Si tuviera que poner en palabras como se sintió mientras caminaba sola por la carretera, ya que ningún auto estaba a la vista, únicamente podría decir una palabra.
Terror. Uno enorme que se escurría entre sus piernas y aún con esa evidencia, se negaba en pensar qué era.
La parada de taxi estaba a un kilómetro más. Uno solo. Sus pasos se sentían tan débiles como si en vez de acercarse se estuviera alejando y eso le hizo gemir de forma lastimera. Hace rato que estaba llorando pero derramar un par de lágrimas a esas alturas estaba bien. Nadie podía decirle nada, su cara era un asco y le daba igual.
La castaña solo deseaba que aquel inaguantable dolor se detuviera.
Por algún milagro llego a la parada en dos minutos que sintió como veinte y se desplomó sobre un banco de madera. Su bolso deportivo cayó como peso muerto a un lado suyo y su estómago se contrajo a la par que daba un alarido de dolor tan alto que desde Tokio debieron ser capaces de escucharlo.
¿Cuánto podía tardar en pasar un taxi por ahí? Era un lindo día y varios usaban el servicio. Seguramente alguien llegaría, en algún momento y el taxi también lo haría.
Camie se limpio las lágrimas tratando inútilmente de mantener su cabeza funcionando y froto por instinto su estómago para calmarse. No servía de mucho pero los dolores agudos cesaron lo que la hizo suspirar de alivio.
Hasta que al escuchar una bocina a la distancia se paró para frenar el taxi y se cayó de rodillas al piso por una corriente eléctrica que subió por toda su columna.
— ¡Aaaaahh!
Su grito de dolor hizo que el auto amarillo frenará a unos metros y un hombre mayor saliera corriendo en su rescate. Le miraba con horror mientras la cargaba y la metía dentro del vehículo al mismo tiempo que ponía el acelerador.
Utushime no necesito decirle hacia donde quería ir. El hombre parecía saberlo. Así que se concentro en volver a calmarse.
Aunque no lo consiguió. Lo último que recuerda eran los gritos asustados del taxistas pidiéndole que no se quedará dormida en el asiento trasero y los golpes en su espalda causados por los baches del camino.
Uh, esperan sí. Recuerda algo vago que dijo aquel hombre.
"¡Aguante señorita! ¡Debe estar despierta durante el parto!".
Parto. Que graciosa palabra.
Ella no estaba embarazada.
~~~
Al despertar le dolía todo de la cintura para abajo y tenía una sensación de vacío por demás extraña, sin embargo, no le importaba demasiado. Era como si tuviera el estómago vacío, nada más.
Y aún entonces, se sintió particularmente melancólica.
Camie se sentó en lo que sería una camilla. Suponía que la habían atendido en emergencias y la curaron de lo que sea que tenía. Eso la puso de buen humor.
Pero entonces, la vio.
A su lado había una curiosa cuna, donde lo único que podía observar era una mantita rosada. Por curiosidad se acercó hasta ella y observó a una bebé, una pequeña y durmiente bebé.
¿Que hacía ahí una bebé?
Utushime quiso acercarse más hasta que escucho una puerta abrirse y giro a ver de quién se trataba. Por el uniforme no supo distinguir si era una doctora o una enfermera. De cualquier forma, le estaba mirando con una dulzura que la ponía incomoda.
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Amigos, en las buenas y en las malas [TodoBaku]
Fiksi PenggemarCamie había dejado solo una nota y un paquete de pañales junto a el canasto. "Hablamos en las vacaciones de verano". Solo que para las vacaciones de verano faltaban tres meses y Bakugou Katsuki necesitaba respuestas inmediatas de porque había un beb...