31.

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Jugué con la comida por unos minutos, incapaz de continuar con la cena en aquella silenciosa habitación. No obstante, sin darme cuenta un pedazo de carne cayó repentinamente en mi plato. Fruncí mi ceño, levanté mi vista y la dirigí a Jaemin, quien estaba viéndome con su mejilla recargada sobre su palma izquierda.

—Come —sugirió sin despegar su mirada de la mía—. Todavía queda mucha carne.

—Perdí el apetito —dije apartando mi vista y colocando los palillos sobre la mesa.

—Siempre te estás muriendo de hambre y nunca dejas de quejarte—expuso el pelinegro—, ¿hay algo mal?

—Solo estuve pensando algunas cosas —expliqué mientras me encogía de hombros—. Y el hambre simplemente desapareció.

Jaemin entrecerró sus ojos, sin creerme, y me miró con una ceja alzada. Copié su gesto, coloqué las manos en mis caderas y le observé por unos segundos. Todo era diversión hasta que acercó su rostro hacia el mío, dejando unos pocos centímetros de distancia entre ambos.

Por reflejo retrocedí y escondí mis brazos. Estaba sintiendo mi corazón acelerarse por aquella peligrosa cercanía.

—Nos quedaremos un rato más en el funeral por si sucede algo—informó mirándome fijamente—. ¿Estarás bien?

Desvié mi vista y reí nerviosa por su aparente preocupación. De alguna manera se sentía bien recibir un poco de su atención, incluso en una situación tan difícil como esta. Parecía como si fuera una parte importante de su vida; pero había llegado un punto en el que ya no era suficiente para mí.

¿Acaso estaba volviéndome codiciosa? No importaba, solo lo disfrutaría por un momento más.

—Si tomo otro bocado, seguramente lo regurgitaré —amenacé con una ligera diversión.

—Paren esta mierda—interrumpió Jeno con un gesto de asco, haciendo que me sobresaltara—. Si continúan con su escenita de amor, soy yo quien terminará vomitando—sentenció y bebió de su vaso lleno de soju.

—Eres bueno para arruinar el ambiente, Jeno —comentó Jaemin mientras su expresión cambiaba drásticamente a una molesta y dirigía su mirada hacia el mencionado.

—¿Parece que me importa? —inquirió, mostrando una sonrisa falsa—. Ah, ahora que finalmente tengo tu atención, olvidé decirte algo más.

—Si no es importante, estás muerto —sentenció el sujeto a mi lado con una mirada fría.

—Te aseguro que es más interesante que jugar a los enamorados. —Se mofó el rubio mientras apoyaba ambos brazos sobre la mesa—. A mi familia le llegó una invitación para la fiesta de este viernes en tu mansión.

—¿Era solo eso? —cuestionó Jaemin de mala gana.

—¿Lo sabías? —inquirió Jeno con un rastro de confusión en su rostro—. Normalmente eres el último en enterarte.

—Hace unos días alguien amenazó a Jin Ae —expuso serio—. La han obligado a asistir al evento como una supuesta invitada de honor.

Le miré desconcertada. Jaemin siempre supo lo que aquel hombre había dicho. No, era obvio que sabía absolutamente todo. Yo era la única que tardaba en darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor. 

Si quería salvar mi propio trasero, debía empezar a ser más astuta.

—Al final la amenaza terminó en un trato —añadí con dureza, posando mi vista en Jeno, quien mostraba una sonrisa ladina.

—Interesante —murmuró el sujeto frente a mí con tono burlón—. ¿En qué consiste ese dichoso acuerdo?

—Quieren nuestras vidas. —En cuanto le contesté, sus comisuras se elevaron más—. Matarnos a cambio de salvar a todas las personas involucradas en el rescate de Yubin.

Tres segundos  | Na JaeminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora