[birthday party pt. III]

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El sonido del timbre detuvo toda la acción. Jeno miró con pesar las velas de cumpleaños, encendidas a la espera de que alguien las apagase. Taehyung dejó un ligero beso en la cabeza de su hijo antes de correr hacia la puerta. Esas velas debían de durar todo el cumpleaños, lo que implicaba una vez para cada uno de sus pequeños, y una con los tres a la vez.

Cuando abrió, todo movimiento se detuvo. Sintió como si la sangre se le helase.

- Hola Tae - susurró Jungkook ligeramente avergonzado.

Kim no sabía qué hacer. Se había quedado en la puerta mirando a esos dos chicos. No reconoció al pálido a su lado, tampoco se detuvo demasiado a mirarlo. Sus ojos estaban clavado en aquel peligro que le había regalado los mejores momentos de su vida, y que a su vez, había sido causante de todos los peores.

- ¡Tae! - lo llamó Jennie, llegando a su lado - Jeno se está poniendo ansioso. Quiere apagar las velas, vamos - comentó mientras jalaba ligeramente su brazo, ignorando a las personas al otro lado de la puerta.

- Oh, claro - murmuró -. Las velas no se pueden derretir.

- Exacto - apoyó con una sonrisa antes de encarar a los otros dos -. Entren, por favor. Han llegado en el momento justo. Estábamos a punto de soplar las velas. ¡Rápido! No queremos que la tarta se arruine, ¿no?

- ¿Acaso tienes antojo? - preguntó Taehyung.

Jennie le sacó la lengua antes de entrelazar sus dedos, jalándolo hacia el salón donde estaban todos. La puerta quedó abierta para que los últimos invitados pasasen. Sin embargo, Jungkook parecía estar clavado en el piso. Sentía un ardor en sus ojos y un nudo en su garganta. Su vista estaba fija en el lugar por el que había desaparecido la pareja.

Parece que era real. Taehyung se veía feliz junto a ella, quizás como alguna vez lo fue junto a él.

- ¿Entramos?

La pregunta lo devolvió a la realidad. Todo lo sucedido hasta ese momento pasaba ante sus ojos. Cada uno de los besos, los abrazos. Las noches en las que la melancolía lo llenaba y los brazos de Taehyung eran su refugio favorito. El único lugar al que alguna vez podría referirse como un hogar.

Si le hubieran dicho que las cosas terminarían así, él no lo hubiera creído. Pero él mismo había sido quien los había llevado a la situación actual. Sus manos se cerraron en puños mientras recordaba el tacto de aquel bolígrafo con el que escribió las palabras más duras de su vida. Una decisión que lo había condenado. Solo que no había sido capaz de verlo hasta ese momento. Cuando perdió aquello que no creyó tan importante.

Ahora solo pensaba en cómo podía recuperarlo. Cómo podría traer de vuelta a su lado al castaño. Su mente se obsesionaba con las diferentes posibilidades. Su cuerpo anhelaba sentir el contrario. Eran como dos imanes. Estaban destinados a estar juntos. Lo sabían. Él estaba seguro de que no era el único que lo pensaba.

- Jungkook - habló de nuevo Yoongi -. Están cantando cumpleaños feliz. O te unes, o te largas. Pero no nos podemos quedar en la puerta.

Jeon lo observó durante unos segundos antes de adentrarse a la casa, cerrando la puerta tras ellos. Siguieron el camino por el que habían desaparecido Taehyung y Jennie. El sonido de las voces, cada vez más fuertes, los guiaba adecuadamente.

- ¡Pide un deseo, pide un deseo! - exclamó un niño que estaba en la primera fila. Lo vio gracias a que Jeno le sonrió antes de asentir.

- ¿Qué has pedido? - preguntó la hermana del chico, mientras se acomodaba para su turno.

- Es un sequetro - intervino de nuevo aquel niño de la primera fila. Ahora lo podía observar mejor. Se parecía al amigo de Taehyung, aunque no creía que Sehun hubiera podido tener un hijo -. No se lo puedes decir a nadie, si no, no se cumple.

Vio como el pequeño se reía antes de alzar su mirada, encontrándose con la suya al otro extremo de la habitación. Su rostro reflejó tanta felicidad, que su sonrisa hizo desaparecer sus pequeños ojos. Un brillo inundó su expresión, y el corazón de Jungkook se sintió tan cálido. Él estaba feliz de que estuviera ahí. Se sentía bienvenido gracias al pequeño.

Se preguntó si el pequeño Jeno hubiera podido seguir existiendo de haberse quedado al lado de Taehyung. Le hubiera gustado tener un hijo así.

- ¡Kook! - gritó el niño antes de salir corriendo hacia él.

Se agachó para recibirlo. Jeno se lanzó a su cuerpo, abrazándolo con fuerza.

- Felicidades, campeón - le dijo mientras se erguía con el pequeño entre sus brazos -. ¿Te han regalado muchas cosas?

El chico asintió entusiasmado. La pila de regalos que había en el comedor de la casa había crecido mucho desde que habían llegado. Ya se podía imaginar todos los buenos regalos que habría entre aquellos paquetes. Sus tíos siempre los consentían demasiado.

- Yo traje algo especial para ti - susurró.

En realidad, lo había traído para los tres niños. Sabía que aún no se lo podrían poner, ya que eran muy pequeños, pero deseaba que en un futuro les fuera útil. Se trataba de una cadena de plata que tenía como colgantes la inicial de su primer nombre y un anillo. Taehyung y él habían compartido una parecida durante su relación. Jeon se la había dejado de poner cuando fue a debutar. La mantuvo durante toda su época como trainee, como refuerzo. Un recordatorio de lo que había dejado atrás para estar ahí.

Ya no significaba nada. Tras su ida, todo se había convertido en una desagradable promesa vacía que los había atormentado.

<···>

Salió del baño con rapidez. Desde que Jeno había visto a Jungkook, no se había separado de él. Él se había limitado a observar a ambos en silencio. Eran tan parecidos y Jungkook parecía más feliz de lo que jamás lo había visto.

Chocó contra alguien que parecía haber querido entrar al baño.

- Lo lamento - se disculpó.

Aquella voz tan aguda.

- Ha sido culpa mía - susurró. Siempre lo fue.

- Oh, Yoongi. No imaginé que vendrías tan pronto.

- He acompañado a un amigo. Él es un invitado.

Jimin asintió antes de intentar retirarse. Su cuerpo actuó por cuenta propia. Su mano aferrada al antebrazo ajeno, impidiendo que se fuera. Pero con una delicadeza extraordinario. Yoongi no acostumbraba a ser rudo, aunque su aspecto pudiera parecer intimidante.

Sus ojos se conectaron con anhelo. La llama ausente de lo que alguna vez habían tenido reflejada en cada una de las expresiones. Su agarre se aflojó, perdiendo toda la fuerza. Aun así, Jimin utilizó su otra mano para deshacerse de este. Entonces, el contacto simplemente se rompió entre ellos y Jimin se alejó.

De nuevo, experimentaba esa perdida. Quería hacer las cosas bien, por los dos. Se necesitaban. Estaba seguro de eso.

left behind [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora