Capítulo 25

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Un nuevo rumbo

Los últimos acontecimientos que conté fueron los más emocionantes y alegres que viví.

Estaban mi hermano, mi actual novia y una chica que hace dos meses que no sabemos de ella.

Mi hermano comenzaba a estar preocupado y a sentirse culpable. Yo trataba de pasarlo lo mejor posible con Galya.
Pero las cosas se torcieron.

Actualmente llevaba junto a Lobo, mi hermano y unos cuantos de la mafia, tristemente, un ataúd. Pero antes de contar lo que ocurrió y porqué llevamos eso, necesitamos retroceder. Cuando dejamos a Galya y Lobo en el bar, después de aquella salida.

-Me he dado cuenta que he estado un poco ausente...empiezo a pensar si seré un buen líder- Comentaba Lobo.

-Tu padre lleva años entrenándote para ser un líder y ya has tenido el mandato, lo harás bien Lobo...- Dijo Galya secando los vasos que quedaban aún en el fregadero de la zona del bartender.

Aún así, Lobo no estaba muy seguro y se le veía en la mirada, Galya lo notó. Dejó el vaso, donde estaba el resto de recipientes y cubiertos, después se apoyó en la barra con un suspiro.

-Eh...- Lobo miró a Galya- A tu padre aún le queda mucho tiempo en esta ciudad, ha sobrevivido a balazos, secuestros y manipulaciones, haría falta un cañón gigante para acabar con él- Lobo rió un momento- Es decir, tu padre no es tan viejo, aún le quedan muchos años de vida y va a poder seguir ayudándote como siempre ha hecho. Pero Lobo, esta es una gran parte de tu vida, eres el heredero de un negocio acojonante y estás aquí como un bebé creyendo que no puedes con ello. En vez de preocuparte por esto, piensa que tu padre seguirá pudiéndote ayudar desde fuera, con eso tendrás experiencia y serás un gran líder par la banda- Dijo ella.

Galya agarró el vaso, ahora vacío, de Lobo y lo empezó a lavar.

-Gracias Galya- Ella sonrió ampliamente.

Galya agarró su chaqueta de cuero y salió de la zona del bartender.

-Solo te digo algo Lobo- Dijo ella acercándose a él- Los peores reyes son los que se creen únicos, no aceptan ayuda y actúan antes de pensar. Recuerda que los Lobos no son solo una mafia, una banda de delincuentes, son una familia. Si necesitas ayuda, pídela, si necesitas actuar, piensa y no dejes que el poder te corrompa. Tu padre siempre te lo ha dicho- Lobo sonrió ante ese comentario de Galya.

Pocas veces se veía en la cara de Lobo una sonrisa tan amplia como esta, tan sincera y mostrando felicidad.

Sin embargo la cosa cambió. Esa sonrisa amplia, que Lobo tenía o ese humor tan cerrado, ese carácter tan fuerte e imponente, se convirtió en un sentimiento de soledad y profunda tristeza. Un hombre sentado en el suelo de su casa, como un niño pequeño. Llevándose las manos a la cabeza y con un sentimiento vacío y preocupado, preguntándose qué era lo que iba a hacer ahora.

En una tarde gris y con el poco frío que puede hacer en esta ciudad, mi hermano, Lobo, un nuevo recluta llamado James o «J» y yo, llevábamos un ataúd.

Lo dejamos encima de un especie de podio y nos separamos. Todos vestidos negro. La seriedad y la tristeza se notaban en el aire. El silencio absoluto me ponía la piel de gallina. Todos los que estaban allí, vestían de negro, el ambiente era muy decaído.
Los ojos de Lobo estaban rojos, pero no le había visto derramar ni una sola lágrima. Realmente me estaba doliendo verle así. Por no decir que Galya estaba casi como Lobo, pero ella parecía mostrarse más firme. Lo que estaba claro es que allí nadie sonreía.

Miré a la guirnalda de un lado, en el medio justo, se encontraba una foto.

Paul Davies

Callejeros [Fargan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora