17.

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«Acabo de llegar a mi hogar. Llámame cuando estés en casa también, estoy preocupada»

Leí el mensaje de Hana y revisé la hora antes de suspender el celular: faltaban cinco minutos para las dos de la mañana. Aunque me dolía ignorarla, no era el momento indicado para llamarle.

Una hora atrás, y poco después de haber encontrado a Minhee y Jaemin, se reportó un repentino incendio dentro del centro nocturno; pese a que una parte de la barra de bebidas se quemó, fue un alivio saber que ninguna persona había resultado herida. El inesperado fuego causó pánico, y debido a la rápida intervención del personal, la evacuación del establecimiento por cuestiones de seguridad fue un éxito.

Había sido una distracción, naturalmente.

Tras unos veinte minutos de haber esperado una noticia sobre el estado de Hana, Hye Sun salió del establecimiento con una actualización de la situación. Devolviéndome las pertenencias que había olvidado en el interior, pero que mi mejor amiga había cuidado por mí, me garantizó que su hermana se encargaría de llevarla sana a su casa.

Me aseguró que no debía preocuparme por Hana, ya que la prioridad era la salud de Minhee. Luego de haber sido drogada, así como golpeada por el hombre que había intentado secuestrarla, debía acompañarla al hospital para que recibiera tratamiento.

Lo entendía, pero todavía me sentía inquieta. Estafada.

Durante el trayecto, el cual había iniciado hace una media hora, los dos individuos sentados en la parte delantera del automóvil mantuvieron su boca cerrada sobre lo sucedido. La pelirroja conducía en silencio, y el peliazul, ubicado en el lugar del copiloto, escribía constantemente en su celular.

¿Cómo sabían lo que iba a ocurrir?

¿Cuándo fue que se organizaron?

¿Por qué nunca estuve enterada del plan que habían diseñado?

Sin poder dar respuesta a ninguna de las preguntas, llevé mi atención hacia el exterior. La entrada del enorme edificio de urgencias, propiedad del padre de Minhee, apareció cuando el vehículo se detuvo. Hye Sun se bajó automáticamente, y abriendo la puerta trasera del lado izquierdo, cargó el cuerpo de la rubia que había estado descansando en mi hombro.

No obstante, antes de ser capaz de poner un pie en el pavimento, la pelirroja azotó descuidadamente la puerta. Al percatarme de que Jaemin también había descendido, sujeté la manija e intenté abrirla por dentro un par de veces.

—¿Necesitas salir? —preguntó el peliazul, sentándose delante del volante.

—Sí, rápido —respondí en cuanto le vi colocarse el cinturón de seguridad—. Debo cuidar de Minhee.

—No es necesario, para eso está Hye Sun—expuso prendiendo el auto y me acerqué a él sin comprender qué estaba pasando—, ahora cuidará a Minhee. Nosotros tenemos que resolver algo pendiente.

Una expresión de desagrado, enfado e incluso hostilidad se acentuó en mi rostro. Apoyé las manos sobre el soporte de los dos asientos, repitiendo mentalmente sus palabras, y le miré.

Comprendía la parte en la que la pelirroja protegería a mi amiga, puesto que otra diferencia destacable entre los boan y boho era que los primeros podían cambiar de objetivo si el contratante lo indicaba. Sin embargo, en ningún momento se me había mencionado la existencia de una actividad distinta a la de acompañar a Minhee.

—¿Algo pendiente? —indagué con disgusto—. ¿De qué se trata?

—Te lo diré cuando lleguemos —contestó, volteando a verme—. Descansa.

Tres segundos  | Na JaeminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora