Katsuki y las formas del amor.

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— ¡Bakugou, ten cuidado! —grito preocupado Kirishima.

— ¡No te quieras hacer el duro con nosotros! —le siguió Kaminari — ¡Sabemos de tu lesión en la pierna!

— ¡Meterse en sus asuntos, jodidos idiotas! —corría con todas sus fuerzas Bakugou — ¡Váyanse de una vez a su puto partida y romperle el trasero a la clase esa llena de extras mugrosos!

— ¡Eso no se dice, Blasty!

— ¡Me vale una mierda, Kirishima!

Solo quería llegar a ella. Quería verla y asegurarse que estuviera bien. Todoroki se la había llevado después del concierto y eso había sido hacia unos treinta minutos o más.

Maldita batería difícil de guardar. Maldito Iida que lo obligó a ayudar en la limpieza y maldita Ashido que lo soborno con papas fritas picantes si la ayudaba con unas cajas del vestuario femenino.

Malditos sean todos ellos y él mismo por haberse vuelto tan jodidamente amable aunque hiciera todo eso con cara de asesino serial.

¿Cómo estaría Emiko? ¿Tendría miedo de la música del festival? ¿Le gustarían los colores alegres y extravagantes de ese lugar? ¿Alguien la habría puesto incómoda en su ausencia?

No lo sabía y aquello lo volvía loco. Pese a que confiaba en Shoto, a que creía en él y su capacidad. Katsuki no podía evitar correr con todas sus fuerzas hacia donde se suponía debía estar el bicolor.

No le importaba su lesión. Era mínima y patética. Un esguince sin importancia que se hizo en el último metro de su carrera. No dolía.

Pero quizás no le dolía debido a la adrenalina en su cuerpo y al hecho de que no pensaba claramente. Sumado al nivel de estrés que estuvo manejando en todo el día.

El patio de Yuei estaba rodeado de puestos de comida, de juegos, de variedades excéntricas y concursos. El cenizo atropello a un par de personas en su camino hasta que distinguió una cabellera única en el mundo y sin pensarlo demasiado grito su apellido en medio de la multitud.

— ¡Todoroki!

Hubo varias reacciones, primero la de dos hombres jóvenes. Uno de cabello negro teñido y ojos azules, otro con cabello completamente blanco y ojos marrones, eran tan distintos aunque sus rasgos eran iguales. Tal vez el azabache era más delgado que su contraparte albina que era de contextura robusta. Después estaban una mujer y una joven, las dos tenían el cabello albino aunque la más joven tenía mechas rojas. Lucían como madre e hija.

Luego estaba la persona que a él le importaba junto con a quien quería tan desesperadamente ver.

Emiko soltó un chillido de alegría cuando lo reconoció a la distancia y Katsuki no tardó en llegar a tomarla en brazos, sin importarle el resto de desconocidos que estaban viendo la escena y habían reaccionado al apellido Todoroki.

—Defenitivamente es la madre —comento el azabache a sus espaldas.

—Touya, es hombre —replico un hombre de cabellos rubios revoltosos y baja estatura.

— ¿En serio? No parece.

Bakugou volteó molesto a ver a quién había dicho eso. El hombre de ojos azules, como si buscará afirmar sus palabras miro hacia sus pectorales.

—Tiene pechos.

Shoto reaccionó rápido —para la suerte de su hermano— en tomar el hombro de Katsuki y atraerlo hacia sí antes de que asesinara a Touya.

Rei suspiro apenada e hizo una reverencia ante el cenizo mientras Fuyumi, Natsuo y Hawks se encargaban de regañar al azabache. Que irónicamente era el mayor de todos ellos.

Amigos, en las buenas y en las malas [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora