XXVI

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Hora, ocho de la mañana. Justo a tiempo para tomar el ascensor. Esta vez le tocaba hacer sus pasantías por la mañana, las realizaba mayormente por la tarde, pero por un par de días le tocaba de mañana.

Apresuró sus pasos al notar que el ascensor estaba libre. Las puertas se iban a cerrar, llegó a tiempo para adentrarse. Pero no sólo ella, justo al momento alguien más también se adentró. Miró a su lado, mientras calmaba su agite, pero este aumento al notar la presencia de la pelinegra a su lado.

Amagó con salir de aquel pequeño espacio, pero una mano la detuvo. Se fijó como la mujer a su lado, aún la sujetaba y marcaba el último piso con su mano libre.

━No voy hasta ese piso. Me quedo varios pisos antes ━admitió soltándose del agarre de la pelinegra.

Lisa, no masculló ni una palabra. La castaña irritada, marcó el piso al cual se dirigía. Miró de reojo a la pelinegra, luego de mirarla de manera esquiva, no pudo evitar enfocarse de lleno en mirarla. De perfil no pudo mirar mucho, pero se notaban unas ojeras debajo de los ojos. Percibió cierto abandono en aquel cuerpo.

Se sorprendió al ver como Lisa, volvía su rostro de lleno hacia ella. Pensó que le saldría con uno de sus peculiares comentarios, pero no fue así, sólo se mantuvo mirándola, como si quisiera expresar con su mirada lo que no podía decir con su voz.

Justo cuando Jennie, iba a hablar, el ascensor se tambaleo un poco, no mucho, pero si lo suficiente como para alertarla. Lo siguiente que ocurrió es que ambas quedaron a oscuras en aquel pequeño espacio.

Jennie sufría de ataques de pánico. Y la situación que presenciaba alimentaba su estado de ánimo sometiéndolo a volver a ser protagonista de un ataque de aquellos. Lisa por su parte, odiaba la oscuridad, de pequeña siempre tuvo temor de estar en lugares oscuros. Había quedado marcada desde aquella primera de muchas veces, que fue encerrada en un cuarto oscuro.


Ven acá pequeña mocosa gruñó aquel hombre regordete, con calvicie, y que siempre estaba presente en los amargos recuerdos de la niñez de Lisa.

¡No! Tenía hambre. Todo el día estuve en el campo, ayudando a cultivar el té verde comenzó a correr, escudándose con la mesa de madera que se situaba en una estrecha cocina.

¡Bada! apareció una mujer de edad madura, ciertos rasgos eran parecidos a los de Lisa. ¡Deja a Lisa!

No, Misuk. Esta mocosa, se comió el pan de la cena.

¡Abuela, tenía mucha hambre!

Ven conmigo Lisa ofreció la mujer con los brazos abiertos.

¡No te metas Misuk! ¿O quieres salir golpeada como la vez pasada?

Ya déjala por Dios. La sometes todos los días al trabajo, bajo un prominente sol.

¡¿Y qué quieres que haga?! ¡¿Qué la mantengamos así sin más?! ¡No hay suficiente comida! ¡Es increíble como la estúpida de nuestra hija se marchó y nos dejó a esta mocosa la cual tenemos que mantener! miró a la pequeña y escupió otras palabras con odio. ¡Debiste irte con la inservible de tu madre!

La mujer intentó acercarse a la pequeña que estaba detrás de la mesa, el hombre se percató de ello. Con un movimiento ágil, la empujó haciéndola caer al piso, aprovechó que la pequeña se había quedado mirando a la mujer en el suelo y la tomó alzándola.

¡Suéltame! ¡Abuela, ayuda! chilló pataleando.

¡Quieta! Ahora te castigaré para que aprendas abrió una puerta que estaba debajo de unas escaleras que daban al segundo piso, y la aventó. ¡Cuarto oscuro para ti! Hasta que escarmientes Babo cerró la puerta y comenzó a reír macabramente.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (El comienzo)→JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora