CLOE
Le pedí a mi padre que me llevara a Vigo para poder darle el pésame y estar cerca de él. Erik estaba devastado, su abuela era el referente de madre que él tenía, la adoraba. Ella lo había criado, era su confidente, el lado femenino que le consentía todos sus caprichos. Para la señora, Erik era su único nieto, lo amaba con locura y le atiborraba a regalos siempre que lo veía. El rubio perdía un pilar fundamental de su vida y me rogó llorando que fuera a verlo. Pasé el resto de la noche en casa de Yezzy pensando en cómo estaría. Yo nunca había perdido un ser querido tan cercano, pero sabía que era el dolor más grande que podíamos sentir. Lo supe con Lola cuando perdió a su abuela que vivía con ella desde niña y cuando ella tenía trece años, un infarto se la llevó. Mi examiga sufrió mucho su pérdida y ahí entendí que la vida hoy la tenías y mañana era una caja de sorpresas, nunca sabías lo que te iba a tocar...
Thiago comprendió mis sentimientos y el resto de la velada estuvo cercano como un buen amigo, ese que tanto necesitaba. Entendió mi angustia al querer marcharme a ver a Erik, pero era imposible que papá me llevara en la madrugada, así que optamos por terminar la fiesta distrayendo mis pensamientos entre risas y anécdotas que contaba Izan con sus mensajes subidos de tono de sus seguidores. Aquello daba para escribir tres libros eróticos y serían superventas, seguro. Fue la mejor fiesta de mi vida con un final amargo. Tocaba estar al lado del rubio, perdonar nuestras diferencias y una vez más volver a empezar...
Al llegar a Vigo le envié un mensaje.
Rubio, estoy llegando.
Papá me dejó en la puerta de su casa y aprovechó el tiempo para visitar a unos amigos.
—Avísame cuando estés lista y te vengo a buscar, cielo.
—Gracias papá, pero no creo que tarde porque no la van a velar.
La señora Antonia falleció tras trece días de lucha en la UCI por coronavirus y el protocolo que yo conocía a la perfección por mis padres, impedía que la familia estuviera cerca en los días de aislamiento, ni que la pudieran velar en caso de fallecer. Solo se pudieron despedir de ella por videollamada gracias a una enfermera que tuvo el amable gesto de permitir la última voluntad de la abuela. Erik y su papá estuvieron día y noche en el hospital suplicando tener unos segundos de contacto, pero su deseo de tocarla por última vez no se cumplió. Era la puta injusticia de esta desgraciada enfermedad.
Toqué el telefonillo y, al abrir, mi adorado rubio aparecía con semblante destrozado. Me abrazó llorando y yo me destruí al ver aquel chico fuerte totalmente derrumbado.
Mi corazón estaba chiquitito, tenía miedo de no poder ayudarlo. No sabía qué decir, no había palabras para aliviar semejante dolor.
—Te eché de menos, amor. —Me miró tiernamente con lágrimas en sus preciosos ojos verdes. Transmitía un dolor inmenso. —No he dejado de pensar en ti, pero tenía que estar aquí con mi abuela y ahora que no la tengo, te necesito más que nunca, Cloe.
Nunca nadie me había necesitado y en menos de doce horas dos personas me decían que me necesitaban. Mi corazón estaba totalmente confundido, no sabía qué decir. Solo me salió un simple:
—Yo también te eché de menos, rubio.
Erik sollozaba desesperado, lloraba con rabia por su terrible pérdida.
—No la pude abrazar, ¿sabes lo que es no poder abrazar a mi pobre abuela? —Gemía de dolor, un llanto desesperado e incontrolable que no temió mostrar.
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Mis días de adolescente. Amar. I (Publicado en físico)
RomancePrimera parte de la trilogía MDDA. (Completa). Publicada en físico en Amazon el 15/4/21. Cloe vive la peor etapa de su vida, la ingenua adolescencia. Nada le ilusionaba hasta que lo conoció a él... Así por casualidad y sin esperarlo apareció en su...