13. La amistad y la lealtad deberían ser sinónimos

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CLOE


Me agobiaba no poder hablar con mi mejor amiga. Creo que todos alguna vez hemos sentido lo mismo, así que, como no sé por qué actuaba de esa manera, decidí quitarme mi capa de orgullo y frialdad. Pensé en llamarla, pero creí que las diferencias era mejor decirlas a la cara, «las cuentas claras y el colacao instantáneo». Eh, bueno, creo que no era así, pero a mí me valía el ejemplo.

Era preferible enfrentarnos a la realidad en persona, porque detrás de una pantalla todos éramos más fuertes que cuando mirábamos a alguien a los ojos y les decíamos todo lo que llevábamos dentro. Para algunas personas como yo, eso era bastante peligroso; no era de las que pensaba mucho las palabras antes de decirlas, quizás ese era mi mayor defecto. Era más de soltar lo primero que me venía a la mente y a veces eso no era bueno, aunque la ventaja es que me quitaba gente pelota de encima. La gente falsa era lo que más odiaba en la vida, por eso creo que me fue tan mal en el instituto.

¡Hola, Lola! ¿Tía, te pasa algo?

¡Qué va! ¿Por?

No sé, como no volvimos hablar...

No, nena, estoy bien.

Oye, si quieres podemos quedar mañana que mis padres ya me dejan salir.

Uff, Cloe, mañana voy a acompañar a mi madre a hacer unas compras, si quieres podemos quedar el jueves o el viernes.

Vale, pues el jueves. Te quiero, loca.

Y yo...

Con Lola siempre tenía mucha paciencia e intentaba ser sensible. Era una persona que lo había pasado muy mal con la separación de sus padres y el hecho de que no le hicieran ni puto caso. Quizás sus problemas no iban conmigo, y yo haciéndome cerebros...

La conocía demasiado. Seguro que el otro día tenía problemas y yo, en lugar de pensar en ella, creí que se le lanzaba a Erik. Quizás era una manera de llamar mi atención y no me di cuenta, ¿seré mal pensada?

Yo nunca le quitaría un ligue a Lola y estoy segura de que ella tampoco a mí; aunque el matemático no era más que un chico desconocido, no íbamos a discutir por un tío que ni conocíamos.

Me alegraba muchísimo saber que todo era una confusión y volver a estar bien con Lola. Sabía que no era nada; lo cierto es que no podía perder una amistad de años por una tontería...

 Sabía que no era nada; lo cierto es que no podía perder una amistad de años por una tontería

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Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora