Coloqué temblorosa la copa repleta de vino sobre la mesa mientras otra ronda de aplausos me aturdía más de lo que ya estaba. No dudaba de las afirmaciones del rubio, pero todavía era imposible descartar el hecho de que Jaemin perteneciera a otro tipo, ya que él mismo se proclamaba como un yasaeng. Tenía la fuerza, la resistencia e inteligencia, pero parecía haber un fallo en el sistema: podía sentir.
Lamentablemente no tenía manera de comprobar si era posible, pero la respuesta no la encontraría aquí ni ahora. Por tanto, opté por enfocarme en aquella última pero fuerte declaración. Algunos cabos sueltos habían comenzado a unirse, y entre ellos, era definitivo que estaban tratando de culpar a Jaemin por los asesinatos. La verdadera cuestión era quién estaba detrás de todo: ¿tal vez se trataba del señor Kyun o podría ser el padre de Hana?
Sí, y al mismo tiempo no.
Había un grupo de personas más poderosas, que estaban relacionadas con ambos sujetos y que probablemente sabían el secreto de Jaemin: la familia Na.
Aunque no conocía a todos los integrantes, puesto que ni siquiera me había tomado el tiempo de verles por televisión o cualquier otro medio de comunicación, solo podía recordar el rostro de su padre, quien había sido un importante congresista.
Por ende, ante mis ojos se trataba de una débil y contradictoria conclusión. Si inculpaban a Jaemin terminarían revelando su tipo, por lo que la reputación y confiabilidad de los Na quedaría totalmente destrozada a unos cuantos días de las elecciones; si había un yasaeng fingiendo ser sarang, ¿acaso no podría haber más?
No obstante, también existía la posibilidad de que alguien más supiera la verdad y tratara de destruir por completo a la familia Na. Pero volvía a lo mismo: ¿quién?
—¿No vas a preguntar algo más? —Jeno retomó la palabra, colocando su copa vacía sobre la mesa—. La plática se estaba tornando interesante.
—Gracias, pero es todo lo que quería saber —contesté mirando a la gente finalmente sentarse.
—Estaba cerca de apostar mil millones de won a que preguntarías algo sobre el azulito —dijo con una sonrisa burlona y sirvió más vino—. ¿Segura que no quieres saber más de él?
Giré mi cabeza hacia él sorprendida. Era una oferta tentadora. Una que no volvería a tener en mucho tiempo.
Pero no era momento de preguntar algo para satisfacer mis deseos personales. Debía indagar quién podría estar intentando acusar a Jaemin.
—¿Cuántas personas saben sobre su verdadero tipo? —pregunté en voz baja, cuidando que nadie más escuchara la conversación.
Jeno lo meditó por un momento mientras jugaba con su bebida.
—Lo sabe toda su familia, y no planeo contarlos—reveló con indiferencia—. Solo sé que son muchos y el problema es que cada vez más personas se han unido a la lista, entre ellos estás tú y el estúpido alegre que se ha pegado como chicle.
Fruncí el ceño. Aquella respuesta me dejaba con más preguntas, y Jeno no parecía estar de buen humor para seguir cooperando.
—Es una persona muy amable —aseguré algo molesta, Jeno elevó una de sus cejas—. ¿Algún día dejarás de insultarlo?
—El día que me muera—replicó mientras una sonrisa ladina crecía en su rostro—. Falta mucho, así que deberá acostumbrarse o haré que desaparezca su sonrisa de idiota.
Le miré con disgusto, escuchando una risita de su parte, y rodé mis ojos dejando salir una fuerte respiración. Evité prestarle atención y volví a pasear mi vista por todo el salón sin encontrar rastro de Hana, Minhee, Jaemin o Haechan. Extrañamente todos los invitados estaban sentados, y aunque se suponía que el cabello casi plateado de Jaemin resaltaría fácilmente, no podía encontrarlo.
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Tres segundos | Na Jaemin
FanfictionUna ola de asesinatos ha sacudido Seúl durante los últimos dos meses. Las cifras son elevadas y las pruebas escasas, pero de algo están seguros: fue un yasaeng...