52. Pesadilla hasta en la optativa :):

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CLOE


Habían pasado cuatro días desde el inicio de clases. Solo el primer día había sido relajado en cuanto a deberes y trabajos, pero cada día era más intenso. Mi día empezaba mal y lo más seguro es que acabara en desastre. Me levanté tarde porque no oí la alarma, trasnoché hablando con Erik hasta pasadas las tres de la madrugada, contándonos mil cosas de nuestro día, le hablé de Yezzy y lo bien que me caía. Obvié contarle mis diferencias con el insoportable de Thiago para evitar problemas. Mi madre me llamó dos veces y, al darme cuenta de la hora, somnolienta salté de la cama como si fuera un muelle. Sentía que cada minuto eran segundos. La primera norma, "ser puntual", la iba a incumplir al cuarto día. Cogí unas galletas y las guardé en la mochila porque no me daba tiempo a comerlas. Corrí las diez calles que separaban mi portal de la puerta del instituto y sofocada e hiperventilando con la mascarilla, llegué a la puerta de la clase, me apoyé en mis rodillas tratando de recuperar el aliento, toqué la puerta y el profesor de Geografía, me dijo que pasara sin problema. Suspiré ante el susto de que me llamaran la atención, pero de camino a mi sitio, el puto Thiago me hizo una seña marcando la hora como si tuviera reloj en la muñeca. Juro que no lo maté porque tenía muchos testigos delante. 

Por las mañanas era un poco insoportable y, si encima no empezaba bien el día, mejor ni hablarme. Me senté y Yezzy me saludó con cariño extendiéndome su mano. Le devolví el gesto y saqué la libreta. Cuando estaba buscando la página del libro, Yezzy me pasó una notita que pensé que era de él. Por un lado el papel tenía el símbolo de "you decide" :(: por el otro lado el "mensajito" decía:

«Uy, estirada, llegaste tarde. Los profes te van a coger manía rápido».

El único que me llamaba estirada era Thiago. Levanté la vista y ahí estaba, observándome sin pestañear. Se bajó la mascarilla y me mostró una sonrisa sarcástica. Mi reacción instintiva fue sacarle el dedo dibujándole una peineta. ¿Cómo me podía sacar de mis casillas en dos segundos? Pues sí, lo lograba... Antes del cambio de clase entró la jefa de estudios y nos llamó a Thiago y a mí para ir a dirección. Nunca en doce años en el colegio me habían llamado la atención. Mi cara de sorpresa era indescriptible. Caminé a paso rápido para no tener que ir al lado del gilipollas. Entré en secretaría, vi a la tutora y le pregunté azorada:

—¿Qué hice? No sé por qué me llaman a mí, yo nunca...

—Espera a Thiago, Cloe. —Me interrumpió mi retahíla de histérica.

El pringado debía venir haciendo el pino porque se tomaba su tiempo. Entró cual rey, sin ninguna mortificación; por lo visto para él era normal visitar la jefatura. Yo me moría de los nervios. Se sentó a mi lado con parsimonia y apoyó sus brazos en el escritorio con aires de superioridad. La tutora, con cara relajada, nos dijo:

—Chicos, lo sentimos. —Hizo una pausa que me inquietó— Cloe, escogiste Filosofía y Thiago TIC, como optativas, pero todas las plazas están cubiertas, así que los dos tenéis que ir a Arte Dramático.

¿Qué? ¿En serio? ¿Ni en las optativas me lo quitaría de encima? Arte Dramático. Nunca me había llamado la atención, pero si era la única opción, no me quejaría. En parte me llevé una alegría porque sabía que estaría con Yezzy, con el que, desde el primer día, me llevaba genial.

—Por mí no hay problema, era mi segunda opción. —Contestó Thiago, e intuí su sonrisa debajo de la mascarilla.

Al tío este la única manera que me lo imaginaba actuando era como payaso, se le daría de lujo; ya estaba practicando todos los días.

—Por mí tampoco —dije con resignación tratando de demostrar que estaba conforme.

—Espero que os vaya bien en este centro. Tenéis buen promedio ambos. ¿Tú qué repetiste...? —Preguntó al aire mirando unos papeles. Yo no entendía a quién se dirigía.

—Eh... Yo no he repetido —solté apresurada con preocupación observando a la tutora.

—Yo repetí segundo, ¿algún problema? —Espetó en un claro tono de enfado y chulería. Thiago nos fusiló a ambas con sus inquietantes ojos grises.

Aparté la mirada con angustia, no sé por qué me ponía tan nerviosa. 

«¡Anda, el gilipollas era repetidor!». Una carta que me guardaría si me tocaba mucho la moral.

—Creo que eso no es relevante, mis notas son buenas —añadió cambiado su gesto en cinco segundos.

—Tienes razón, García. Tu promedio es excelente, espero que lo mantengas —agregó la tutora con seriedad—. Podéis volver a clase.

Salimos de jefatura juntos. Intenté acelerar mi paso de vuelta a clase, pero Thiago se me acercó cortando mi paso en el pasillo.

—¡Ey! Metro y medio de distancia —le dije con enfado empujando su hombro.

—Muy correcta en las normas, pero llegas tarde a clase, —insistió, retándome con esa mirada profunda acercando su cuerpo al mío.

No sabía qué hacer ni cómo reaccionar. Tenía el estómago hecho un nudo entre nervios y susto.

—Quizás en Arte Dramático te enseñe a besar, estirada, —espetó con chulería.

—Aléjate de mí, capullo. No necesito que tú me enseñes nada.

Le metí un pisotón y empujé con fuerza hacia atrás. Caminé con paso seguro hasta la clase sin mirar atrás. Si había algo que me caracterizaba era que no me gustaban las peleas; de hecho las discusiones las evitaba a toda costa. Solía tener mucha paciencia, pero mi curriculum de malas experiencias en el otro instituto me llevó a tener un nivel de tolerancia muy cortito. 

Aprendí a estar a la defensiva. La traición de Lola fue la gota que colmó el vaso. El verano me había cambiado junto a aquella conversación con mi padre que tanto reflexioné, esa que me llevó a la conclusión de que las debilidades de uno son las armas de los valientes a los que les gusta humillar. Si nos enfrentamos a ese valiente con complejos que busca destacar, entonces nos dejará de molestar. 

Esa era una ecuación que tenía que probar y Thiago era el factor "x" por descubrir...

Esa era una ecuación que tenía que probar y Thiago era el factor "x" por descubrir

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Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora