VIII

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Era comienzo de semana y con ella la llegada del otoño, de ello quedaba evidencia en el ambiente. Las calles estaban cubiertas por aquellas hojas color cobrizo, las cuales resaltaban entre aquel gris característico de la ciudad.

En un semáforo a la espera del cambio de luz, se encontraba un auto Ford Mustang modelo 1969 negro, perteneciente a la pelinegra quien desvió su vista del frente, hacía un parque que daba a su lado izquierdo. En él podía ver unos niños jugando entre sí, sonriendo y corriendo. De un momento a otro sus pensamientos retrocedieron en el tiempo.

¡Teddy Oppa! Dame la pelota, ya estás muy viejo para eso.

Claro que no Lisa se negó un chico que salió corriendo con una pequeña, tras de sí.

¡Si te alcanzo, me la darás!

Inténtalo pequeña.

Aquel par se mantuvo corriendo, el chico se escondió tras un arbusto y miró a la pequeña quien se detenía y miraba a todos lados en su búsqueda. Comenzó a reír, risa que se apagó al ver de nuevo aquel hombre bajo regordete, que caminaba en dirección a la pequeña.

¡Babo! le gritó haciendo sobresaltar a la pequeña ¿Por qué estás aquí? ─la tomó por su brazo─. ¡Se supone que debes estar trabajando en el campo! ¡Debes ayudarme si quieres comer!

El chico no soportó aquella escena y salió en defensa de la pequeña, y más al notar que aquel hombre la zarandeaba.

¡Suéltala! gritó causando que aquel hombre y la pequeña lo mirasen, cada uno a su manera.

Y tú, ¿quién eres? el hombre se quedó observando al chico y luego sonrió. Oh claro comenzó a reír, tú eres quién le ha estado dando juguetes y comida a Babo.

Ya suéltame exigió la pequeña.

Tú cállate, y tú se dirigió al chico, mantente en tus asuntos, si no quieres oler a formol soltó mientras se comenzaba a reír.

Se alejó y aquel chico no pudo hacer nada por la pequeña, quien se zarandeaba del agarre de aquel hombre, mismo que se cansó de la actitud de la pequeña y la golpeó.

¡Eres una Babo malcriada! se acercó hasta quedar a la altura de la pequeña, que tenía el labio roto. De nuevo no comerás, y no verás más a tu amiguito.

El sonido de claxon de los automóviles que estaban a la espera detrás del auto de la pelinegra, la hizo volver a la realidad. Sin darse cuenta, el agarre que había ejercido en el volante, le había vuelto los nudillos blancos, debido a la presión que había hecho.

Aflojo el agarre y dio marcha a su auto rugiendo aquel motor. Se dirigía a la compañía. Luego de aquella visita al consultorio de Jisoo, se decidió por quedarse encerrada en su apartamento por el resto de fin de semana. A pesar de no salir, eso no fue inconveniente para que se embriagara.

Una vez llegó a la compañía, todas las personas evitaban mirar a aquella mujer, o de interferirse en su camino, su fama de mujer huraña ya era bien conocida. Se encaminó hacia el ascensor hasta llegar a su piso.

─Buenos días, Srta. Manoban ─saludó su secretaria como era costumbre, sólo que esta vez lucía un tanto nerviosa. Lisa, paso de aquel saludo y se dirigió a su oficina.

─Srta. Disculpe ─llamó su secretaria, haciendo detener a la pelinegra─, vera hay alguien esperando en su oficina.

─¿Cómo que hay alguien en mi oficina Srta. Bae? ─inquirió la pelinegra acercándose a la mencionada, que se encontraba de pie─. Sabe perfectamente que nadie debe pisar mi oficina antes de que yo llegue.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (El comienzo)→JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora