¿El año nuevo es un buen momento para las inesperadas noticias?

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Fue a Rei a quien acudió cuando se decidió que harían. Shoto eligió ir solo pese a que Katsuki insistió en la contrario, no porque la presencia del cenizo fuera molesta o poco útil sino porque era vergonzoso lo que estaba por suceder.

Después de todo, si era algo que su madre no podía negar es que apoyaba su relación desde antes de que comenzará. Y que quería a Emiko.

Por eso, hablar con ella fue lo más sencillo.

—Oh...vaya.

Bueno, sencillo pero un poquito complicado.

La albina miraba a su hijo con los ojos abiertos en par en par y tenía una mano cerca de su mentón, resistiendo el impulso de morder sus uñas intento calmarse y suspiro un par de veces para controlar su respiración.

No lo consiguió. En menos de dos segundos todo el aire se salía y las ganas de reírse incrementaban. Esas risas de puro nervio que casi nunca experimentaba.

¡Su hijo menor ya tenía una pareja y una hija! ¡Oh, como deseaba poder festejar!

Pero en ese momento, lo que el menor necesitaba era contención. No que se pusiera como una loca bailando en su modesta sala de departamento.

Debía ponerse en el papel de madre tradicional que supuestamente era. Decirle que cuidar a un hijo era una gran responsabilidad y que tendría que hacer muchos sacrificios...

¿Para que se engañaba inútilmente?

La albina sin contenerse más salto a los brazos del menor y le abrazo, quedando a la altura de su pecho dejo que sus lágrimas de emoción cayeran por sus ojos y acaricio los lacios cabellos bicolores.

Shoto se demoró en devolverle el abrazo —debido a que fue inesperado— y carraspeo antes de volver a hablar. Su voz pese a que ya era la de un adulto sonó como la de un niño pequeño.

— ¿Madre, estás...bien con esto?

Rei se rió en el pecho de su hijo, ¿acaso no era obvio lo feliz que estaba? Siempre estuvo preocupada por su pequeño niño quien había sufrido tanto en su infancia. Realmente había temido de que Shoto optará por el aislamiento a que buscará una persona para amar y compartir la vida. Hubo noches en las que soñaba con su hijo solo en un lugar frío en el cual ella no podía acceder y solo le quedaba ver cómo el corazón del menor de congelaba.

No había palabras para explicar lo feliz que se sentía de saber que no sería así.

De que su pequeño tenía a dos personas a las cuales amar y por las cuales vivir.

El bicolor le dio unos segundos a su progenitora para que comprendiera la noticia. Por sus reacciones podía entender dos cosas, una no estaba molesta —lo cual era un infinito alivio para él— y la segunda que estaba emocionada. Pero no entendía si era una emoción buena o mala.

Era bastante paciente pero en ese momento quería una respuesta verbal por parte de su madre.

Ella pareció comprenderlo porque se separó del abrazo y se quedó sentada ante él, con las rodillas juntas y una expresión radiante. Hasta parecía más joven si no se fijaba en las arrugas a los costados de sus ojos.

—Estoy bien con esto, más que bien —tomo las manos de su hijo —Estoy muy feliz por ti, por ustedes dos. Aunque lo que le pasó a Emiko-chan es...triste, estoy feliz de que ustedes vayan a ser su familia.

—Gracias, madre —se inclino Shoto soltando el aire que no sabía que había estado reteniendo —Significa mucho para mí.

—Sho, estaré contigo y Katsuki. Ayudaré en lo que pueda, lo prometo —afirmó Rei — ¿Y cuando piensas decirle sobre esto a tus hermanos? Yo puedo hablar con Enji, si quieres.

Amigos, en las buenas y en las malas [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora