verle. Por favor, que me pellizquen, esto no puede ser verdad...

—Luego hablamos, nena, tengo entrenamiento y voy justo de tiempo.

—Vale — me despedí y cogí a Zeus en mis brazos dándole un achuchón.

Ay, madre mía, si esto era un sueño, al que me despierte juro que lo mato...


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Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora