XXXII

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Todos los días, para no decir que desde que comenzó a tener memoria, era testigo de la misma escena. Aquel viejo hombre de mal aspecto, terminaba su comida, y luego le arrebataba la suya. Estaba cansada de tener que comer apurada antes de que el terminara, para que de este modo no se la quitara.

Su abuela; Minsuk, siempre se interponía, pero aquel hombre la ignoraba y siempre hacía lo mismo. Por las noches, de madrugada, Minsuk, la despertaba para darle parte de la comida que le correspondía y que decidía guardarla para ella.

Estás en etapa de crecimiento Lisa, cómela era lo que le decía cada noche, cada vez que se quedaba sin alimentos por culpa de aquel hombre.

No abuela. Tú lo necesitas más a pesar de negarse siempre terminaba comiendo y dando parte a su abuela, esa era la condición.

Muchas de aquellas noches, luego de comer, observaba como su abuela se iba. Esperaba un momento y luego se ponía de pie en dirección a la sala, y allí la veía llorando. Se sentía mal de ver a la única persona que le daba amor, en aquel estado.

Pero una noche se cansó, y se atrevió de hacer algo que le costó el techo donde vivía, y la compañía de su abuela.

¿Ya comiste? preguntó de manera hostil aquel viejo hombre mirando a la pequeña.

No de nuevo, Bada.

Tú cállate mujer atestó señalando a la mujer que estaba de pie. Volvió su vista a la pequeña y le arrebató su plato.

La mujer miró con odio al hombre, pero no tanto cómo el odio que bramaban de los ojos de la pequeña. Si bien era una niña de apenas unos nueve años, la vida que le había tocado le había hecho madurar hasta sus emociones.

Miraba al hombre como se engullía lo que era su cena, miró a su abuela, una mirada triste y cabizbaja se reflejaba en su rostro. Bajo su mirada hasta la mesa, sus ojos se fijaron en un cuchillo y en su mano que, con propia potestad, ya lo había tomado.

Lo siguiente ocurrió muy rápido. Un cuchillo clavado en una mano regordeta mal cuidada, gotas de sangre regadas sobre la mesa y parte del piso. Una mujer con una mirada despavorida y su boca cubierta por su mano temblorosa. Una pequeña a quien la subyugo el odio, la adrenalina, y cometió tal fechoría.

¡Maldita babo! ¡Aghh! se puso de pie, sosteniendo con su mano izquierda la mano apuñalada.

Minsuk, volvió a la realidad, se acercó rápidamente hasta la pequeña y la escondió tras de sí. Aquel hombre soltó un gritó desgarrador al sacar el cuchillo de su mano, comenzó a tumbar todos los objetos a su paso. Metió la mano en el grifo del lavado mientras volvía a gritar.

La mujer aprovechó para subir a su habitación y encerrar a la pequeña.

Mantente aquí le indico con voz trémula a la pequeña, a quien ya la realidad le hacía añicos su corazón.

Abuela no tomó en su mano parte del vestido de su abuela deteniéndola.

Escóndete bajo la cama. Trataré de calmarlo miró a la puerta y luego a la pequeña. Nos iremos Lisa, nos iremos lejos.

Minsuk, había planeado escapar, pero aquel hombre tenía mañas, era malvado. Todas las noches al llegar con Lisa, cerraba la puerta con llave. Había días oportunos para escapar, pero Minsuk, no tenía ni dinero, ni a donde ir con la pequeña, y muchas veces el miedo la dominaba. Sabía que aquel hombre la encontraría y eso muchas veces la acobardaba en última instancia.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (El comienzo)→JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora