◽ADVERTENCIA: ESTAS LEYENDO LA SEGUNDA TEMPORADA DE MCDREAMY.◽
Historia inspirada en las temporadas de Grey's Anatomy.
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❝𝘘𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘤𝘳𝘦𝘦𝘳, 𝘴𝘪 𝘦𝘭 𝘮𝘢ñ𝘢𝘯𝘢 𝘯𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘨𝘢𝘳𝘢𝘯𝘵𝘪𝘻𝘢𝘥𝘰. S𝘪 𝘱𝘶𝘥𝘪...
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MAIÁ HART
Me coloque mis pantalones de mezclilla y un sueter amarillo. Mientras me terminaba de colocar mis tenis, trataba de ignorar a Derek y callar mis pensamientos, y sobre todo la voz de mi abuela que no dejaba de acosarme desde la boda.
—Maiá ¿al menos estás escuchándome? —reclamo. Tomó mi brazo deteniendo todo lo que estaba haciendo.
Por un momento pude dejar de escuchar su voz, dejar de sentir su mirada fría llena de decepción. Aunque no mejoró, porque ahora, quien siempre me miraba con amor y tranquilidad, ahora el océano estaba intranquilo, lleno de preocupación y frustración.
—Trato de no hacerlo. —confesé, bajando la mirada avergonzada.
Ya había pasado una semana y media, y sentía que lo único que hacía era empeorar todo.
Estuve en el servicio de Burke, todo salió mal, revolví los expedientes, me equivoque en la administración de un medicamento, casi mató al paciente de no ser por Preston. El jefe y Burke me regañaron, aparte de llevarme una suspensión por dos días y solo aplicar vacunas otros dos días, considero que es suerte qué aún siga aquí.
La idea de que debieron expulsarme no abandonaba mi cabeza, hablé con el jefe de no sentirme lista para regresar, que de hecho no me siento lista para nada. El doctor Webber aseguró qué llevaba la sangre de mi madre por mis venas, diciendo que él confiaba en mí y no volvería a cometer el mismo error.
Mis amigos no dejaban de animarme y decir que lo estaba haciendo bien. Pero no lo siento así, y el que me digan eso, hace que quiera esforzarme al doble para no decepcionarlos.
—Algo está pasando, sé que algo pasa —Sus ojos se oscurecieron en una mirada triste. Mi corazon martillo duro contra mi pecho al darme cuenta que lo decepcione—. Déjame ayudarte, por favor.
—Lo siento —murmuré avergonzada—. No quería preocuparte.
—Maiá ese no es el problema...
—¡Oigan, vamos a llegar tarde! —Interrumpió Alex del otro lado de la puerta.
—Es hora de irnos.
Mire a Derek unos segundos, quería apreciar sus ojos un poco más, quería observar un poco más su semblante. No hablaba pero sentía que me estaba gritando en la cara que estaba decepcionado de mi.
Salí del cuarto cuando ya no pude sostener más su mirada.
Tomé mi mochila y mi chamarra, seguí a Alex hasta el estacionamiento.
Hoy Derek entraba tarde, por lo que Alex y yo nos fuimos solos en su auto, en un silencio algo abrumador.
Recargue mi cabeza contra la ventana. Cerré los ojos tratando de alejar esas ideas de mi mente, o por lo menos que ninguna de ellas se quedará ahí para siempre.
