Capítulo 1

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Apenas divisé a mi mejor amigo de la infancia, corrí y salté sobre su espalda, tomándolo por sorpresa, sin embargo, sus rápidos reflejos lo hicieron sujetarme y estabilizarse para impedir nuestra caída al suelo.

-¡Iwa-Kun! Hola -saludé con una gran sonrisa por ver cómo había logrado molestarlo un poco.

-Hola, Chibi-chan -se burla para estar a mano. Hice una mueca y le di un leve e inofensivo golpe en la cabeza.

-¡Oye! No me digas así, soy tamaño promedio. No es mi culpa que tú seas una jirafa.

Aparté la mirada fingiendo molestia mientras podía escucharlo reírse de mí y de mi respuesta. Me empujó, obligándome a bajarme de su espalda en ese momento de distracción.

-Dime, ¿qué tal el entrenamiento? -pregunta él mientras comenzando a caminar hacia el gimnasio, pues él tenía entrenamiento con su equipo, lo seguí enseguida colocándome a la par suya.

-Normal, pero me enorgullece decir que las chicas están mejorando -sonreí ampliamente, demostrando ese orgullo en mis palabras y gestos.

-No lo dudo, después de todo no las dejas descansar ni un segundo hasta que mejoren en todo capitana -me mira enarcando una ceja, consiguiendo que rascara mi nuca con nerviosismo porque tenía razón.

-Tampoco exageremos, sí toman descansos después de varias horas, pero lo hacen. Es que quiero que tomen el vóley con más seriedad, es solo eso.

-Ahá.

Fue su única respuesta cuando habíamos llegado hasta el frente del gimnasio, iba a fingir de nuevo molestia cuando, al abrir la puerta, fuimos recibidos de inmediato.

-¡Iwa-chan! Al fin llegas.

En ese mismo instante en el que escuché esa inconfundible voz, aunque no quisiera, pude sentir como mi corazón daba un vuelco y empezaba a latir con más fuerza, como siempre ocurría cuando lo veía o lo escuchaba hablar. Iwaizumi le responde con un movimiento de cabeza mientras que él sonreía hasta que posó su mirada en mí y esa sonrisa tan bella se vuelve más amplia.

-¡__________-chan! Hola, no me esperaba verte aquí ahora -comenta girando su cuerpo para dirigirse completamente hacia mí.

-Hola, Oikawa-San -saludé juntando toda mi fuerza para no tartamudear ni sonrojarme demasiado-. Vi a Iwaizumi y decidí acompañarlo, no tengo nada más que hacer de todos modos.

-¿Nos verás entrenar? -inquiere tratando de no sonreír tanto, yo asentí en respuesta.

-Sí, lo esperaré para irnos juntos luego. Espero que no les moleste -ni siquiera había hablado del todo y él ya estaba negando con la cabeza.

-Para nada, __________-chan. Puedes quedarte todo lo que quieras, no es molestia -responde haciéndome sentir más aliviada por esa respuesta. Nos mantuvimos en silencio, mirándonos sin darnos cuenta de por cuánto tiempo.

-Vamos -de repente Iwaizumi lo toma por el cuello de la remera para arrastrarlo consigo hasta los demás mientras Oikawa se quejaba y trataba de soltarse, pero Iwa tenía fuerza.

Dejé escapar una leve risa que llamó su atención, Oikawa vuelve a mirarme y me dedica una sonrisa con un guiño que no pude evitar que me afectaran, me terminé sonrojando bastante por lo que cubrí mi rostro con una mano y me dirigí rápidamente hacia las gradas del gimnasio para sentarme y esperar allí. Dejé mi bolso a un lado y saqué mi celular para mirarlo por un momento hasta que ellos hicieron un partido de práctica que me hizo olvidar por completo mi celular y concentrarme en ellos.

Amaba verlos jugar, hacían de los partidos algo tan emocionante que podía perder la noción del tiempo con solo mirarlos.

Veía como todos ellos se movían en la cancha como si todos estuvieran conectados. Veía como Oikawa armaba para los chicos y ellos remataban con fuerza y facilidad por su colocación. Suspiré profundo, miré mi bolso y saqué mi pelota de vóley para acercarme a una pared y hacer pases mientras tanto. Verlos jugar me hizo querer practicar un poco. Mientras lanzaba contra la pared por un par de minutos, escuché que el partido de los chicos había finalizado y ya todos estaban recogiendo y limpiando el lugar para irse a cambiar.

Detuve mis pases y sujeté la pelota, volteé a ver a los chicos y sonreí al ver como Iwaizumi regañaba, por algo que no pude saber, a Oikawa. Me acerqué hasta el barandal de las gradas.

-¡Iwa-chan, eres cruel! -exclama Oikawa.

Iwaizumi le dedica una mirada de miedo antes de fijarse en mí y asentir con la cabeza. Dejé escapar una pequeña risa antes de asentir en respuesta, preparar la pelota y lanzarla hasta golpear con la cabeza de Oikawa.

-¡Ay! ¿Huh? -el capitán se da la vuelta mientras se acaricia la zona afectada por el golpe y me mira- ¡Tú también eres mala, __________-chan!

-No sé porque se peleaban, pero seguro lo tenías merecido -comenté encogiéndome de hombros-. Ahora, ¿alguien me pasa la pelota por favor?

-Aquí tienes, _________-chan -responde Kindaichi lanzándome la pelota. Sonreí recibiendo la pelota y comenzando a hacerla rebotar en mis brazos.

-Gracias -dije agradecida y caminé sin dejar caer la pelota hasta mi bolso y la guardé allí. Me colgué el bolso por el hombro y bajé de las gradas para acercarme a ese par.

-¿Viste como jugué, _________-chan? ¿Me viste? -Oikawa se me acerca emocionado por mi respuesta y yo sonreí tratando de ignorar los latidos acelerados de mi corazón.

-Los vi, jugaron muy bien -respondí y no mentía, cada que lanzaba la pelota contra la pared volteaba a verlos.

Oikawa sonrió de nuevo, pero esta vez con esa sonrisa arrogante que me hizo rodar los ojos con diversión, incluso con el ego en las nubes se ve bien.

-Por supuesto, sé que jugamos excelente -responde cruzándose de brazos, sin dejar ni un segundo esa sonrisa arrogante, pero Iwaizumi lo empuja y se acerca a mí.

-¿Nos vamos?

-¡Eres malo Iwa-chan! -se queja Oikawa, me aguanté la risa por aquello.

-¿No te cambiarás? -cuestioné al ver que seguía con la ropa del entrenamiento, hice una mueca y me cubrí la nariz fingiendo que tenía mal olor, pero es impresionante como es que, aunque estén completamente sudados, este equipo, especialmente estos dos, nunca olieron mal.

-Bien, -rueda los ojos- espérame un rato más.

Iwaizumi se lleva consigo a Oikawa para alejarlo de mí como siempre hace, ellos fueron a darse una ducha y cambiarse. Sabía lo que se iban a tardar por lo que decidí jugar un rato más con la pelota antes de ir a esperarlos afuera del gimnasio. A los minutos aparece Iwaizumi y me acompaña hasta mi casa mientras conversábamos.

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