46. El deseo era mayor a la razón

8.3K 767 705
                                    

CLOE


Su mensaje me permitió reflexionar. Me picaban las manos por saber si ya estaba en Coruña y me armé de valor para no caer en tentaciones. Le necesitaba, sí, le extrañaba demasiado, pero entendía que era lo mejor. Yo ultimaba mis preparativos para el inicio de clase y me llegó un nuevo mensaje a las ocho de la mañana interrumpiendo mi frágil sueño.

Nena, ¿qué tal?

Observé la pantalla con nervios, solo podía leer hasta donde me permitía la notificación. Me senté en la cama y estiré los brazos desperezándome. Pasé quince minutos mirando el Instagram, haciéndome la dura con aquel mensaje que me inquietaba; no lo abrí al momento, no quería agobiarlo y tampoco le iba a demostrar desesperación, aunque me moría por hacerlo. Después de pasar un tiempo, lo abrí.

Nena, ¿qué tal todo? ¿Ya pensaste en lo que te escribí?

¡Hola, rubio! Creo que es lo mejor.

Me alegro de volver a hablar contigo.

Y yo. No sé si lo lograré pero bueno... empiezas la Universidad y seguro que conocerás a alguien especial.

En muy poco tiempo te has convertido en una persona muy importante para mí, pero no quiero equivocarme contigo. Sabes que no busco a nadie más, solo quiero hacer las cosas bien, aunque no estoy seguro de que me pueda contener.

Sus palabras me confundían, me pedía tiempo ¿y me decía que era muy importante para él? ¿Como, qué? ¿Como amiga? La angustia pataleaba mi cabeza y no me contuve al preguntarle:

¿Lola te escribió?

Sí, todos los días... ¿Tú has hablado con ella?

¿Qué hacía? ¿Lloraba o me alegraba?

No, ni pienso hacerlo. Con amigas como ella ¿para qué quiero enemigas?

Ya... Me imagino. Oye ya estoy en Coruña instalado, mañana comienzo la Universidad, me gustaría verte. Te extraño, nena...

¿Y eso? «¿Te extraño, nena?» Sentí una punzada, una emoción que no sé si podía digerir.

Yo también te extraño Erik, he tratado de llevar las cosas con calma, pero no te puedo sacar de mi cabeza, rubio. Dime ¿qué hago?

Yo no dejo de pensar en ti, nena. Tengo ganas de ti.

«WTF» Qué me estás contando, que no me entero.

¿No éramos amigos?

Sí, y también sinceros.

No me confundas rubio...

No me enamores, Cloe.

Me abracé a mí misma emocionada con su mensaje ¿Qué hacía? ¿Qué le decía?

Tú a mí tampoco, no sé qué quieres decir...

Que he sido un imbécil, nena y que quiero verte y estar contigo.

Sonó el móvil sacándome de mi embobamiento y contesté al instante.

Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora