36.

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Una elegante copa de champagne fue colocada frente a mí. Hye Sun, con quien había estado hablando durante media hora, había sido la encargada de solicitarla al mesero que iba pasando por el lugar.

Le sonreí agradecida tanto al hombre que había entregado la bebida como a la pelirroja que estaba sentada a mi lado izquierdo. Sostuve el vaso desde su tallo largo y lo elevé cuidadosamente para observarle con detenimiento.

—Tal vez no debería tomar alcohol esta noche—comenté, insegura—. Debería mantenerme sobria.

Bajé la bebida para encontrarme con un Chenle sonriendo desde el otro lado de la mesa. Después observé un Haechan a su lado que fruncía el ceño.

—Una copa no hace daño—aseguró con un tinte burlón—. Preocúpate cuando lleves diez.

—Tienes razón—apoyé su idea y le vi beber de su vino tinto—. Una no estaría mal.

—No confíes en las palabras de este mihog, Jin Ae —intervino el castaño, lanzándole una mala mirada a Chenle—. Seguramente tiene miedo de ser el único que termine borracho.

—¿Podrías eliminar lo que acabas de decir de mi memoria? —comentó con un tono socarrón—. No quiero odiarte, Haechan-hyung.

—Lo borraré de otra manera, Chenle-ssi —replicó el castaño mientras hacía unos pucheros.

Haechan levantó la palma de su mano, la llevó inmediatamente a su boca y frunció sus labios con diversión. Después la estiró, apuntándola hacia el muchacho de cabello naranja, y simuló soplar un beso en su dirección. 

—Detente —expuso con asco el joven que estaba siendo bombardeado con gestos de cariño, alejándose de su atacante.

—Ven para acá, Chenle —canturreó el castaño, jalándole del brazo y posicionando su cabeza en su hombro. 

Reí ante su relación. Al parecer se habían convertido en buenos amigos en un corto lapso de tiempo. Además, ver sus caras de alegría me causaba una profunda satisfacción. 

Podía asegurar que estaban disfrutando del momento.

—Si no te sientes cómoda tomando, no lo hagas, Jin Ae. —Me susurró Hye Sun ante tanto alboroto en la mesa—. Si decides beber, te detendré cuando lo encuentre necesario.

—Solo será una, lo prometo—dije animada, sonriéndole—. Desde que llegué me he sentido extremadamente tensa, quiero relajarme un poco.

La pelirroja asintió con firmeza y dio un trago a su bebida, acción que imité al instante. 

Una explosión de aromas frutales inundó mis fosas nasales cuando acerqué la copa a mi boca. El sabor dulce del vino espumoso me sorprendió al darle un sorbo. Estaba delicioso.

—¿Cómo fue que un mihog terminó siendo amigo de Jaemin? —preguntó Haechan repentinamente, haciendo que casi escupiera el champagne.

Coloqué la copa de nuevo en la mesa, limpié cuidadosamente mi boca, y aclaré mi garganta para disponerme a escuchar. Era un tema que me interesaba.

—Nuestras familias son cercanas, ¿no lo había dicho ya? —respondió Chenle, indiferente.

—¿Acaso sabes también su verdadero tipo?—inquirió el castaño descuidadamente.

Le lancé una mirada de pánico, preocupada de que Hye Sun o cualquier persona a nuestro alrededor hubiera escuchado, e intenté mandarle una señal para que guardara silencio.

—No les recomendaría hablar sobre eso en este lugar —aconsejó la pelirroja. Le miré de reojo, confundida—. Si lo hacen, traten de evitar nombres.

Tres segundos  | Na JaeminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora