Hermanos Iida.

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—Realmente siento arrastrarte a esto, Tenya —se disculpó otra vez el mayor — ¡Se supone que deberías estar divirtiéndote con tus amigos! Pero no, estás aquí ayudándome con todo esto.

—No es ninguna molestia, niisan —suspiro el de lentes con una sonrisa —Esta bien, mis amigos lo entienden.

— ¿Ellos vendrán al baile, no? Me muero por conocerlos. En especial a Uraraka-san y Midoriya-kun, son de los que más hablas.

Aunque las palabras de Tensei estaban cargadas de cariño e ilusión verdadera, el menor sintió una fea opresión en su pecho y carraspeo para disimularla.

—Por supuesto, ellos vendrán —afirmó mientras tomaba otro manojo de papeles y se ponía a leer.

Tensei no hablo más y volvió su vista a sus propios papel como si estuviera viendo a un enemigo invencible y fiero. Con una pereza que no era característica de su persona, tomo un bolígrafo y se puso a leer y escribir en silencio.

La mansión de los Iida era enorme para ser solo cuatro personas y más apropiadamente hablando, era como un salón de eventos que la familia usaba en pocas ocasiones como los cumpleaños, la navidad y año nuevo. Si le preguntaban a la dueña de la casa donde se encontraban las cosas no tendría la menor idea y el señor de la misma tampoco podría encontrar nada más aparte de su vinoteca. Los propios herederos de tan enorme lugar no sabían desde hacía años dónde quedaban sus antiguas habitaciones, una sirvienta debía guiarlos hasta que se acostumbraran.

Sumire y Kyo Iida, los padres de Tenya y Tensei, no guardaban grandes sentimientos por ese lugar tan gigantesco. La primera por venir de un origen humilde y el segundo porque encontro desde que era joven bastante frívolo aquel lugar, vivieron ahí los primeros años de vida de sus hijos y después se mudaron a una casa en la ciudad que quedaba cerca de sus trabajos. No quisieron vender la mansión por la historia que tenía en ella y por lo hermosa que era, siendo usada solo para ocasiones felices la pareja supuso que sus ancestros estarían contentos y satisfechos.

Cómo el baile de invierno era una de las celebraciones dónde más personas vendrían a la mansión, se mudaban temporalmente a aquel lugar y organizaban todo entre ellos.

Esa era una de las razones por las cuales Tenya estaba ahí en su día libre dónde había acordado salir con sus amigos. Cancelarles de último momento le supo mal pero ellos supieron comprenderlo y terminaron saliendo solos Ochako e Izuku.

Lo cual le causaba unos celos que no sabía cómo manejar o aceptar.

—A ver qué...—interrumpió una voz femenina en el estudio — ¡Oh, vaya! Por fin los encontré.

Los hermanos Iida voltearon a ver a la recién llegada encontrándose con una mujer mayor bastante alta con cabello negro largo teñido por un par de canas y ojos marrones, una figura esbelta en un vestido negro. No tenía facciones distinguidas o suaves, sino más bien normales, el rostro de una mujer dulce.

—Madre —se paró Tenya para ir a recibirla con un abrazo — ¿Que haces caminando por la casa? Es malo para tu rodilla.

—Tonterías, tonterías —resoplo Sumire —Las escaleras de está casa no van a poder derrotarme —aseguro con una risa —Vine a decirles sobre la cena niños, es hora de que dejen todo eso.

—Al fin —suspiro Tensei y se movió detrás del escritorio, con su silla de ruedas que Sumire no pudo evitar ver con tristeza —Muero de hambre.

La mujer pareció recuperar el ánimo al escuchar aquellas palabras y se puso detrás de la silla de ruedas de su hijo, ayudando a empujarla.

—Yo también. La cocinera hizo una especialidad con cangrejo, creo —comento la mayor —Su padre no quiere comerlo, así que tendremos que hacerlo nosotros.

Amigos, en las buenas y en las malas [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora