«¿Qué pasó ayer?»
Observé el mensaje de Minhee en la pantalla de mi celular y simplemente lo suspendí. Guardé el móvil en mi mochila y saqué al mismo tiempo mi cartera, dando un paso al frente al ver a una pareja alejarse de la caja de la cafetería. Ahora solo había cuatro personas en la fila frente a mí.
Pensé en lo que iba a ordenar y un café fue lo único que vino a mi mente; uno que pudiera alejar la fatiga de mi ser y me permitiera concentrarme en mi primera clase. Mientras esperaba, una brisa fresca hizo que dirigiera mi vista hacia el enorme árbol de cerezo que, aunque estaba lejos, alcanzaba a verlo con claridad.
Normalmente la paz me inundaría con solo observarle. Pero a diferencia de otros días, no me relajaba ver sus ramas moverse debido al viento. Probablemente era porque estaba desvelada. O quizá la llegada de mi padre me ponía ansiosa. O posiblemente estaba intranquila por Hana y Jaemin. O peor aún, tal vez saber que mi vida podría llegar a su fin me ponía inquieta.
Todo era tan agobiante y la mañana de este frío jueves no ayudaba.
Regresé mi mirada hacia adelante y en el proceso, percibí de reojo a una persona acercarse y formarse detrás de mí. Agarré la capucha de mi sudadera negra para cubrir mi cabeza en un intento de protegerme del frío y también ocultar mi demacrado rostro.
Los minutos pasaron hasta que finalmente fue mi turno de ordenar. Di un paso sin ganas para aproximarme a la cajera, pedí mi café espresso, le entregué el dinero y después caminé pesadamente para esperar en una de las mesas del lugar.
Me senté e ignoré el alboroto que se había formado repentinamente a mi alrededor. Suspiré y cuando estuve a punto de descansar mi cabeza sobre mi mochila, una conocida risa y el sonido de la silla frente a mí siendo jalada, hicieron que me sobresaltara.
—Creí que los zombies solo salían en películas de terror—comentó Renjun sarcásticamente—. Nunca creí que vería a uno ordenando un café, ¿hay escasez de cerebros?
Fruncí mi ceño y me volví hacia él. Sin embargo, rápidamente relajé mi expresión. No podía negar que existía la posibilidad de lucir como uno; además, su mal chiste de alguna forma me había hecho reír internamente.
—Tienes el mal hábito de asustarme, Renjun —mascullé bajando mi capucha—. ¿Debería realmente devorar tu cerebro?
—Adelante, te lo regalo—respondió mientras sonreía ampliamente—. Su sabor te sorprenderá.
—¿Por qué estás tan seguro? —cuestioné con curiosidad, ladeando mi cabeza en espera de su respuesta.
—Nací lleno de confianza—exclamó elevando sus hombros—. Y de inteligencia—agregó guiñando, provocando que rodara mis ojos.
—No debí preguntar —aseguré negando con mi cabeza, escuchándole reír.
—Solo espero que comiendo mi cerebro puedas volverte más inteligente.
Abrí mi boca, ofendida, y una mueca no tardó en formarse en mi rostro.
—Lo peor de todo es que ni siquiera es una broma —dije chasqueando la lengua—. Lo estás diciendo en serio.
El castaño dejó salir una fuerte carcajada, solo bufé indignada.
—No puedo mentir, lo sabes. —Se excusó mientras se cruzaba de brazos.
—Tu honestidad está haciendo que de verdad quiera sacarte el cerebro —confesé poniéndome de pie, ya que mi nombre había sido llamado.
—Cuanta violencia, Jin Ae —exclamó con un tono burlón, y vi de soslayo cómo se levantaba de la silla.
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Tres segundos | Na Jaemin
FanfictionUna ola de asesinatos ha sacudido Seúl durante los últimos dos meses. Las cifras son elevadas y las pruebas escasas, pero de algo están seguros: fue un yasaeng...