sᴏᴍᴇᴏɴᴇ ᴛᴏ ʟᴏᴠᴇ - ᴊᴇᴏɴɢᴄʜᴇᴏʟ ᴀᴜ

34

El último día en visita a su antiguo hogar había llegado, o por lo menos el último día que Jeonghan decidió pasar en ese lugar.

La noche anterior no logró dormir nada, ¿la razón? los problemas que en una sola noche aparecieron de repente.

Pero no podía negar que la llamada de Seungcheol lo puso de buen humor, y aunque ese humor durará solo unos cuantos minutos, cuando llegó a casa todo volvió a lo que era antes. Su madre lo recibió con los brazos abiertos, sus ojos parecían estar rojos e hinchados de tanto llorar, le comentó que su esposo le prohibió regresar por Jeonghan, que posiblemente necesitaba tiempo a solas para reflexionar sobre sus errores.

Y aunque no lo había pensado tanto esa noche, Jeonghan solamente agradecio la hospitalidad que sus padres le dieron, avisando que partiría a la ciudad el día siguiente.

Se sentía cansado, sin ánimos de absolutamente nada, su cuerpo le pesaba y los ojos también, observó la hora de su teléfono "5:35am". Él no acostumbraba a despertar a horas tan tempranas, sin embargo, esta vez era diferente.

Luego de haber tomado una ducha y cambiar su vestimenta, tomó las maletas y salió hasta la sala de estar, donde encontró a su madre sentada en un sofá.

Jeonghan arqueo una de sus cejas y con notorio disgusto desinterés preguntó:—¿Qué sucede?

—¿Piensas irte ya?—Respondió con otra pregunta. Jeonghan rodó los ojos y sin otra opción tomó asiento junto a la mujer—. Cariño, perdón por lo de ayer.

—No tienes porqué disculparte, todo es mi culpa ¿no? Por el simple hecho de ser quién soy.

No quería admitirlo pero podía notar el arrepentimiento, tristeza y desesperación en el rostro de su madre. Estaba feliz, sí, feliz que su madre tratara la manera de por lo menos tolerarlo, pero le era imposible pensar en todas las palabras de su padre y cómo estas dolían más.

—Hijo, espera un poco más, necesitamos decirte algo importante.—Jeonghan suspiró, sus ojos fueron directo a esas maletas e inmediatamente pensó en Seungcheol.

—No puedo.

—Bien, lo diré yo antes que te vayas y no pienses volver—Su madre tomó entre sus manos las de Jeonghan, acariciando estas con delicadeza—. Sabemos lo incómodo que resultó ser ayer, tú padre en serio no quería decir esas palabras. Cuando regresamos sin ti, tu padre colapso...no lo había visto llorar por un largo tiempo—Hizo una pausa para dar un largo respiro antes de continuar—. Él está frustrado... realmente quiere reconciliarse contigo, lo hemos pensado tanto tiempo y finalmente lo hemos decidido.

El sonido de unos pasos acercándose le llamaron la atención, observó a dónde estos provenían y fue en ese momento que su padre apareció ante sus ojos.

—Hijo, no queremos perderte de nuevo. En serio estamos tan arrepentidos de todo el daño que hemos hecho en ti y aún más haberte forzado a estar donde tú no te sientes cómodo. He hablado esto con tu madre por mucho tiempo y aún más ayer por la noche— Su padre tomó asiento a un lado de su esposa, pasando sus manos por su propio cabello, parecía nervioso ante lo que estaba a punto de decir—. De ahora en adelante seremos solo nosotros tres, dejaré todo contacto alguno con la familia, no permitiré más que te hagan más daño, hijo, realmente lo siento y...sí, estoy tan arrepentido de todo lo que antes dije.

Jeonghan quedó impactado tras escuchar esas palabras salir de la boca de su padre. No lo podía creer, ¿ellos en serio estaban dispuestos a dejar a su propia familia por la felicidad de él? Y no es que no le alegrara esa idea, es más, se sentía tan aliviado y feliz, quería llorar y agradecerles, pedir perdón y abrazarlos, porque aquella llama que estaba a punto de apagarse volvió a crecer, dándole una última esperanza que todo volviera a ser como alguna vez fue.

—Queremos que en todas tus vacaciones vengas a visitarnos, pasaremos la navidad o año nuevo juntos, como una familia feliz. ¿De acuerdo?—Habló su madre, rodeando su cuerpo con sus brazos, Jeonghan aún estaba perplejo, su mirada cayó sobre su padre, quién a pesar de tener ese serio rostro, podía notar una chispa de felicidad que trataba de ocultar. Le regaló una sonrisa mientras apretujaba a su madre en un abrazo más cálido.

Luego de tan conmovedor momento, Jeonghan tuvo que despedirse, una despedida que no fue para siempre, prometiendo regresar cuanto antes.

El trayecto de cuatro largas horas fue agotador, ya qué en ningún momento pudo conciliar el sueño por más notables que hayan sido aquellas bolsas obscuras debajo de sus ojos.

Al llegar a su destino, bajó con dificultad por tener dos maletas en mano que le impedían moverse con facilidad.

Mientras esperaba fuera del lugar en espera de algún taxi que pudiera llevarlo a casa, no se percató en el momento en que por detrás unas manos lo tomaron por los hombros, sorprendiéndolo, involuntariamente cubrió su cuerpo con ambas manos mientras se preparaba mentalmente para salir corriendo, pero una voz lo detuvo antes de escapar y dejar sus maletas en el olvido.

—Olvidé decirte que estaría aquí para esperar tu regreso—Jeonghan volteó lentamente, su corazón se detuvo por una milésima de segundo, sus pupilas se dilataron y por más que quisiera decir algo de su boca nada salia—. ¿Qué sucede?.. Oh, ¿miras esto? Sí, quise cambiar un poco mi estilo, ¿me queda bien?

Jeonghan trago en seco cuando Seungcheol pasó una mano por su patinado cabello, luciendo aún más hermoso.

—N-no... digo, te q-queda genial—Se golpeó mentalmente por haber tartamudeado—. Creí que nos veríamos en casa hoy...bueno, mi casa, necesito saber porqué te fuiste tan de repente sin antes consultarme algo.—Cruzó sus brazos y a bulto sus labios, esperando respuesta del mayor.

—Te lo explicaré todo en camino a tu apartamento, ahora vamos, veo esas ojeras en tu rostro y me preocupas, tienes que descansar.—Pasó una mano por la cabeza de Jeonghan para luego tomar ambas maletas y caminar donde un taxi los esperaba.

Jeonghan se quedó estático por un corto tiempo, pero sus piernas comenzaron a moverse al ver a Seungcheol alejarse.

¿Qué es lo que sucedía últimamente? No esperaba para nada una declaración de parte de Seungcheol, mucho menos una grata y feliz reconciliación con sus padres luego de años y mucho menos ver a su amor platónico más atractivo luego de su regreso. La vida pareció sonreírle esos últimos días y aprovecharía al máximo aquella felicidad que nadie podía quitarle.