II

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En un pequeño, pero confortable, apartamento, se encontraba una chica. Chica que horas atrás había pasado uno de sus más execrables sustos, una situación que de seguro siempre recordará, y de la cual quedo un tanto tocada.

Ella se encontraba sentada frente a una pequeña mesita, ubicada al fondo de aquella sala, la cual también era ocupada por un sofá frente a un pequeño Tv, y a mano izquierda se encontraba una pequeña y poco espaciosa cocina, la cual contaba con un viejo refrigerador, y una pequeña encimera.

A pesar de ser un lugar poco espacioso, se notaba y había rasgo de que era habitado por una pareja muy jovial y alegre. Y ello quedaba reflejado en los colores, adornos y objetos que en él se encontraban, dejando atrás cualquier aspecto austero.

Aquella mesita estaba abarrotada de papeles y libros, mientras que aquella chica, un tanto despeinada y con el rostro invadido de vivos rasgos de preocupación, mantenía un lápiz que constantemente se llevaba a su boca y una calculadora en su otra mano, la cual maltrataba prácticamente, ya que al momento de introducir dígitos en ella lo hacía con mucha presión sobre aquellos números.

Chasqueo su lengua y dejó caer de mala manera aquel objeto sobre los papeles. Llevo sus manos a su rostro, mientras apoyaba sus codos en la mesa y comenzaba a masajear como si quisiera borrar de él, aquellos rasgos de preocupación junto con las causas de los mismos.

─¡Dios! ¿Y ahora qué haré? ─exclamó con evidente intranquilidad en su tono de voz.

De un momento a otro su estómago comenzó a rugir captando su atención. Ésta bufó con molestia.

─¿Qué? ─preguntó mirando hacia su estómago─ . Ahora no por favor, no hagas más notorio mi estado actual, ¡agh!

La puerta de aquel departamento se abrió dejando ver a una chica peli marrón, ojos alegres y con una gran sonrisa en su rostro. Caminó acercándose hasta la cocina y colocó unas bolsas que llevaba consigo sobre la encimera, luego desvió su rostro y lo centró en aquella chica.

─¿Y cómo estuvo tu día? ─preguntó mientras comenzaba a sacar el contenido de aquellas bolsas─. ¿Qué tanto haces con ese montón de papeles? ¿Hum?

─Jah ─soltó un bostezo lleno de cansancio mientras se estiraba─, sólo estoy-

─Sacando balances ─completó aquella chica que ahora se acerba hasta la mesita─. Jennie, ya hablamos sobre esto ¿no?

─Sí, Nayeon, pero-

─Pero nada Jennie.

Jennie, era una chica de estatura media, cabello castaño claro que daba por sus hombros, tez blanquecina y sus ojos, los cuales llamaban la atención mayormente, eran con rasgos felinos, definitivamente era una chica que a su paso sacaba suspiros.

La mencionada se puso de pie, captando la atención de su amiga, quien la miraba expectante, la detuvo cuando ésta pasó por su lado.

─¿A dónde vas?

─A trabajar, Nayeon ─la mencionada iba a reprocharle, pero fue interrumpida por Jennie, quien continuó─. Mira, acabo de contabilizar, y económicamente estamos mal, sé que lo hemos estado siempre, pero si dejo este trabajo nos quedaremos sin departamento, ¿eso quieres? ¿qué nos quedemos en la calle? ─inquirió elevando sus cejas.

─Jennie ─tomó a la mencionada y la dirigió a la silla donde estaba sentada, tomó otra silla para sentarse a su lado─. Escucha, sé que estamos cortas económicamente, pero créeme, puedo sostener los pagos por un par de meses.

─¿Cómo crees que te dejaré todo a ti? ─sondeó molesta.

─Escucha ¿sí? Tengo mis ahorros ─la castaña comenzaba a negar con su cabeza─ . Jennie por favor, no permitiré que te arriesgues en aquel bar de mala muerte que no te paga lo suficiente como para arriesgarte cada noche a que te tome otro violador y logre su cometido ─terminó de decir airadamente mientras se cruzaba de brazos.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (El comienzo)→JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora