Capítulo 24

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-Por suerte el golpe no provocó nada grave, pero tampoco hay que tomar el asunto a la ligera... -menciona el doctor luego de todas las pruebas que tuve que hacerme-. Los golpes en la cabeza son casos delicados y me comentaron que el que sufrió fue muy fuerte. Además, me han dicho que sufrió de otros dos golpes más. No hay que ignorar eso. Y... ________... no podrás jugar al vóley por un tiempo, hasta que estemos seguros de que estás fuera de peligro.

-¿Q..Qué...? -quería que fuera mentira, que solo había escuchado mal y que no era cierto, pero su respuesta me hizo saber que había escuchado bien.

-Lo siento, pero si haces demasiado esfuerzo físico puedes sufrir una recaída y que suceda algo más grave que cambie las cosas. Tienes que entender que el no jugar ahora es temporal, pero si no haces caso, no podrás jugar nunca más...

Me quedé en silencio, bajando la cabeza y aferrando mis manos en las mantas del hospital, aflojé el agarre al suspirar luego de aceptar que esta es la realidad de lo que me ha pasado.

-________... -mi madre apoyó su mano en mi hombro.

Negué con la cabeza, indicando que no quería que se preocuparan y sonreí levantando la mirada hacia ellos. Miré a la entrenadora, profesora y mis compañeras que entraron luego de que el doctor saliera y les dijera las mismas noticias.

-Estaré bien, ya verán que para Tokio estaré como nueva. Solo... no jugaré por un tiempo, es solo eso... -comenté.

-¿Estás bien con eso? -cuestiona Akane acercándose. Asentí en respuesta.

-Es cierto que me molesta que haya pasado esto ahora, pero si descanso bien volveré a jugar pronto. Saben que me recupero rápido, así que no se preocupen -aseguré intentando de creer en mis propias palabras. Ellas sonríen, aunque algunas dejan escapar algunos sollozos- ¡Eh! No, no, sin llorar. ¿Qué quieren? ¿Que les haga trotar cincuenta vueltas en la cancha? El que no pueda jugar no significa que no pueda hacer de capitana. Así que basta de lágrimas.

Ellas sonríen de nuevo por mis palabras, aunque fuera una sonrisa algo amarga por la tristeza, aún así se quitan las lágrimas y de a una van acercándose y me abrazan.

-Tampoco estoy muerta chicas, dejen de hacer eso.

Con esto ya pareciéramos estar en un velorio. Reí un poco, pero sentí una punzada de dolor en la cabeza que me hizo quejarme y apoyar mi mano en esta. Todas se asustaron por eso, pero negué con la cabeza una vez que el dolor se fue y sonreí de nuevo.

-¿Qué sucedió con Vera? -pregunté para cambiar de tema.

-Su entrenadora habló con nosotras, lo que hizo fue grave, te puso en riesgo por su falta de control de la ira, la expulsaron del equipo. La entrenadora se disculpa profundamente por lo que sucedió -explica la profesora.

-Ya veo... supongo que es lo que gana por su actitud -respondí.

-Oh y ________, vinieron los chicos a verte. Los del Seijoh y los del Karasuno -comenta la entrenadora provocando que me sintiera sorprendida porque ambos equipos estuvieran aquí y esperando afuera de la habitación... ¿Oikawa se estará comportando?

-Está bien, pueden pasar, pero que no entren los dos equipos juntos. Aún me duele la cabeza y no creo que sea una buena idea que ambos equipos estén aquí todos a la vez, es una advertencia -guiñé el ojo con una sonrisa al pensar en que serían capaces de pelearse ciertos chicos que conozco.

Ellas asienten algo confundidas, a excepción de Akane quien es la más conocedora de toda la situación, y salen de la habitación para llamarlos. Aunque mi madre y mi padre fueron los únicos que se quedaron.

-A pesar de lo que esa niña hizo... Jugaste increíble... -suelta mi mamá sonriéndome con orgullo.

-Gracias... -respondí algo apenada y sin poder mirarlos directamente al rostro, pues había sido el primer partido que veían y estábamos aquí.

-Vimos otros partidos tuyos, pero en este... fue intenso y se notaba como desbordaba la emoción -el comentario de mi padre me hizo levantar la mirada rápidamente con confusión-. En persona es mucho más emocionante.

-¿Vieron otros partidos? -cuestioné sin entender. Mamá deja escapar una leve risa de boca cerrada, como si mi pregunta fuera algo tonta e incrédula.

-Por supuesto. Siempre que estábamos en nuestros viajes o trabajando, veíamos tus partidos desde alguna televisión, celular o lo que sea que tuviéramos, hasta mis compañeros de trabajo se emocionaban conmigo por tus partidos y no podían esperar para ver otro -responde ella acariciando mi cabello mientras yo sentía mis ojos picar por las lágrimas que empañaban mi visión.

-Lamentamos no poder estar presentes en el lugar, pero siempre estuvimos viéndote desde lejos, porque era lo que podíamos hacer -papá se acerca un poco más-. Incluso en una reunión salté de la emoción porque tu equipo había ganado, tuve suerte de que el socio comercial tuviera una hija que también participa en partidos como para que entendiera mi emoción.

Los tres dejamos salir leves risas mientras que yo intentaba no sollozar por esta confesión. Mamá suspira y acaricia mi rostro, terminando por acomodar un mechón fino de cabello tras mi oreja.

-Nada fue más importante que tú.

Finalmente, no pude evitarlo más, sollocé y cubrí mi rostro con ambas manos para "esconderme". Ellos se apresuraron a agacharse hasta mi altura y abrazarme, y por fin, después de tantos años, abracé a mis padres de una forma cálida y no automática y distante, como era antes.

-Yo... Yo creí que era la primera vez que me veían jugar... -admití intentando calmarme y regular mi voz.

-Para nada, mi cielo. Hasta tenemos tus partidos grabados -comenta papá-. Tu madre y yo siempre nos llamamos luego de cada partido para emocionarnos juntos por lo genial que eres.

-¿Por qué nunca me lo dijeron? -pregunté.

-No sabíamos que creías que nunca vimos ni un solo partido tuyo. Digo... sales hasta en revistas como una de las mejores capitanas y jugadoras de la ciudad. ¿Cómo no hacerlo? -menciona mamá.

-Siempre estuvimos orgullosos de verte jugando o en revistas y hoy que por fin pudimos ir a uno de tus partidos... Aunque haya sucedido todo esto, pudimos ver mucho mejor la emoción y las ganas que le dedicas al vóley.

Sollocé de nuevo y los abracé con fuerza, ellos me tuvieron paciencia y me abrazaron hasta que pude calmarme y dejar de llorar. Todo este tiempo he creído que mis padres me ignoraban, no sabía nada de esto, escucharlo de ellos me hace sentir mejor.

CAPITANES || Oikawa Tooru x Tú ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora