Amigos, en las buenas y en las malas.

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Camie sentía como el vino que había ingerido —a costa de sus padres— subía lentamente por su garganta cual veneno y le hacía querer correr lejos de ese lugar.

Pero no podía hacerlo.

Además, Katsuki ya había tomado su muñeca derecha y con sus ojos rojos le decía que no la dejaría escapar.

La cantidad de alivio y miedo que sintió en ese momento era imposible de explicar.

—Señorita, ¿es este joven un amigo suyo? —cuestiono el hombre mayor con quién estaba, el cual pasaba su mirada entre los menores y la dejaba fija en ella.

Amigo, ¿ellos seguían siendo amigos, después de todo lo que había pasado?

¿Katsuki la seguía considerando de aquella forma aún cuando había dejado a su propia hija en la puerta de su casa y se fue sin más?

La castaña sintió otra vez como la garganta se le oprimía y sus ojos se pusieron calientes. Pero no podía llorar, no tenía derecho a hacerlo.

No podía tener el descaro de llorar ante el cenizo.

—Sí, somos amigos.

Utushime alzó la mirada, segura de que había temblado por la respuesta tan clara y concisa que había dado Bakugou. Su voz sonó tan decidida, como si aquello fuera algo que no debería cuestionarse por nada del mundo.

Ahora sí que quería llorar.

—Y como buenos amigos que somos, la alejo de pervertidos como usted —gruño el de ojos rojos jalando de la muñeca de la castaña —Espero por su bien que no vuelva a molestarla.

El hombre ni tuvo tiempo de indignarse y reclamarle al adolescente porque esté ya se estaba alejando con la castaña del salón del baile. Se alejaron por una de las puertas laterales que daban con los pasillos y los jardines, recorriendo distintas habitaciones, ambos se detuvieron al llegar a una dónde había un piano de cola junto con unas pinturas y sillones de cuero negro.

El lugar estaba frío. No llegaba la calefacción y aunque la femenina deseaba sentarse porque los tacones le hacían doler los pies, se quedó de pie viendo la espalda del cenizo quien no había soltado su muñeca.

—Si ese hombre va a quejarse con mí padre estaré en problemas, Katsuki —comento por intentar armar una conversación.

—Te lo digo desde que tengo diez putos años pero parece que hace falta que te lo repita —dijo enojado el de ojos rojos —Por mí, tu viejo puede irse a la mierda.

Camie bufo divertida y movió su brazo, en señal de quería su mano de vuelta y Katsuki la soltó pero la siguió observando fijamente. Y como él no sabía de sutilezas su mirada fue directamente a su vientre.

Sabiendo que estaba buscando, hablo con una voz calmada y suave. Aunque debe admitir que la primera que vez no lo entendió del todo y se preparó para dar una explicación, en caso de que sea necesario.

—Fue un embarazo críptico. "Críptico" viene del griego, significa oculto —describió la castaña —Es un buen nombre para describirlo, creo yo.

—Camie —hablo el cenizo en un tono de advertencia —No estoy de humor para tus bromas, ¿por qué lo hiciste? ¿por qué la dejaste en mí maldita puerta? —se le fue acercando lentamente, sintiendo como el enojo y el miedo bailaban en su interior — ¡¿Por qué mierda me la dejaste a mí?!

¡¿Por qué me condenaste a amar a alguien a quien no puedo tener?!

Katsuki nunca había sido violento con Camie. No de aquella manera, jamás había apretado con sus manos los delgados hombros de la femenina y la había sacudido como si se tratara de un saco de papas.

Amigos, en las buenas y en las malas [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora