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❝「𝓒𝓮𝓻𝓻𝓪𝓻𝓪𝓼 𝓽𝓾 𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓪 𝓫𝓸𝓬𝓪 𝔂 𝓵𝓪 𝓪𝓹𝓸𝔂𝓪𝓻𝓪𝓼. 」❞

Maiá Hart

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Maiá Hart

- ¡Mierda, Mierda, Mierda, mierda! - repito una y otra vez angustiada mientras me paseaba por la sala. Agarré un cojín del sofá que estaba tirado y se lo lanze a Alex a la cara. -- ¡Carajo Alex, despierta ya!

- ¿Qué sucede con tu humor? - preguntó entre quejidos abriendo los ojos.

- ¡Karev, levántate! - exijo. -- ¿Ya viste que hora es?
Me cruzo de brazos esperando a que se levante de mi mugroso sillón. Ve su reloj y me voltea a ver despreocupado. -- Son las 5:55, Hart.

- ¿Aja y que más? - preguntó rodando los ojos irritada.
Levanta los hombros y niega con la cabeza.

Suspiré llevando una mano a mi frente. -- ¡Oh Dios, oh Dios mío! - exclama preocupado.
Levantó la vista y al ver con esa expresión preocupada se que a captado el problema. - Vamos tarde. -- remarca. -- Vamos tarde.

- ¡Que listo! - comente sarcástica.

- Luego me sermoneas ¿Si? - pide y vuelvo a rodar los ojos.

Cada quien se fue a su cuarto a cambiarse lo más rápido que podíamos.
Fui la primera en salir de su cuarto, por lo que caminé a la cocina y agarré dos manzanas del frutero.

Alex apareció y agitó sus llaves en forma de irnos, agarré mi mochila que estaba en la sala y el su maletín. Le lance la manzana y corrimos por las escaleras del edificio.

Al llegar al auto de Alex mis piernas no daban para más, eran ocho pisos los que bajamos corriendo y a pesar de hacer carreritas con él en el parque, no era lo mismo que bajar 8 pisos.

La semana pasada, Alex llegó a la puerta de mi apartamento, llevaba sus maletas y una cara de perro abandonado en la calle. Me explicó que lo habían echado de donde vivía y, al ser mi mejor amigo, no me pude negar en darle el cuarto de invitados de mi apartamento.
Nos dividimos los gastos, pagamos mitad y mitad de renta, así como la despensa.
A decir verdad, yo no tenía problema con el dinero, mis padres tenían un buen fondo de dinero, digo uno fue coronel y la otra médica cirujana, tenía para sobrevivir por al menos un tiempo.
Y me gustaba la idea de vivir juntos, porque eso ayudó en nuestra amistad y es que después de rogarle que me diga que es lo que le sucedía, me lo terminó diciendo si así lo dejaba de molestar. Resulta que mi rayito de sol, reprobó su examen de la universidad, fueron solo unos puntos, lo tenía que volver hacer y no tenía margen de error, y ahora comprendía su comportamiento.

- ¡Hart! - reclama Alex.

Lo miró confundida y es ahí donde me doy cuenta de que me había perdido tanto en mis pensamientos que no note que ya habíamos llegado, ni siquiera me comí la manzana.

2|𝓜𝓬𝓓𝓻𝓮𝓪𝓶𝔂_𝓓𝓮𝓻𝓮𝓴 𝓢.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora