XI

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La pelinegra miraba fijamente a la castaña, quien trataba de no mostrar sus inquietantes nervios. Comenzó a pasearse por aquella oficina, deteniéndose detrás aquella inquietante chica.

Su artículo es de los peores que he leído, y digo peores para que no se sienta única en la clase un malestar de nervios ligados con molestia, invadían a la castaña.

¿Puede decirme por qué lo cataloga de esa manera? Tampoco creo que merezca un calificativo así.

¿Ah no? ¿Debo de mentir? Si miento, no estaría alimentando sus ganas de hacerlo mejor. Claro, si lo ve de ese modo. ¿O es de las personas que se toman todo a mal y se rinden? Es así ¿no? Sólo le gusta oír lo que quiere.

No es así admitió entre dientes mientras se daba la vuelta para enfrentar a la pelinegra.

Entonces ¿cómo es? aquella mujer alta se acercó más a la castaña, quien la miraba fúrica, estaba cansándose de la actitud de aquella mujer─. Su artículo es muy banal Srta. Me alegra de no haber esperado mucho.

¿Sabe cuánto me esforcé en la elaboración de este artículo, como para que venga a menospreciarlo de esa manera? cada vez que aquella mujer alta se acercaba, la castaña no retrocedía ni se intimidaba, por el contrario, se acercaba también.

Me vale, era lo que debía hacer ¿o no?

La castaña no aguantó más aquella actitud de la más alta, se exasperó a tal punto de intentar golpearla con ambas manos los hombros de aquella. Pero tal intento fue en vano, pues la pelinegra la tomó por ambas manos y la detuvo al momento en que la acercaba por completo a su cuerpo.

¿También resultó ser agresiva? ¿Hum? murmuró a escasos milímetros de los labios de la castaña, a quien su respiración se le volvió más superficial e inestable.

Puedo resultar ser muchos adjetivos, que incluso usted desconoce repuso sin apartar su mirada de aquellos ojos.

Demuéstrelo entonces.

Aquello fue una invitación con ambivalencia, y la castaña lo sabía. Sintió la tibia exhalación de la mayor golpear sus labios, cerró los ojos sintiendo aquella sensación agradable a su parecer. Se decidió por acercarse más y culminar aquello en un contacto...


─Jennie ¡Jennie! ─escuchaba una voz lejana que la llamaba, y que poco a poco se acercaba─ ¡Jennie!

Abrió sus ojos sorpresivamente al sentir un grito muy cercano a su oído, asió su rostro lentamente mientras dejaba caer sus lentes. Tardó en entender dónde estaba, miró a todos lados. Fijó su vista en donde su rostro había reposado incómodamente, miró aquellos papeles regados por la mesa, su computador...

─Jennie ─giró su rostro y miró a su amiga quien estaba despeinada, con un pañuelo de cocina sobre su hombro y una cacerola entre su mano, la cual tenía un contenido que se disponía a batir─. Es tarde, me acabo de despertar, y te vi allí. Llevo pocos minutos llamándote. Me quedé dormida, nos quedamos dormidas

─¿Me quedé dormida? ─se preguntaba así misma aún adormilada. De repente se puso de pie ocasionando un chirrido de la silla al empujarla─. ¡Me quedé dormida Nayeon! ─gritó mientras se llevaba ambas manos a su cabeza.

Comenzó a correr por aquella sala de un lado a otro, tomó su teléfono y miró la hora; eran las siete y media de la mañana.

─¡Dios! No me dará tiempo de nada, tengo que estar a las ocho ─comentaba de manera desesperada.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (El comienzo)→JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora