I

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Ya era pasada la media noche. Las calles estaban desoladas, aún había rastros de una pequeña lluvia de horas antes y una tenue neblina. El frío era latente. De un local cualquiera de Busan, una chica se disponía a salir, ya había cumplido con su jornada laboral.

Decidió caminar hasta su pequeño departamento, ya que no contaba con dinero para un taxi y, además, tomando un pequeño atajo, llegaría a su departamento más rápido.

La chica caminaba por aquel atajo, mientras lo hacía, se arrepentía de haberlo tomado. Pues, estaba muy solo y oscuro. De repente, escuchó un sonido a sus espaldas como de alguna botella caer, se detuvo y volvió su rostro asustada, y no vio nada.

Siguió su camino, esta vez, más rápido. Tanto que casi cae, al tropezar. Se acobijo así misma, el frío ya penetraba su piel. Estaba por cruzar el último callejón, que la acercaría a una calle más transitada, cuando de repente sintió que alguien la tomaba por detrás y le tapaba la boca.

Sintió pánico al instante, quería gritar, pero quien la tomó, era una persona mucho más alta y fuerte. Trato de morder la mano de aquella persona, pero, esta tenía un pañuelo entre su mano y su boca. Por lo visto era alguien que tenía experiencia en aquello.

─Quieta ─susurró una voz grave y áspera.

La chica supo al instante que se trataba de un hombre, el cual la comenzó a oler, causándole repugnancia. Comenzó a ser arrastrada hacia trás, comenzó a patalear haciéndole el trabajo difícil a aquel hombre.

─¡Que te quedes quieta! ─gritó muy de cerca a su oído.

La sangre fluyó a su cabeza, al momento en que sintió como un objeto punzante rozaba su cuello, haciéndola quedarse inmóvil en el acto.

─Así me gusta ─murmuró en medio de una sonrisa espantosa.

Unas lágrimas se deslizaron por el rostro de aquella chica, el pánico y el miedo se adueñaron de ella. Pensó, que esa noche estaría marcada de por vida. Aquel hombre bajo el cuchillo hasta su hombro, donde cortó la tira de su blusa, el pavor se instauró en ella.

De repente algo ocurrió tan rápido, que no le dio oportunidad de entender lo que había pasado.

Había caído de rodillas, volvió su rostro para encontrarse con la mirada de su abusador, alguien lo sujetaba ahora a él, de la forma en que él la había sujetado. Ahora el pánico y el miedo se podía detectar en la mirada de aquel hombre.

─Con que te gusta salir de noche para abusar de chicas ¡¿No?! ─gritó el otro hombre.

─¡Suéltame! ─fue lo último que dijo aquel hombre para luego caer de bruces, por el certero golpe que le propinó el otro hombre.

La chica, aún sentía miedo. Miró al hombre que la había salvado, pero solo pudo ver su mirada, pues tenía un pasamontaña que le cubría toda su cara, excepto sus ojos. Se acercó hasta ella, y le ofreció su mano para ayudarla a ponerse de pie. La chica dudada, sólo miraba aquella mano extendida.

─Vamos ─ofreció aquel hombre─, es mejor que salgas de aquí ahora. Se pondrá muy feo por aquí.

Sin pensarlo más tomó aquella mano, su mano temblaba aún por los nervios. Se puso de pie y miró a aquel hombre, con su otra mano sujetaba su blusa para evitar que esta se deslizara y dejara al descubierto su piel.

─Gra-gracias ─murmuró.

Se dio la vuelta y salió a pasos apresurados. Iba tan apurada y absorta por lo sucedido, que chocó con el cuerpo de alguien. Como consecuencia se tambaleo un poco, sintió que caía, pero unos brazos la sostuvieron.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (El comienzo)→JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora