47. Más vale pájaro en mano que volar sin ti

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ERIK


Primer día de universidad... Un desastre. Tendremos clases presenciales una vez a la semana, el resto será virtual. Conocí al grupo que me tocó sin mucho que destacar. Éramos bastante diferentes, se notaba a leguas quienes eran los frikis, los canis... En fin, tribus que dios los criaba y ellos se juntaban. Rápidamente nos separamos según las primeras impresiones. No hablé mucho, simplemente observé con detenimiento a cada persona. La universidad no era el instituto.

Estaba rayado, yo quería vivir esta etapa a plenitud y no de esta manera tan rara. De primeras no me relacioné mucho, estaba un poco a la defensiva; siempre he sido muy sociable, pero dentro de mí había una revolución de sentimientos que no comprendía. Juré no volver a enamorarme en un corto período de tiempo, pero mi cabeza no dejaba de pensar en Cloe. Esa cría se estaba colando muy dentro de mí sin quererlo. Ella estaba convencida de que su inicio de curso iba a ser un desastre, pero yo temía que conociera a alguien que pusiera en duda sus sentimientos hacia mí.

Al salir de clase la llamé para quedar y ahora estaba como un crío esperando encontrarme con ella; estaba nervioso, no sé qué me ocurría, pero tenía hasta ansiedad por verla nuevamente.

Mi chica caminaba en mi dirección por el marítimo. Al verla, me bajé de la moto y me saqué el casco. Caminé a su encuentro y la observé de arriba a abajo: vestía con sencillez, como siempre, nada llamativa, unos simples vaqueros y una sudadera gris Adidas con letras negras; su cabello recogido en un moño que la brisa despeinaba, sin apenas maquillaje, natural como era ella.

Nuestro encuentro fue especial, tenía ganas de abrazarla, de besarla y eso hice. Nos fundimos en un abrazo sentido del que no me quería despegar. Bajamos las mascarillas y rocé sus labios en un beso corto. Quería sentirla cerca de mí, me impregné de su dulce perfume, cogí su rostro con ternura y le acaricié las mejillas. Sus preciosos ojos eran una interrogación y, sin mediar palabra, busqué su boca y nos fundimos en un beso profundo que deseaba. Me rodeó con sus brazos y me tranquilicé al sentirla mía con su respuesta.

—Te extrañé, cielo. —Fueron mis palabras, dando por sentado que la quería a mi lado.

 —Fueron mis palabras, dando por sentado que la quería a mi lado

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En los próximos capítulos llegamos al nuevo instituto.

Vivirás un sube y baja de emociones.

Gracias por acompañarme.

Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora