Kirishima y los besos.

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El pelirrojo se sentó exhausto en la banca y miro a el joven frente suyo que estaba encogido. Le dio una leve sonrisa y él de forma penosa se la devolvió.

Era un menor que había entrado al equipo recientemente. Era bastante torpe y despistado, poniéndose nervioso en varias ocasiones lo que provocaba que algunos de los jugadores se enojaran con él y que el pelirrojo como el capitán que era tuviera que ir a defenderlo.

Kirishima no quería presionarlo ni ser insistente. Kaminari le había dicho que en ocasiones era mejor dejar que las personas se desenvolvieran solas. Ser demasiado gentiles con ella provocaría una dependencia y sería más perjudicial que benefactorio. Así que le dio otra palmadas al joven en su espalda y se paró para ir a correr un poco.

Sin embargo, al pasar por la puerta del gimnasio diviso una cabellera de color cenizo y sabiendo de quién podía tratarse corrió hasta allí. Llegando hasta el umbral de la puerta pensó que quizás se trató de su imaginación pero luego escucho su voz.

—Eres rápido, Kirishima.

No sonaba a elogio. Más bien, parecía que a Bakugou le desagradaba haber sido descubierto.

—Te vi, nada más —se apoyó en la pared cerca de su amigo — ¿Que te trae por aquí, Blasty? ¿Algo del consejo? Puedo ayudar.

Su amigo tenía una posición usual en él, las manos en los bolsillos del pantalón y la cara con el ceño fruncido habitual. Pero por algo eran mejores amigos, el pelirrojo podía notar la ansiedad que tenía en su persona.

A Eijirou le daba curiosidad saber qué podía poner en ese estado a Katsuki pero si se lo soltaba así sin más, lo más seguro era que fuera a recibir un golpe en toda su carita. Así que el camino más fácil —y con más posibilidades de salir con vida— era preguntar por algo tan irrelevante como lo era el consejo para el cenizo. Lo haría sentir más tranquilo y relajado.

— ¿Para que necesitaría tu puta ayuda en el consejo? Esa mierda es demasiado fácil hasta para ti —pico el anzuelo el cenizo —Te vení a preguntar sobre algo.

El pelirrojo sonrió, sintiéndose feliz de que los golpes pasados hallan ayudado a formar su sabiduría de hoy y se puso más cómodo resbalando por la pared hasta quedar sentado.

—Dispara —dijo con simpleza, esperando la pregunta.

Bakugou se puso a apretar los puños dentro de sus bolsillos mientras pensaba en que formas decir, lo que quería decir, sin que sonara la mitad de humillante que pensaba.

No había forma.

Cómo Kirishima mostrará el menor indicio de querer reírse, le partiría la cara y haría como que la conversación entre ellos nunca sucedió.

— ¿Cómo...? —carraspeo ya que se medio atragantó con sus palabras — ¿Cómo besas a Kaminari?

El pelirrojo primero supuso que había escuchado mal, pero después se recordó que estaba hablando con el cenizo y que todas las palabras que decía solían tener cierto grado de sentido —a diferencia de la de sus amigos y pareja— aparte que sino eran insultos, eran palabras anteriormente pensadas.

La reacción automática de Eijirou fue ponerse rojo y voltear a ver a Katsuki con los ojos abiertos de par en par como sino hubiera escuchado lo que escucho.

— ¡¿Q-Que?! —tartamudeo y dio un salto hacia atrás — ¿¡Be-besar...?!

¡Bam, bam y bam! ¡Dos golpes contundentes contra su cabeza y un cenizo tomando su cuello con una fuerza salvaje, todo en menos de dos segundos!

— ¡Cállate, cállate! —ordenó el cenizo sacudiendolo — ¡Solo contesta la maldita pregunta!

— ¡E-Entonces, déjame respirar! —suplico el pelirrojo — ¡Aire, Blasty! ¡Necesito aire!

Amigos, en las buenas y en las malas [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora