V

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Aquella oficina estaba albergando una segunda discusión en lo que iba de día. Por un lado, una rubia un tanto sofocada caminaba de un lado a otro mientras parloteaba, mientras que una pelinegra se mantenía ignorando, o al menos eso intentaba, a aquella mujer que ya estaba aumentado su malestar.

─Suficiente ─murmuró la pelinegra sin recibir acatamiento por parte de la rubia─ ¡Suficiente! ─gritó ya exasperada al momento en que daba un golpe seco en su escritorio, haciendo sobresaltar a la rubia.

─Lisa ─se acercó hasta el escritorio de la mencionada─, es que... no entiendo por qué no aceptaste a la pasante ─tomó asiento y prosiguió manteniendo un tono amable─. ¿Qué había de malo en ella para que tomaras esa decisión?

─Lo que no entiendo es por qué no respetas mi decisión. No siempre te daré razones de ellas, simplemente respétalas ¿quieres? ─aquella manera de responder de la pelinegra no estaba ayudando.

─Si fueras más razonable en situaciones como estas donde quede evidenciado el porqué de tus decisiones, no me vería en la obligación de cuestionarte.

─¿Por qué tanto empeño en la pasante?

─No es tanto por ella, sino por el hecho de que siempre tomas decisiones erradas y arrastras a personas contigo, personas que no lo merecen.

─Oh vamos... ─se reclinó en su asiento desviando su mirada.

─Esa chica cumplía con un buen perfil para ocupar esa vacante de pasantía.

─Esa chica cumplía con el perfil perfecto de una irresponsable, irrespetuosa y maleducada, que no merecía estar aquí. Tenía que ponerla en su sitio.

─Creo que es otra la que necesita ser puesta en su sitio ─espetó la rubia obteniendo una mirada para nada agradable por parte de la pelinegra.

─Si tanto te importa contrátala para los quehaceres de tu hogar ─Rosé decidió obviar aquella acotación estúpida y proseguir.

─Las decisiones que has tomado últimamente en la compañía, han dejado mucho que desear Lisa.

─¿Te parece? ─inquirió la pelinegra con desinterés y su vista en su computador.

─Sí, y no sólo has tomado malas decisiones en lo laboral, sino en lo personal.

La pelinegra desvió su mirada hacia la rubia, aquellas palabras no le habían gustado del todo.

─No creo que sea de tu incumbencia mi vida personal, ya deja de meterte en mis asuntos ─aquello sonó como una amenaza.

─No me interesa lo que pienses. Ahora lo que harás será llamar a la Srta. Kim, le ofrecerás unas disculpas y le dirás que tiene el puesto de las pasantías, que comienza el lunes.

─No soy tu fantoche Rosé, no controlas mi vida ─dicho aquello se puso de pie tomando sus cosas para encaminarse hacia la puerta.

─Pues entonces lo haré yo ─sentenció la rubia haciendo detener el andar de la pelinegra quien se volvió.

─Haz lo que se te venga en gana.

─¿A dónde vas, Lisa? estamos en horario de trabajo.

─Creo que te deje claro lo de mi vida personal, ¿no? ─señaló para salir por aquella puerta dejando a una rubia en un estado de cansancio emocional.

Las conversaciones que tenían últimamente, se terminaban transformando en una discusión, donde la pelinegra siempre salía huyendo y dejando a una rubia, que nunca paraba de insistir.

Rosé se quedó un rato más meditabunda en aquella oficina. Conocía a Lisa, lo suficiente como para saber que estaba cayendo de nuevo en la oscuridad. En un estado donde, si no se dejaba ayudar, no podría salir nunca más. Aquel comportamiento de la pelinegra, cada día iba empeorando más.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (El comienzo)→JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora